Rin sonreía con gracia mientras hablaba con sus amigas. Su mirada se paseó por el salón de clases donde sus compañeros hacían lo mismo. Capturó varias miradas puestas en ella y son coquetería las devolvió. Sabía que fue bendecida con la belleza y no sentía que eso fuese inconveniente, más bien lo veía como el toque de gracia para conquistar y manipular a su antojo a quien necesite.
—Rin, ¿es cierto que saliste con un universitario?—miró a Ayumi y cruzando sus piernas logrando que su falda escolar suba un poco. Acomodó su pelo y suspiró.
—Sí, pero no es nada del otro mundo, era muy inmaduro para mí—respondió coqueta la chica.
—¿Te gustan más grandes, Rin?—preguntó otra chica que nada tenía que ver con ellas, pero que al parecer escuchaba atenta la conversación—¿para qué te enseñen? Ellos tienen más experiencia—Rin se carcajeó al tiempo que vio entrar al profesor Sesshomaru Taisho.
Oh
Oh si
¿Capté tu atención?
Parece que perdiste el aliento
Cuando rodeo la habitación, eres un búho, vas a girar la cabeza
No vengas a mí verde con una actitud
Cuando mis labios y mis plantas están rojos
Si te dejo atrás, puedes buscar los cuellos rotos
No no
—Me gustan más grandes, no para que me enseñen, te aseguro que yo les enseñaría algo que nunca olvidarían—respondió con voz suave y con un toque se picardía. Sesshomaru escuchó lo que aquella estudiante con labial rojo decía mirándolo fijamente. Se removió incómodo al estar en su lugar recordando que se había involucrado con esa misma joven.
Soy un imbécil
Pero Rin con esa sensualidad lo sedujo, lo movió a su antojo. Esa peculiar joven era la primera mujer en hacerlo enloquecer y no razonar, con ella no podía. Solo bastaba con mirar esos ojos marrones y labios voluptuosos para caer rendido a la tentación.
Porque he estado aquí una o dos veces
Nunca te preocupes por los ojos (vamos)
—El baile de primavera será la próxima semana—anunció Sesshomaru capturando la atención del salón de clases.
Sesshomaru era un joven de 23 años que estaba ayudando a su tío Totosai. Totosai había caído hace tres meses en cama por una enfermedad y por ese período Sesshomaru Taisho iría a suplir su puesto. Pero todo tomó un ritmo lejos de lo profesional al encararse con una sonrisa delicada, una mirada sensual, unas curvas muy desarrolladas para una joven de 17 años y un encanto natural demasiado envolvente para el bien del chico. Rin representaba su prueba de vida.
—Maestro, pero no tengo con quien ir—murmuró Rin haciendo un puchero que todo el salón encontró encantador—como usted es mi maestro favorito debería acompañarme. Este año los maestros pueden llevar a sus alumnas bajo todos los reglamentos del colegio, eso como motivo de afianzar la confianza de todos—dijo Rin.
Todo ese asunto por algunos problemas pasados en la institución. Ellos vieron esto como un escape a que los alumnos busquen ayuda de sus maestros cuando lo sientan. Una chica hace un año se había intentado suicidarse, al parecer el bullying que sufría y una depresión por problemas familiares la orillaron a eso. Desde entonces el colegio había buscado la manera de acercar a sus alumnos a ellos, para protegerlos.