Perdón perdón

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Ayame le sonreía a la cámara con una sonrisa feliz cuando su interior en realidad caiga a pedazos cada día. Suspiró con pesadez cuando le pidieron cambiar de posición. Estaba agotada. Tanto que sentía que en cualquier momento se desvanecería del cansancio.

La estilista la miraba preocupada. Era consciente de que cuando la maquilló vio sus grandes ojeras. Ella sabía que esa chica tenía problemas y no le contaba a nadie. La miró en silencio detrás de sus lentes.

—Te ves muy tensa Ayame—comenta el camarógrafo. Los verdes ojos de Ayame últimamente se veían muy opacos, falta de vida y color. Ella solo asistió despacio. Dejó caer un poco su espalda y le sonrió a la cámara.

Unas fotos luego y la sección había acabado. Suspiró y entró a su camerino. Se vistió y se miró en el espejo frente a ella. No reconocía a la chica que veía, él la cambio demasiado. El celular de su estilista sonó, una melodía se escuchó.

Perdóname por ver colores en un cielo gris,

Por convencerme que a su lado iba a ser feliz,

Perdóname por entregarme a ti.

Una lágrima se deslizó por sus ojos. ¿Cómo no se dio cuenta que ese hombre no era para ella?

Había conocido a Koga el mismo día que llegó buscando empleo como modelo de una prestigiosa marca. Lo vio e inmediatamente se enamoró de sus ojos azules.

Koga es jefe de ella, la cortejaba a cada momento que podía y la pelirroja se ilusionaba cada vez más. Ayame era hermosa. Su cabello rojo junto a sus ojos verdes y esas curvas de infarto causa mucha atención en el sexo opuesto.

Koga se había interesado en ella. Le gustaba su cuerpo y la suave forma que optaba su voz al hablar con él. Ella le motivó a ir por más que un saludo. Le gustó que no ponía objeción.

Te imaginé sincero cuando no era así,

Y si tenías ojos eran para mí,

Discúlpame, pero que tonta fui.

Una lágrima rodó por sus mejillas. Se sentía traicionada por alguien que nunca fue de ella. Suspiró reteniendo el sollozo que jugaba a escaparse de sus labios.

Te idealice a mi lado en mis noches y días,

Y me aferré a la idea

Que tú eras el amor de mi vida.

Ayame soñó muchas veces despertar al lado de ese magnífico hombre. Sin embargo, todo era de unas horas de placer y luego no te conocía. Koga tenía una esposa y ella solo era la amante de turno, él tenía una familia que no iba a dejar por alguien como ella. Su esposa tenía miles de millones de los cuales él tenía acceso. No jugaría su vanidad y ambición por una niña tan dulce y empalagosa como lo era ella.

Hoy te pido perdón, perdón, perdón,

Por haberte confiado sin dudar mi corazón,

Entregar mi alma a tus brazos

Por confiar mi cuerpo en tus manos.

Perdón, perdón, perdón

Por crearme esta falsa historia de amor,

Y te pido perdón,

Por haber esperado demasiado

De un perdedor.

Ayame se miró en el espejo con la tristeza embargando cada arteria y vena en ella. Se sentía impotente, atrapada y perdida. Confió en un hombre que sabía no debía de confiar porque le rompería el corazón. Eso lo sabía desde el principio, pero no quiso escuchar el llamado de la razón. Se levantó y miró la marca que aún no desaparecía de su cuerpo. El último chupetón que quedaba en su cuerpo. Sonrió nostálgica. De verdad le quería.

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