Destino o casualidad

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Otra cita que terminaba en un fracaso.

Kagura soltó un suspiro cansado al darse cuenta de que está era la séptima cita que ella terminaba en un lío. Solo bastó con media hora para que el chico no pudiera quitar la vista de sus pechos y le dijera que un hotel y ellos desnudos era lo que buscaba.

Maldijo al sentir como su tacón se rompía por lo fuerte que sus pasos iban.

—¡Mierda!—varias personas se detuvieron a mirarla como si la chica estuviese loca, tal vez ella estaba un poco loca pero en aquel momento solo actuaba el enojo de sentir que su vida amorosa, era un asco.

Ella iba caminando sola por la calle

Pensando: Dios, que complicado es esto del amor

Se preguntó a sí misma cual habrá sido el detalle

Que seguro Cupido malinterpreto

Una pequeña pelea con su hermano fue lo que hizo a Sesshomaru caminar en aquel parque donde sin quererlo se detuvo a mirar a una hermosa chica que maldecía, al parecer sin ser consciente de que todos la tachaban de loca.

Él daba como cada noche vueltas en la cama

Sonó de pronto una canción romántica en la radio

Quizá fue Michael Bolton quien metió el dedo en la llaga

Y como le faltaba el sueño fue a buscarlo

—¿Le pasa algo señorita?—la voz profunda de Sesshomaru hizo que Kagura trague en seco y lo mire. Sus ojos se abrieron al mirar a semejante hombre frente a ella. Parpadeó un poco para saber si no estaba soñando o era obra de su imaginación.

Estoy segura que no consumo drogas o alguna otra sustancia

Ese pensamiento casi hace que Kagura se ría, pero eso la haría parecer una maniática loca frente a ese semental de hombre.

—De hecho, no—el tono firme de la chica hizo que Sesshomaru enarcara una ceja—¿puedes creer que mi cita que haya dicho que deberíamos descubrir nuestros cuerpos en un hotel barato? Apenas le hablé dos veces y acepté la cita. ¡Era nuestra primera maldita cita!—el chico la miraba intrigado, era refrescante ver una personalidad así.

Los dos estaban caminando en el mismo sentido

Y no hablo de la dirección errante de sus pasos

Él la miro, ella contesto con un suspiro

Y el universo conspiro para abrazarlos

—Entonces él es un idiota—dijo Sesshomaru un tanto hechizado por la chica.

—¡Lo sé!—chilló haciéndolo reír. Kagura estaba tan lejana que no se dio cuenta de que parloteaba demasiado—¿cómo te llamas?—preguntó comenzando a caminar. Sesshomaru aún intrigado la siguió.

—Sesshomaru—ella casi suspira, el temía una voz muy varonil—¿y tú?

—Kagura—murmuró cuando él espero en silencio unos minutos.

Después ambos se despidieron cuando Kagura recibió una llamada que la hizo correr como loca.

Dos extraños bailando bajo la luna

Se convierten en amantes al compás

De esa extraña melodía, que algunos llaman destino

Y otros prefieren llamar, casualidad

—No quiero ir a ninguna fiesta—Ayame rodó los ojos mientras amarraba en una coleta alta su abundante cabellera rojiza.

—Pero igual iremos—Kagura puso los ojos en blancos—así que termina de ponerte ese vestido sexy que nos vamos.

Habían pasado algunas semanas y recordaba aún aquellos ojos fríos, pero tan amigables que la hicieron reír. Ese chico era tan extraño que no se asustó al verla maldecir más bien se acercó a ella buscando conservación.

Y él le pregunto al oído

Mi amor, ¿dónde estabas?

Durante todo el tiempo que yo tanto te busque

Ella le contesto: Lo siento, es que estuve ocupada

Aunque para serte sincera, ahora no entiendo en que

Kagura estaba sorprendida a ver la inmensa casa de donde sería la fiesta. Según escuchó por Ayame es la fiesta de su amiga Kagome y de su otro amigo Miroku. Según Ayame le contó, esa casa pertenecía a Miroku. Kagome y él eran amigos de la infancia y siempre celebraban sus cumpleaños juntos, aquella vez no era la excepción.

Ayame la hizo felicitar a los cumpleañeros y bailar dos canciones con ella, por esa razón Kagura buscaba una cerveza que refrescara su cuerpo.

Pero nadie le dijo que se encontraría con aquel chico.

La noche se hizo día, pero no se fue la luna

Se quedó a verlos apoyada en el hombro del sol

Alúmbrales con fuerza, brilla todo el día

Y cuando llegue la noche, yo sellare su pasión

El cumpleaños del mejor amigo de Inuyasha y su novia era algo que siempre disfrutaba. Kagome era muy amigable y se llevaban excelentes y a Miroku lo vio desde que nació. Disfrutaba aquel ambiente.

Dos extraños bailando bajo la luna

Se convierten en amantes al compás

De esa extraña melodía, que algunos llaman destino

Y otros prefieren llamar, casualidad

—Te encontré—dijo Sesshomaru con una sonrisa—o tú me encontraste a mi—Kagura suspiro de manera bobalica.

—Hola... Sesshomaru—la sonrisa del chico incrementó.

—Es lindo verte—ella recogió un mechón de su cabello.

—Es grandioso verte—gritó ella cuando la música aumento de volumen.

Y bailan sin que les importe nada, que suceda alrededor

Y bailan y la gente que les mira va creyendo en el amor

Ya afuera recibiendo el aire frío de aquella noche, pudieron conversar cómodamente.

—¿Ya no más idiotas?—preguntó con una sonrisa.

—No, dejé las citas—Sesshomaru la observó. Esa chica era tan hermosa.

—Me gusta tu cabello—Kagura lo miró abriendo los ojos.

—A mi tus labios—ambos se sorprendieron ante esa declaración.

Dos extraños bailando bajo la luna

Se convierten en amantes al compás

De esa extraña melodía, que algunos llaman destino

Y otros prefieren llamar, casualidad

—¿Quieres bailar?—ella asintió levantándose y colocándose frente a él para bailar.

Ninguno supo si fue el destino o la casualidad que hicieron cruzar sus caminos, pero lo que si sabían era que disfrutarían de cada momento juntos.

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