10- Otra vez la historia.

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Rafael

Estaba bañándome, aprovechando que las niñas estaban dormidas y que Valentina estaba jugando con Benjamín. Ellos dos se estaban llevando de maravilla y eso me encantaba, porque Benjamín no solía pasar tiempo con otras personas que no fuéramos El Seis o yo y por supuesto cuando pasaba tiempo con su madre.

Lo que sí parecía que sería difícil era que aceptara a las niñas, ni siquiera las volvía a ver y eso era preocupante, pues lo que quería era que aprendiera a querer a sus hermanas. Pero sabía que con el tiempo lo llegaría a hacer.

-Papi -al escuchar la voz de Benjamín casi me ahogo, pues como tenía la cabeza hacia arriba se me fue agua a la nariz.

-¿Qué haces aquí? -cerré la llave para escucharlo bien.

-Entina me va a bañal.

-El bebé necesita un baño -saqué la cabeza por la puerta de la ducha y Valentina ya lo estaba metiendo a la tina.

-Todavía tenemos que arreglar la habitación en dónde va a dormir.

-Puede dormir con nosotros -tomó el jabón de bebé y empezó a tallarlo con la esponja-, al menos hasta que su habitación esté lista.

-Si a ti no te molesta, por mí está bien e incluso mejor, ya que será su primera noche acá, pero desde ya te digo que tendremos que dormir con todos los peluches.

-Mi eduches, papi.

-Si bebé. Voy a terminar de bañarme -entré y terminé de lavarme el pelo.

-Te amo, papi.

-Yo te amo más, bebé.

***

Valentina estaba racostada en el lado izquierdo, yo en el derecho y todo el centro lo estaban ocupando Benjamín y sus peluches. Las niñas aún estaban dormidas, pero como eran igual que un reloj suizo, estaba seguro que no tardarían en despertar y en llorar, porque ambas tendrían hambre.

-Papi, tiedo eche -Benjamín se sentó y recostó su cabecita en mi pecho.

-¿Chocolate o fresa? -acaricié su cabeza.

-Oate -asentí y me puse de pie, en cuanto lo hice las niñas empezaron a llorar.

-Justo a tiempo amor ¿Puedes preparar sus biberones, también?

-¿A las dos?

-Sí, porque me duelen los pechos y estoy ocupada -fruncí el ceño.

-Estoy teniendo una conversación muy interesante con Diego y Tavo -señaló su celular.

-Está bien. ¿Vienes conmigo, bebé?

-Shi, mamos papi -lo cargué.

Cuando llegamos a la cocina lo senté en un taburete, saqué su biberón del bolso pañalero, su leche y una especie de endulzante de chocolate que le gustaba. Primero preparé la de las niñas porque tenía que calentarlas, en cambio a Benjamín le gusta fría.

-Papi, una lleta -señaló el recipiente de galletas saladas que me pertenecía. Igual que a él, no me gustaban las galletas dulces.

-Sólo una, vas a tomar leche y luego te dolerá la pancita -asintió y le di su galleta.

Tomé los biberones de las niñas, que ya estaban listos y empecé a preparar el de Benja, quién estaba comiendo su galleta feliz de la vida.

-Papi, Dayo -señaló a Rayo que iba estirando sus patas pues ya tenía horas de estar dormido-. Dayo, tiedo, Dayo -el perro, que iba moviendo su cola, se acercó a él-. ¿Tiedes lleta? -señaló la mitad de su galleta y Rayo ladró-. Shi, tiede lleta -le lanzó su galleta-. Papi, ota lleta.

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