46- El ataúd.

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Rafael

Lo que Valentina me dijo es muy cierto, no puedo quebrarme frente a los demás, debo ser fuerte, como siempre. Bajé las escaleras y a bajo encontré un escándalo, protagonizado por Susan.

-Quiero verlo, así que quítate Efrén -empujó a Efrén que estaba frente al ataúd, pero no lo movió-. Por favor déjame verlo.

-El ataúd está cerrado, ya entiéndelo, por favor, Susan -ella trató de golpearlo, pero él la tomó de las manos.

-Susan, ya por favor, sé que esto no es fácil, para todos es doloroso, pero necesitamos que te calmes -le dije-. El ataúd está cerrado, porque Lorenzo está irreconocible -gritó y empezó a llorar, de un momento a otro se desmayó, por suerte estaba entre los brazos de Efrén, quién de inmediato la tomó-. Llevala al cuarto.

-Yo te acompaño -Alejandra se fue con Efrén.

-Creo que deberíamos decirle -dijo Sheko muy suave para que nadie escuchara.

-No me vengas con pendejas -lo vi mal-. Será difícil, pero en algún momento se le va a pasar, por el momento lo más importante es cuidarla como lo habría querido y hecho Lorenzo.

-De eso tenemos que hablar con Emir -es el jefe de seguridad de Lorenzo, el vato es un sanguinario, pero siempre lo cuidó y a Susan también-. También pienso que debería hacerse cargo de la plaza de Tijuana o no vamos a poder solos.

-Eso hay que hablarlo con Efrén -asintió.

-Ahora debemos andarnos con cuidado, pero quién me preocupa más es Alejandra porque ella se va a la universidad.

-Lo mejor será que deje de ir.

-No es una opción y tampoco es una opción que yo me vaya con ella.

-¿Entonces que harás?

-Voy a mandar al Pollo con ella.

-¿Estás pendejo o qué? El Pollo es tu mejor hombre, tu mamo derecha, te recuerdo que sin El Pollo estarías muerto hace rato.

-Por eso mismo, necesito a alguien que pueda cuidarla como yo. ¿Acaso tú no dejarías al Quince y al Seis para que cuiden a Valentina y a los niños?

-Por supuesto.

-Lo más importante para mí es mi esposa y si tengo que matar a quién sea o dar la vida, por ella, lo haré feliz.

-Me gusta cuando hablas así de mi hermana y me haces sentir un imbécil por no dejarlos estar juntos ante.

-Tranquilo, todos cometemos errores -golpeó mi espalda-. Voy a ver si ya llegó el hermano de Enzo.

-Está bien y por favor, habla tú con él, no creo que yo pueda hacerlo -asintió y se fue. Tavo y Diego estaban con mis hijos, así que me acerqué a ellos-. ¿Cómo se están portando mis bebés?

-Bien -me dijo Diego que tenía a las niñas sentadas en sus piernas y dándole besos.

-Hey -tomé las manos de las niñas y ambas me vieron-. No le estén dando al tío Diego mis besos, esos besitos son míos.

-Api -Val extendió sus bracitos y la cargué, quise hacer lo mismo con Vales, pero no me dejó y siguió abrazando y besando al puto de Diego.

-Me quiere a mí -sonrió-. Dame más besitos, bebé -ella siguió besándolo.

-Luego quiero a mi hija y sus besitos de regreso -me senté a su lado y abracé fuerte a mi hija.

Estoy tratando de ser fuerte, pero se me está haciendo muy difícil, ver el ataúd y saber que ahí está uno de mis mejores amigos, que después de esto jamás voy a volver tener una plática con él, que nunca más nos iremos de fiesta, que ya no volveré a escuchar sus peleas con Sheko y Diego. Que simplemente jamás lo volveré a ver, no volveré a escuchar su voz, no podré contarle lo que me pasa, no podré escuchar su risa o sus chistes.

No cabe duda que la vida es algo temporal, algo que hoy está y mañana quién sabe. Yo no le tengo miedo a morir, porque en sí la muerte es lo que le da sentido a la vida, no es hasta que sabemos que estamos a nada de morir que empezamos a disfrutar la vida, a la familia y a los amigos. A lo que yo le tengo miedo es a no volver a ver a mi familia, a no ver crecer a mis hijos, a no ver a mis hermanos teniendo una familia y siendo feliz.

Mi padrino decía algo muy cierto: en esta vida nada es seguro, lo único seguro que tenemos es la muerte y por eso debemos disfrutar cada momento de vida. Debemos disfrutar hasta el más mínimo detalle, como despertar cada mañana. Por eso aprovecho cada momento que tengo al lado de mis hijos.

-Rafael -levanté la vista y vi a Valentina-, toma -me dio un pañuelo. No me había dado cuenta que estaba llorando.

-Gracias -se sentó a mi lado y tomó a la niña. Me limpie las lágrimas-. No puedo ser fuerte -susurré.

-Yo voy a estar aquí, aunque ya no estemos juntos, quiero que seamos amigos, tal vez no por nosotros, sino por los niños y como tal quiero apoyarte -asentí.

-Gracias, Valentina, por estar aquí y no dejarme solo.

-Nunca te dejaría solo -asentí.

-Yo a ti tampoco, siempre podrás contar conmigo -tomó mi mano y la apretó.

-Siempre.

***

Efrén y Sheko hablaron con Emiliano, el hermano de Lorenzo, cuando le contaron todo estaba que se lo llevaba el diablo y dijo que nos ayudaría a encontrar a los culpables y aceptamos. Emiliano, también se dedica al narcotráfico, pero él distribuye en Europa nada más y tiene su propio cártel en Colombia, es Mexicano, pero trabaja allá. Contradictorio, Lorenzo nació en Colombia y trabajaba en México. Según las cosas que me decía Lorenzo, su hermano cuando de malos se trata es el peor, cosa que no sé si sea cierta.

En el transcurso de la noche llegaron varios socios, para darnos el pésame, llegó una banda que tocó varias de la canciones favoritas de Enzo y llegaron varias coronas de rosas, una de ellas me sorprendió mucho, tenía unas iniciales que conozco: RF y RA. Jamás pensé que tendrían un gesto como éste y si es de corazón se los agradezco y sino, pues no lo sabré.

Valentina y yo estábamos con los niños en la cocina dándoles de cenar, otra vez y ya muy tarde la verdad, mientras estábamos ahí me estuvo preguntando acerca del hermano de Lorenzo.

-No se parecen en nada -asentí.

-Emiliano es adoptado -me vio-. No es broma.

-Oh, con razón. Ya decía yo, son demasiado diferentes. ¿Y tenían una buena relación, por que no lo he visto llorar para nada?

-No eran muy unidos, pero sí, supongo que cada quién lleva el dolor de forma diferente.

-Quizás sea eso -terminé de darle el biberón a Benjamín y se quedó dormido, le di un beso en la nariz y pegué su frente con la mía. Cerré los ojos y empecé a quedarme dormido yo también-. Rafael -abrí los ojos y levanté la cabeza-, ¿por qué no te vas a dormir?

-Tengo que estar con él.

-Rafael, estás cansado y te recuerdo que mañana será un día bastante largo, así que lo mejor será que duermas, a parte así duermes con los niños.

-¿Y tú que harás?

-Me quedaré un rato con Susan y después yo también voy a subir a dormir.

-¿A dónde?

-A tu cuarto para poder darle de comer a las niñas, ¿o quieres que me vaya a otro? -preguntó sacada de honda.

-No. Al contrario, pensé que te irías a otro cuarto y por eso te pregunté.

-Tengo que estar ahí por si las niñas despiertan.

-Está bien, sólo ayúdame a llevar a una de las niñas -ambos subimos las escaleras, yo con Benja y Vales, y Valentina con Vale.

-Descansa -dijo Valentina cuando ya los cuatro estábamos recostados en la cama-. Mañana necesitarás fuerzas -me dio un beso en la frente como solía hacerlo antes y gracias a eso me quedé dormido con una sonrisa en la cara.

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