21- Maldito destino.

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Valentina

-Tiedo un tuento, mami -cuando iba a acostar a Benja en su cuna se agarró de mi cuello-. Popavo, tuentame ango -sonreí.

-Está bien, mi amor. Vamos a buscar uno de tus libros, creo que los empaque -lo llevé a la sala y empecé a buscar sus libros entre alguna de las cosas que aun no desempacaba por andar comprando otras cosas que que nos hacían falta-. Amor, no están tus libros -hizo un puchero.

-Papi -ladeé la cabeza.

-Papi debe estar dormido -empezó a llorar-. Está bien, vamos a llamarlo -tomé mi celular y marqué el número de Rafael, timbro varias veces, pero no respondió-. No responde amor, debe estar dormido.

-Tiedo papi -me senté a su lado y le limpie las lágrimas.

-Yo te voy a contar una historia -me puse a pensar en qué contarle-. Había una vez un niño, que...

-No usta.

-Pero apenas estoy empezando.

-Peo no usta.

-¿Cómo son las que te cuenta tu papá?

-Papi u nino, tu papi enteno monta ballo, peo papi ea titito y te tayó y papi odo muto, pero tu papi io te va a etal bien y io un ablato felte. Papi mi da ablato felte tomo tu papi él.

-¿Papi te contó esa historia? -Rafael jamás hablaba de su infancia ni siquiera a Alejandra y a Diego los había escuchado hablar acerca de sus padres y su infancia.

-Shi. Muto tuento -lo abracé.

-Eres un niño muy inteligente y cuentas muy bien las historias -lo llené de besos.

-Teno tueno, mami.

-Entonces vamos a dormir -lo cargué y lo llevé al cuarto, en dónde las niñas ya estaban dormidas en su cuna-. Buenas noches, mi amor -besé su frente.

-Bena note, mami -lo cubrí con su colchita y le di a su pollo cabezón, de inmediato cerró sus ojitos y se quedó dormido.

Esos niños gracias a Dios tenían sueño pesado, sólo tocaban la almohada y se quedaban dormidos. Antes de salir de la habitación pasé viendo a las niñas, ambas estaban abrazando a las muñequitas de peluche que su papá les regaló. Rafael tenía cierto afán por los peluches, siempre decía que son más seguros y por eso sólo tenían peluches. Salí del cuarto y cerré la puerta despacio, en lugar de irme a mi cuarto fui a la sala, apagué las luces y me senté en el sillón.

No tenía ganas de estar en el cuarto, además ni siquiera iba a poder dormir, en esos días no había logrado conciliar el sueño pues Rafael me hacía mucha falta. Por esa razón llevaba unas ojeras que no podía cubrir en su totalidad ni con maquillaje, estaba muy cansada, pero aunque quisiera no podía dormir.

Tomé mi celular y abrí mi instagram, en las primeras fotografías que me aparecieron, salió una que público Tavo, en esa salían: él, Diego, Rafael y Rayo, los tres primeros estaban con una cerveza en la mano y el último tenía una botella de whisky al lado. Ya hasta Rayo, se había vuelto alcohólico. La foto realmente me causó algo de gracia, por Rayo, pobre de él que tenía que aguantar a esos dos locos y a Rafael.

Afuera escuché música, así que me asome a la ventana para ver qué era. Cuando lo hice me encontré con algo que no esperaba, Rafael, Diego y Tavo acompañados de una banda. Me quedé parada escuchando la canción, que de inmediato reconocí pues Rafael casualmente la noche anterior me la envió, al igual que otras.

El gesto realmente me encantó, pero esa vez no me iba a convencer, así que decidí dejarle claro lo que ya le había dicho más de una vez. Subí al elevador y en todo el camino me repetía una y mil veces que debía ser fuerte, que no debía ceder a sus encantos. Cuando llegué a la recepción le pedí al portero que me abriera y de inmediato lo hizo, cuando salí Rafael estaba tomando de una botella y no se había dado cuenta que estaba ahí.

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