23- Un choque.

207 17 0
                                    

Valentina

Desperté temprano, tomé un baño y me puse ropa deportiva, guardé los peluches de Benjamín, en su mochila, los pañales de las niñas en su pañalera, junto con sus biberones, leche y ropa extra. Di unas dos vueltas por la habitación ya más ordenada, para poder encontrar la pañalera de Benjamín, cuando la encontré, guardé en ella ropa extra, biberones, leche y unos pañales, aunque casi no los usa.

Llevé los dos bolsos pañaleros junto la mochila de Benja y los llevé a la sala. En estos días que he estado yendo al gimnasio, he tenido que pagarle a una muchacha que vive en el piso de abajo para que cuide a los niños, es una muchacha de unos diecinueve años, estudia y en su tiempo libre hace diversas cosas para ganar dinero. Me ha demostrado ser alguien muy confiable y aparte a los niños les cae bien.

Fui a la cocina y empecé a preparar el desayuno, bueno, para mí, porque los niños no comen nada de esto. Cuando puse los huevos revueltos en mi plato escuché voces de bebé, las niñas aún no hablan y no sé porqué, pero hacen el intento de decir palabras. Dejé mi desayuno a un lado y fui al cuarto de los niños y ambas bebés estaban sentadas en su cuna creo que teniendo una charla entre sí.

-Hola, hermosas -besé a ambas y luego las saqué de su cuna-. ¿Vamos a comer, preciosas? -las llevé a la cocina y las senté en sus sillas para comer-. ¿Quién quiere Gerber?

Saqué dos vasos de Gerber, de la lacena, ambos los puse en un pequeño tazón y tomé una cuchara. Mientras yo me comía lo mío empecé a darles su Gerber y ella de lo más contentas empezaron a degustarlo, a los tres les encanta esto y no los culpo, es rico. Para cuando terminaron de comer, su ropa estaba toda llena de Gerber, así que después de recoger y lavar todo, las cargué y las llevé al baño.

-Vamos a tonar un baño, preciosas -les quité la ropa y cuando compré que el agua de la tina estuviera tibia, las metí a ambas-. Que rico preciosas -empecé a tallarlas con su esponjita.

-¡Mami! -escuché el llanto de Benjamín, él cuando está despierto es muy tranquilo, pero cuando se acaba de despertar y no hay nadie con él, llora-. Mami.

-Ya voy, mi amor -terminé de bañar a las niñas, las cubrí con sus toallas y las llevé a la habitación, las puse en su cuna, les di sus muñecas y fui dónde Benja-. Ya no llores, mi niño -lo cargué.

-Mami -hizo un puchero.

-Ya mi amor -lo abracé y limpie sus lágrimas-. ¿Por qué lloras bebé?

-No tiedo tolo -le su un sonoro beso en la mejilla.

-No vas a estar solo mi niño -asintió sin dejar de hacer su puchero-. Voy a vestir a tus hermanitas, ¿me vas a esperar?

-No -frunció el ceño.

-Por favor, bebé.

-No -negó varias veces.

-Por favor -ladeé la cabeza como hace él.

-Beno -asintió. Antes de ponerlo en su cuna le di un beso.

-No tardo.

Cuando las niñas estuvieron vestidas, las llevé a la sala, las puse en sus mecedoras, les di sus muñecas y volví al cuarto para bañar a Benja. Mientras lo hacía no dejaba de jugar con un patito de hule, cuando terminamos lo llevé al cuarto, lo vestí y después fuimos a la cocina para darle de comer.

-Ebe, mami -tomé un Gerber una cuchara, lo senté en su silla y empecé a darle de comer-. Ito, mami -se saboreó.

-Hola -Tavo se asomó.

-Hola, mi niño -medio sonrió.

-El portero me dejó pasar.

-Ya le había dicho que vendrías -asintió-. ¿Ya están listos?

Dispuesto a TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora