12- Un cursi.

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Estaba con Lorenzo en la oficina revisando unas posible rutas para transportar más metanfetamina a Centro América. Según él había una ruta libre para poder transporta todo sin problema alguno, hasta llegar a la frontera.

-¿Estás seguro? -pregunté aún sin poder creer esa posibilidad de cero policías.

-Completamente. Te dije que desde hace tiempo tenía gente buscando nuevas rutas seguras y ahí está, han pasado dos meses vigilando ese lugar, es prácticamente desolado. Por ahí se puede llegar de lo más tranquilo a la frontera con Guatemala.

-Antes de enviar el gran cargamento que tenemos pendiente, me gustaría que empezáramos con un poco.

-Por mí perfecto, así te convences y si me equivoco, pues buscamos otra manera -asentí.

-Vamos a... -la puerta se abrió y Diego entró-. ¿Qué pedo, no sabes tocar?

-En la sala alguien los está esperando -Lorenzo y yo compartimos miradas-. Pero muévanse ya -nos levantamos y fuimos a la sala.

-Me guardan unos días y ustedes se olvidan de mí, que perros son -Efrén estaba cruzado de brazos.

-¿Cómo saliste antes? -me acerqué a él y lo abracé.

-El Gobernador nos dijo que una semana -Lorenzo lo saludó.

-Pues usó algunos de sus contactos para agilizar el proceso y al demostrarse que no había nada para juzgarme, me dejaron libre.

-Hay que darle un regalito entonces -les guiñe a ambos y sonrieron-. Y dime, ¿cuándo buscamos a los que te agarraron?

-No será necesario -negó-. Yo tengo todo bajo control -sonrió.

-Bien. Entonces vamos a...

-Señor lo buscan -dijo El Tres-. ¿Hago que pasen? -me encogí de hombros.

-Está bien -abrió la puerta y quienes menos esperaba estaban parados ahí.

-Alejandra, Javier -Valentina se levantó a abrazarlos, bueno, todos lo hicieron menos yo.

-¿No nos vas a saludar? -Ale me sonrió.

-Me alegra volver a verlos -dije serio-, pero tenemos que hablar.

-Desde ya te digo que si es sobre mi relación con Javier, no vas a poder hacer nada -ella entrelazó las manos de ambos-, porque estamos casados -me mostró las sortijas.

-¿Qué? ¿Se casaron sin nosotros? -Valentina, Susan, Efrén y Tavo los felicitaron. Lorenzo, Diego y yo, nos quedamos quietos.

-¿No vas a decir nada? -me preguntó Alejandra.

-¿Qué quieres que diga? ¿felicidades? No Ale, las cosas no se hacen así.

-¿Y qué querías que hiciéramos si tú nunca has apoyado nuestra relación?

-¿Alguna vez hablaste conmigo? -negó-. ¿Alguna vez me preguntaste por qué? -volvió a negar-. Ahí está.

Di la vuelta y subí las escaleras rápido, no quería hablar con ninguno de ellos o mejor dicho con nadie, aunque estaba tranquilo de saber que estaban bien, también estaba molesto. Entré al cuarto y lo primero que hice fue ver a mis hijos, era un milagro que los tres estuvieran dormidos al mismo tiempo, las niñas en su cuna y Benja en mi cama, justo en el centro y rodeado de almohadas.

Me senté en el borde de la cama y acaricié el cabello de mi niño, estar ahí cerca de ellos me tranquilizaba. Ellos, aunque pareciera mentira, porque eran escandalosos, eran mi paz y mi tranquilidad. La puerta de la habitación se abrió y entró ni esposa.

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