49- Aún lo amas.

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Valentina

Mario estaba sentado en el sofá, junto con las niñas, él les estaba hablando y ellas sólo lo veían, está aprovechando que Benjamín no está para acercarse a ellas. A Benja no le gusta que se acerque a las niñas, él es celoso y se toma muy en serio cuando su papá les dice que las cuide. Terminé de preparar los biberones y me fui a sentar con ellos.

-Ya van a comer, mis niñas -cargué a una de las niñas y la senté en mis piernas.

-¿Te ayudo? -vi a Mario y asentí. Cargó a la otra niña y le di el biberón-. Será la primera vez que le dé biberón a una bebé -sonrió.

-No la recuestes, a Vales no le gusta -asintió y llevó el biberón a la boca de la bebé, al igual que yo con Val-. Me hace mucha falta Benja.

-¿Y dónde está?

-Con su papá.

-¿Y qué milagro no se llevó a las niñas también? -confío en Mario, pero no puedo hablar nada con respecto a lo de Rafael.

-Porque a dónde iban las niñas no podían estar ahí, pero supongo que luego las llevará a ellas.

-Pobrecitas bebés, su papá las dejó -vi a Mario y fruncí el ceño.

-Su papá no las dejó, sólo no pudo llevarlas.

-Lo sé -le di un beso en la frente a Vales y ella quejó-. ¿No te gusta que te den besos?

-Apa -reí.

-¿Sólo te gustan los besos de tu papá?

-Apa.

-Bien. Ya no te vuelvo a dar besos -Mario hizo un puchero y sonreí-. ¿Y tú si quieres mis besos? -me preguntó a mí.

-Por supuesto que sí -le di un beso en los labios.

-Te amo.

-Yo también -le di un beso. Vi a Val que ya se había terminado su leche y seguía succionando-. Amor, ya no hay -le saqué el biberón y empezó a llorar-. Ya bebé, toma -saqué mi pecho y lo metí en su boca. Val se caracteriza por no tener llenadera.

-Ahora entiendo por que pesan lo que pesan -Mario río-. Todo el tiempo están comiendo -Vales soltó su biberón y empezó a hacer sonidos con su boca y a jugar con sus manos y piecitos-. ¿Quieres jugar? -Mario tomó un peluche que estaba cerca y empezó a jugar con ella.

Como tenía el celular al lado, se me hizo fácil tomarles una foto y cuando mi niña empezó a reír, los gravé.

-Ahí va el conejito -Mario acercó el conejo a la cara de Vales y ella lanzó una carcajada. Hasta me asusta ver a Vales así, ella es fiel a su papá.

Mario habría sido un gran padre, lástima que perdió a su hijo. Después de un rato las niñas se quedaron dormidas y las llevamos a su habitación, cuando las dejamos en su cuna, volvimos a la sala, Mario se sentó en el sofá e hizo que me sentara en sus piernas.

-Amor, ¿sabes qué he estado pensando? -lo vi.

-No. ¿Qué? -pasé un brazo por sus hombros y le di un beso.

-Me gustaría que tuviéramos un hijo, uno mío que me quiera a mí y no a otro -suspire-. Si hay algo que siempre es querido, es eso, un hijo, alguien que me llame papá y me diga te amo. Cada vez que qué escucho a Benjamín hablar con su papá y la manera en la que le dice te amo, te juro que me encantaría que fuera a mí.

-No lo sé.

-Amor, por favor -hizo un puchero.

-¿Qué tal si dejamos que pase el tiempo y dependiendo de cómo vayan las cosas lo intentemos?

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