37- Más temprano que tarde.

145 11 1
                                    

Valentina

El hotel es precioso, me fascina, hasta podría quedarme a vivir aquí, la habitación que tenemos es gigante y tiene una vista maravillosa. Desde el primer momento en que llegamos nos atendieron de maravilla y la comida es deliciosa, lo primero que hicimos al llegar fue acomodar todas las cosas, Mario quería que fuéramos a comer, pero cuando tienes tres niños, que aún usan pañales, que toman biberón y se ensucian la ropa, es mejor tener todo en orden.

Ya cuando terminamos fuimos a comer al restaurante, en dónde nos pusieron sillas para los niños las cuales me encantaron y me gustaría tener unas en mi casa, Mario pidió brochetas y fue una gran elección porque estaban deliciosas. Después de comer fuimos a dar un paseo por todo el hotel, cuando pasamos por la alberca Mario me dijo que nos cambiaramos y entráramos, pero las niñas se estaban durmiendo así que le prometí que lo haríamos después.

A veces hasta me da pena con Mario, siempre que él quiere hacer algo yo no puedo por cuidar a los niños y a pesar de eso él siempre me sonríe y dice está bien, pero imagino que es algo que le molesta y hasta lo entiendo, pero no puedo hacer nada, primero están mis hijos.

—Amor —me giré y vi a Mario—, voy a ir a ver unos asuntos económicos del hotel, pero no tardo.

—Está bien —me acerqué a él, lo abracé y le di un beso—. Aquí te voy a esperar.

—Amor, me gustaría que cuando vuelva vayamos a cenar los dos solos, así que busque una niñera para que cuide a los niños mientras nosotros vamos a cenar, bueno sólo si tú quieres que los cuide.

—Solo será un rato, ¿no?

—Sí, sólo mientras cenamos.

—Entonces sí —sonrió ampliamente.

—Entonces nos vemos cuando vuelva —me dio un pequeño beso y salió de la habitación.

No me gusta mucho la idea de una niñera, pero teniendo en cuenta que sólo serán un par de horas, me parece bien, a parte, es justo que por lo menos cene a solas con Mario, el pobre siempre se porta de maravilla conmigo y yo casi no puedo pasar tiempo con él. Creo que los momentos en que más tiempo hemos pasado juntos ha sido en la cama, en dónde hemos estado unas cinco veces.

Mario en la cama es muy bueno, pero hay algo que no me gusta mucho y es que siempre que terminamos el se queda dormido o si lo llaman del trabajo se viste y se va. Es algo que me hace sentir cómo si fuera una cualquiera a la que después de disfrutarla tiran, ni siquiera cuando estaba con Hugo pasaba eso, para mi desgracia ese imbécil se quedaba a mi lado, a menos que estuviera enojado, pero la mayor parte del tiempo se quedaba.

Y con respecto a Rafael, ese es hombre más delicado, amoroso y atento que he conocido, siempre que terminábamos de tener relaciones, me preguntaba si estaba bien, me abrazaba, me besaba, me susurraba al oído lo mucho que me amaba, me acariciaba el cabello mientras yo me quedaba dormida sobre si pecho. Él era casi perfecto, su único defecto fue no resistirse a dos putas.

Sin darme cuenta ya estaba llorando, Rafael no sale de mi mente y cada recuerdo a su lado me pone muy mal, porque me duele saber que toda esa felicidad se acabó, cuando nuestra familia mejor que nunca, todo se vino a bajo. Ahora que lo pienso, él había mencionado algo y yo no le presté atención.

—Desearía poder detener el tiempo —vi a mi esposo.

—¿Por qué?

—Porque ahorita todo es felicidad, pero presiento que no vienen cosas buenas.

Quizás él presentía que todo esto pasaría, que nuestra relación se acabaría... Para nuestra desgracia.

—Mami —Benjamín estaba acostado en la cama, ya recién levantado—. Mami —lo tomé en mis brazos y lo abracé.

—Mi niño, ¿dormiste bien, precioso? —se resfregó los ojitos.

—Shi mami. Teno hambe —reí.

—¿Quieres lechita, bebé?

—Shi, popavo mami.

—Entonces espérame acá —lo senté en la cama y encendí la televisión para que se distrajera. Fui al mueble dónde estaban las cosas de los niños y empecé a prepararle el biberón a Benja—. Mi niño, ¿quieres fresa o chocolate?

—Peta, mami. Popavo —si hay algo que me fascina de Benjamín, es que es un niño súper educado y eso es gracias a Rafael.

—Aquí está tu leche, bebé —lo recosté y le di su biberón—. Voy a alistar tu ropa para cambiarte, ¿sí?

—¿Pol té?

—Por que ya es tarde y necesito abrigarte un poco para que no te enfermes.

—No tiedo, mami.

—¿Y si te pongo tu pijama de Ben 10?

—Umm... Meno, shi uta —reí y fui a su maleta para sacar su pijama—. Peo tiedo mi euche de Ben.

—Es usted un gran negociante, pequeñito —río mostrando sus dientecitos.

—Achia, mami —le puse la pijama de Ben 10 y le di su peluche—. Toy Ben dez, mami.

—Lo eres, precioso.

***

—Me alegra que podamos tener un momento solo para nosotros, para poder hablar de nuestra relación —Mario tomó mi mano—. No creas que no me gusta pasar tiempo con los niños, es sólo que creo que debemos hablar.

—Lo sé, sé que si estamos empezando una relación debemos hablar de eso, así que no tienes que darme explicaciones —le ofrecí una sonrisa y el asintió un poco más relajado.

—Valentina, ¿sabes que te amo, verdad? —asentí. Desde hace un tiempo me lo dijo y me lo ha demostrado—. Por lo tanto me gustaría que nuestra relación se volviera un poco más seria.

—¿Más seria? —fruncí el ceño.

—Me gustaría que un poco más adelante viviéramos juntos, no sé Vale, te amo y quiero que nuestra relación sea duradera —si voy a rehacer mi vida con alguien, definitivamente quiero que sea Mario.

—Me parece una gran idea —sonrió aún más que antes—. Sólo vayamos con calma, más que todo por los niños, principalmente Benjamín, él ha estado expuesto a muchos cambios, primero vivía con su mamá, luego Rafael lo llevó a vivir a nuestra casa, después nos fuimos al departamento y mudarnos otra vez sería demasiado para un niño tan pequeño.

—Esa decisión me parece perfecta, no me gustaría afectarlo emocionalmente con eso, así que primero voy a buscar una casa, luego iremos a verla, ahí empezaremos a hacer que él se vaya acostumbrando y haremos todo lo necesario para que le guste.

—Eso está aún mejor. Podríamos decorar su habitación.

—Con todos los personajes que le gustan, con todos sus peluches. Así de seguro se enamora del lugar —me encanta ver el entusiasmo de Mario cuando hablamos de mi hijos—. Y la habitación de las niñas podríamos pintarlas de rosa y  Dios, tengo tantas ideas.

—Me encanta verte así, cariño, tan entusiasmado —me acerqué y le di un beso.

—Habría deseado mucho poder hacer esto con mi hijo y ya que no permitieron hacerlo, ni siquiera me permitieron conocerlo, voy aprovechar para darle mi amor a tus hijos, porque te amo a ti y por tanto también a ellos —me entristece mucho escucharlo hablar de su hijo—. Sé que ellos un papá que los ama, pero me encantaría ser como un segundo padre para ellos, poder cuidarlos y todo.

—A mí también me encantaría que así fuera, pero no será fácil ellos aman, que digo aman, adoran a su papá y no sé si aceptarían un segundo papá, más Benjamín, para él su papá es un héroe, su papá es todo.

—Yo haré todo lo que esté en mis manos para que por lo menos me quiera, quizás no como un padre, tal vez como un tío buena honda.

—Apuesto a que eso será más fácil, porque es un niño muy dulce y tú, eres un maravilloso hombre que puede ganarse el amor de cualquier persona —pasé una mano por su pelo—. Así como te has ganado el mío.

—¿Eso significa que...?

—Te amo.

Por primera vez le digo eso, pero no sé si hice bien, lo quiero y mucho, pero amarlo, creo que aún no, pero lo haré, más temprano que tarde.

Dispuesto a TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora