28- Celos.

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Abrí los ojos y vi a Valentina a mi lado, dormida sobre mi pecho, ya han pasado tres días desde que volví del hospital y en estos casi cinco días, Valentina sólo se ha alejado de mí para ir a ver a los niños, quienes aún siguen con Tavo, porque aún no me había sentido muy bien debido a que los medicamentos eran fuertes y yo Estaña algo débil, razón por la que Valentina no me dejaba salir se la casa.

Así que decidió quedarse ella, mientras tanto, los niños felices de la vida con Tavo y una muchacha que le ayuda a Valentina a cuidarlos de vez en cuando. Me senté en la cama y pase una mano por mi frente, ayer terminé con el tratamiento y gracias a Dios, hoy me siento mejor, los días anteriores despertaba mareado y hasta con náuseas, cosa que ahora no pasó y eso puede ser una buena señal. Lo que más quiero es salir de acá para ver a mis hijos y abrazarlos fuerte, incluso Tavo me hace falta, aunque joda demasiado.

-¿A dónde vas? -vi a Valentina.

-A bañarme, ya me siento mejor y quiero ir a ver a los niños -se resfregó los ojos.

-Te acompaño, yo también quiero estar con mis hijos -ambos entramos al cuarto de baño y empezamos a desvestirnos el uno al otro.

Entramos a la ducha y ahí, al igual que todos estos días, tuvimos relaciones. Salimos del baño y nos arreglamos para ir a ver a los niños. El Seis nos llevó al edificio dónde vive Valentina, cuando me iba a bajar del carro, Valentina me ayudó, pues en el viaje me maree, pasó uno de mis brazos sobre sus hombros y ella puso uno de sus brazos al rededor de mi cintura.

-Yo creo que deberías seguir descansando -dijo Valentina cuando ya íbamos en el ascensor.

-Quiero estar con mi hijos, ya tengo días sin verlos, tú porque aunque sea lo has visto unas horas.

-Relájate, sólo digo que cuando vuelvas a tu casa descanses y no te vayas a trabajar -bufé-. Vamos -fuimos a la sala y me sentó en el sofá.

-Sólo estoy algo mareado, tampoco es cómo que me vaya a morir por sentarme por mi cuenta -me quejé-. ¿Y mis niños dónde están?

-Voy a buscarlos a dentro -se fue al cuarto. Saqué mi celular y empecé a revisarlo, tenía notificaciones de Instagram, así que las revise, dos de ellas eran fotos de Tavo, con mis hijos, en el parque, hace diez minutos-. ¡Valentina!

-No están.

-Ya sé -le mostré el celular.

-¿Qué rayos están haciendo ahí? Creo que fui clara al decirle que no salieran.

-Pues lo hicieron -me crucé de brazos-. Voy a llamarlo y a decirle que se regrese -le marqué a Tavo, pero no respondió, lo hice otra vez y ahora el celular sonó dentro de la casa.

-Parece que lo olvidó.

-¿Qué hacen aquí? -vimos a Tavo, él venía con las niñas y una muchacha que nunca había visto traía al niño-. Pensé que vendrían más tarde -dijo tranquilo.

-¿Por qué si Valentina te dijo que no salieras lo hiciste? -le pregunté.

-Karla vino y me dijo que si llevábamos a los niños al parque y no pensé que fuera mala idea, aparte sólo fueron unos veinte minutos.

-¿Y quién se supone que es Karla? -vi a la muchacha.

-Ella es quién me ayuda a cuidar a los niños -vi a Valentina.

-¿Desde cuándo se conocen? -le pregunté a Tavo.

-Hace unos días vine a buscar a Valentina, Gustavo estaba teniendo problemas con dormir a las niñas y yo le ayudé -asentí ante lo que dijo la muchacha.

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