Estaba cubriéndome con la puerta de la camioneta y disparando a través de la ventana, ya le había dado a tres de los perros de la Marina, ellos tenían más bajas que nosotros, pero aún así no retrocedían.
—Súbanse a la camioneta —dijo El Seis subiéndose al lado del conductor, entonces Efrén y yo subimos atrás.
El Seis empezó a conducir en reversa, para alejarnos de dónde estaba la balacera, mientras lo hacía golpeó otro vehículo, desde el cual empezaron a dispararnos también. De inmediato Efrén y yo sacamos nuestros cuerpos por las ventanas y les empezamos a disparar también, El Seis giró, subió la velocidad y dejó atrás la camioneta de la Marina.
—¿Quién puta los mandó? —preguntó Efrén y negué.
—Quién sea que haya sido, le va a costar muy caro, porque cuando menos lo espere me daré cuenta de quién fue y ahí me va a conocer —ladeé la cabeza a ambos lados, me estaba doliendo la cabeza.
—Tienes sangre en el cuello —Efrén me dio un pañuelo, lo tomé y lo puse en mi cuello. Estaba sangrando.
—¿Qué es lo que tengo?
—Unas heridas pequeñas, supongo que de cristales —de inmediato recordé lo que pasó.
Cuando una bala entró por la ventana desde dónde estaba disparando, yo aparte la cara y pasó muy cerca de mi oreja, supuse que fue en ese momento dónde los cristales me hicieron esas heridas.
En la mañana Efrén y yo salimos de casa para ir a ver unas tierras que podrían servirnos para sembrar marihuana. Durante la reunión con el dueño, quien al principio se negaba a vender, pero luego de una buena oferta aceptó, todo iba bien. El problema fue cuando íbamos de regreso, una camioneta apareció frente a nosotros y cuando El Seis trató de retroceder, aparecieron por detrás, en ambas direcciones empezaron a dispararnos y por supuesto nosotros respondimos.
—Lo mejor será que cuando lleguemos a casa le pidas a Vale que te limpie esas heridas, son pequeñas, pero podrían infectarse.
—Cuando las vea ni siquiera tendré que pedírselo —tenía una maravillosa esposa que se preocupaba por mí.
—Debemos cambiar de auto por precaución —dijo El Seis y los tres salimos de la camioneta para subir al otro auto que se encontraba en un garaje.
—Seis, hay que desaparecer esta camioneta, para que no encuentren nada.
—La van a destruir.
Me alejé un poco de ellos y me senté sobre un neumático viejo, con el pañuelo me limpié la sangre que tenía en el cuello, no era mucha, pero no quería que mi camisa siguiera manchándose.
—Ya vámonos —Efrén y El Seis ya se estaban subiendo al auto, caminé hacia ellos y me subí también.
Después de dar dos vueltas por distintos caminos, para estar seguros que nadie nos siguiera, El Seis condujo a la casa. En cuanto llegamos me bajé y entré, lo único que quería era ver a mi mujer y a mis hijas, bueno, también quería ver a Benja, pero no creía que salir por la tarde fuera una buena idea. Cuando llegué a la sala, Valentina estaba sentada frente a la televisión viendo noticias, las niñas estaban a su lado en sus sillas.
—Amor —en cuanto escuchó mi voz, se giró.
—¡Oh, mi vida! —se levantó de su lugar y corrió a abrazarme—. Estás bien —escondió su cara en mi cuello y empezó a llorar—. En las noticias vi lo que pasó, también reconocí las camionetas y te juro que pensé que te habían...
No quise que siguiera hablando, así que la besé, un beso que sabía que decía más que mil palabras. Que a ambos nos transmitía tranquilidad y a ella le hacía saber que estaba bien y que estaba de regreso.
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Dispuesto a Todo
ActionUn enemigo del pasado ha regresado dispuesto a acabar con Rafael, cuyo objetivo principal es: separar a Rafael y a Valentina. Para Rafael, la familia es primero y perderla será suficiente para destruirlo. ¿Qué tanto estará dispuesto a hacer Rafael...