Extra: Son dos.

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Valentina

Primero vamos a ir al doctor y luego tendremos una reunión aquí en la casa, porque vienen todos, literal todos. Rafael y yo estamos emocionados porque hoy vamos a saber cuanto tiempo tengo, si el bebé y quizás su sexo. De la emoción no he podido dormir bien, en mi cabeza hay muchas cosas, muchas ideas y lo principal, me la paso imaginando como será cuando lo tenga en mis brazos.

Sé que ser madre no será fácil, pero también sé que daré el mil por ciento de mí para ser una buena madre, ¿qué digo buena? La mejor madre que mi bebé podría tener y Rafael, él será el mejor padre.

-¿Lista? -Rafael entró al cuarto-. Ya nos está esperando él auto.

-Ya estoy lista, sólo estaba pensando -tomé su mano y juntos salimos de la habitación.

-¿En qué estabas pensando?

-En lo mucho que deseo que el tiempo pase rápido para poder conocer a mi bebé, bueno, nuestro bebé -pasó un brazo por tus hombros.

-La verdad yo quiero disfrutar del embarazo, quiero ver como cada día te crece más la pancita, quiero disfrutar de las veces que se mueva, quiero disfrutar de cada pequeño momento desde ahorita.

-Eso está aún mejor -salimos de la casa. Rayo que andaba jugando al vernos se acercó a saludar.

-Nosotros ya venimos, portate bien -Rafael le dio un beso en la frente.

Ambos subimos al auto y El Seis nos llevó a la clínica. Al entrar de inmediato Rafael se encargó de todo el papeleo, un momento después se acercó y me dijo que éramos los siguientes.

-¿Cómo lograste que nos atendieran tan rápido? -pregunté al ver que habían algunas parejas esperando.

-Dinero, cariño -vio la hora en su reloj, un Rolex de oro y diamantes, la verdad es que no sé por qué lo trajo.

-¿Por qué trajiste ese reloj? No es nada discreto -susurré.

-Nadie se da cuenta -se encogió de hombros.

-Eso crees tú -varias de las parejas nos estaban viendo.

-Puede ser una copia.

-Sí, al igual que tu saco Gucci, tus zapatos Loubutin, tus lentes prada y tu cinturón Louis Vutton -se vio a si mismo-. Y sin contar la Suburban que nos espera a fuera.

-¿Qué quieres que haga? Todo mi closet está lleno de marcas -negué-. Amor, ¿en serio te vas a enojar por eso? Te recuedo que tú ropa también es de marca.

-Es sólo que me molesta que todo el mundo nos vea, no sé, es incómodo.

Ya tengo dos años casada con Rafael, pero aún me molesta que cuando voy a algún lugar, todos me vean raro porque llego en un auto último modelo, porque uso joyas y ropa costosa o porque llevo seguridad; siento como si me discriminaran sólo por tener dinero. Parece mentira, pero el dinero no sólo atrae miradas, sino también hipócritas, es por esa razón que no tengo amigos fuera de la familia.

-Mi vida que no te importen las miradas de los demás, concentrate en lo que vinimos a hacer, a ver a nuestro bebé, ¿sí? -acarició mi mejilla y me dio un beso en los labios.

-Está bien, voy a concentrarme en nuestro hijo -sonrió satisfecho. Su celular vibró y respondió.

-¿Qué pasó Sheko? Claro puedes llevarte mi avioneta -¿por qué querrá la avioneta de Rafael si él tiene como diez?-. Cualquiera, bueno, la roja no, está dando problemas. Está bien, sólo llega temprano para la reunión -colgó y guardó el celular en su saco.

-¿Por qué querías una de tus avionetas?

-Es que está aún está en Las Vegas y tuvo un problema con la de él -asentí. Un celular empezó a sonar y Rafael sacó otro celular, ahora del bolsillo de su pantalón.

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