63- Te amo.

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Rafael

-Rafael, ¿por qué estás así, cariño? -estaba sentado en la cama y Leslie me abrazó por detrás-. ¿Qué tienes, no me gusta verte así? -estaba llorando como un niño, una vez más.

-Traicione a uno de mis mejores amigos -la culpa de saber que el culpable de lo que le pasó a Lorenzo está vivo, no me deja tranquilo, desde que llegué al cuarto, no he parado de llorar-. Me siento muy mal por eso.

-Por favor no llores, no me gusta verte así, me parte el corazón. Rafael, yo te quiero ver feliz, no quiero que sufras -me dio un beso en el cuello y me abrazó más fuerte.

-No sé que haría sin ti -ladeé mi cabeza y le di un beso, que fue interrumpido por mi celular.

-Tu celular -negué.

-No quiero hablar con nadie.

-Puede ser algo importante -tomó el celular-. Yo responderé por ti -asentí-. Bueno... Sí, lo es. Rafael... -me puso el celular cerca.

-No quiero hablar con nadie.

-Rafael, en este momento está indispuesto, pero si le quiere dejar algún recado puede hacerlo... Está bien.

-¿Quién era? -empecé desatar los cordones de mis zapatos.

-Aquí dice... Valentina -fruncí el ceño. ¿Para qué puta me quiere?-. ¿Quién es?

-Mi ex.

-¿Osea que ella es la que te abandonó? -asentí. Durante en mi estadía en el hospital, le conté todo a Leslie.

-Pero no quiero hablar de ella -me recosté-, lo único que quiero es dormir, haber si la culpa se calma un poco.

-Cariño, no sé por qué te sientes culpable, pero estoy segura que lo que sea que haya pasado, no es para tanto.

-Desearía pensar igual que tú, pero como no lo hago, sigo sintiéndome igual de culpable -como todas las veces que hemos dormido juntos, me abrazó por detrás y empezó a darme besos en la espalda desnuda.

-Apuesto a que mañana te sentirás mejor, así que descansa -pasó una de sus manos por mi pelo, cerré los ojos y mientras ella seguía dándome besos en la espalda y masajeando mi pelo, me quedé dormido.

***

Cuando desperté Leslie estaba a mi lado, así que la abracé y empecé a darle a besos en el cuello, cosa que hizo que sonriera y abriera los ojos.

-Hola, bonita -la abracé fuerte-. ¿Dormiste bien?

-Sí, cariño -también me abrazó-. Y al parecer tú dormiste bien, ¿verdad?

-Siempre que estés conmigo lo haré -la hice girar y la dejé sobre mí- y como dijiste que no me dejarás, siempre dormiré bien.

-Eso justamente lo que quiero, que estés bien -recostó su cabeza en mi pecho-. ¿Qué hora es?

-Son las siete -dije viendo mi reloj que ayer no me lo quité-. ¿Te tienes que ir al hospital?

-Sí pero a las diez, ¿qué tal si desayunamos?

-Eso es perfecto -besé su mejilla.

-Entonces voy a ir a preparar el desayuno, mientras tú te bañas.

-Sí porque me tengo que ir temprano, debo ir a una bodega para revisar que ahí esté todo lo que necesitamos para mandar un cargamento a...

-Bien, ya entendí que tienes trabajo, así que ya me voy a la cocina -se bajó de mí y luego de la cama-. No te tardes mucho, tú siempre te tardas más que yo, eres peor que mujer.

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