Extra: Valió la pena.

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Rafael

Benjamín estaba muy entretenido viendo el vídeo del ultrasonido de sus hermanas, aunque aún no sabe que son sus hermanitas.

-¿Eto e ebé? -Benjamín señaló la pantalla y me vio.

-Sí, son dos bebés. ¿Te gustan?

-No -negó-. Peo ebé.

-No está feo.

-Shi, peo. Ete amben -señaló a la otra bebé-. Tan peo, mu peo.

-No. Tus hermanitas no están feas, son lindas.

-¿Nitas? ¿Eto? -debido a que hasta hace poco era hijo único, no sabe lo que son los hermanos, ni los amigos, ni nada de eso.

-Las hermanitas son -me quedé pensando en que ejemplo ponerle-. ¿Recuerdas a la mamá jirafa del libro?

-Shi, mami afa y afita.

-Exacto, la mamá girada tenía dos girafitas que jugaban.

-Shi, aban afita.

-Entonces las jirafitas, son hermanitas -frunció el ceño-, así como tú y las bebés.

-Ebé afita y Benjamín amben.

-No, ustedes no son jirafitas, pero si hermanitos -parpadeó un par de veces.

-Nitas -asentí con una sonrisa y él también sonrió-. No, no utan.

-Benjamín -negó y gateó hacia el pequeño librero-. Camina perezoso.

-No tiedo, papi -tomó un libro-. Pollo -me mostró un libro.

-Es un pato feo -hizo puchero.

-No, pato monito.

-Es un pato no un monito -reí.

-Papi, no tae ben -con su libro gateó hasta el sillón, se sentó y empezó a ver los dibujos.

-Benjamín -no me vio-. ¿Te gusta tener hermanitas?

-No tiedo nitas, yo tiedo afita -eché la cabeza hacia atrás y vi la enorme cabeza del oso en que estaba sentado. La habitación de Benjamín es como una tienda para bebés, llena de peluches, juguetes y cuentos infantiles.

-Benjamín Jared, dale un abrazo a papá.

-Benamín Aed, no tiede, etá vendo a tu pato.

-Benjamín Jared...

-No toy -lancé una carcajada.

-Eres un niño con mente de grande -siguió viendo su libro-. Tengo a tu perro y sino me quieres le voy a halar las orejas -me vio.

-No, papi, buabuau lele -hizo un puchero-. Poetito buabuau -empezó a llorar y me sentí muy mal por haber hecho eso.

-No mi amor, no llores, es mentira, no le haré nada -fui hasta donde estaba, le di su perro y lo abracé-. Ya no llores mi bebé, era una broma, no me gusta verte llorar -si hay algo que me duele y mucho es que mi hijo llore, odio ver sus ojitos tristes y cubiertos de lágrimas.

-Papi, no tote odeja a buabuau -abrazó a su perro y le dio un beso.

-Está bien, mi amor -recostó su cabeza en mi hombro, tomó el chupón que traía en su overol y lo metió en su boca-. ¿No estás grande para eso? -negó-. Cierto, aún eres un bebé -cerró sus ojitos, se acomodó mejor y se quedó dormido. Yo me recosté y también me quedé dormido.

***

Mi celular estaba vibrando, así que abrí los ojos, Benjamín seguía dormido, así que me moví lentamente y lo saqué de mi bolsillo, era mi esposa y tenía otras llamadas perdidas.

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