39- Un disparo.

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Eran las cuatro de la mañana y yo aún estaba despierto, escuchando nuestras canciones: Amores con trampa y Capaz de todo. Mientras tanto seguía recordando tantos bonitos momentos, como el nacimiento de las niñas, un día que no olvidaré nunca, porque ese día Valentina y yo fuimos las personas más felices en este mundo, ese día estuvimos juntos en todo momento. No hubo momento ni persona que pudiera alejarme de mi esposa y mis hijas.

Recuerdo cuando la enfermera nos las mostró...

-Mira mi amor, son tan pequeñas y hermosas -Valentina empezó a llorar y yo hice lo mismo.

-Y nuestras hijas, mi amor -yo besé su frente-. Gracias, gracias por darme este maravilloso regalo.

-Feliz doble cumpleaños, mi vida -me besó con amor.

Llegamos al hospital el treinta de diciembre a las diez treinta de la noche y las niñas nacieron entre las doce y una de la mañana del treinta y uno de diciembre, precisamente el día de mi cumpleaños. Uno de los cumpleaños más felices he inolvidables que he tenido en mi vida.

Al lado de Valentina tuve más buenos momentos, que malos, sin contar las discusiones pues siempre lo arreglábamos, pero los pocos momentos malos que tuvimos en su momento pusieron la vida de ambos en peligro. Como la vez que fuimos a Nogales, teníamos a penas diez meses de casados, ese día nos habíamos quedado en un hotel, porque no tengo casa ni departamento ahí porque es plaza del imbécil con el comparto Culiacán, así que ni yo tengo propiedades en sus territorios, ni él en los míos.

Ese día Valentina me acompañó pues yo tenía que ir a verme con un socio, el cual nunca apreció, cuando ya íbamos saliendo del hotel escuchamos disparos, de una camioneta roja bajaron cuatro hombres y estos empezaron a dispararnos, de inmediato nos lanzamos al piso y desde ahí empecé a disparar. Valentina tomó mi mochila, sacó mi otra pistola y también empezó a disparar.

Cuando a mí se me acabaron las balas, los dos tipos que quedaban vivos aprovecharon ese momento y que yo tenía dos heridas de bala, para agarrarme entre los dos. Ambos hicieron el intento de subirme a su camioneta, pero no lograron su cometido, pues mi esposa les disparó a los dos y los mató. Ese día ella me salvó la vida, cosa que nunca olvidaré.

Vi mi reloj, ya eran la cinco de la mañana, dejé el vaso vacío a un lado, me quité los zapatos y recosté ma cabeza sobre la almohada, si quiero hacer bien mi trabajo, necesito descansar por lo memos un par de horas.

***

-Son las nueve y cincuenta, se supone que sale al balcón a las diez, pero la verdad es que esto ahora lo estoy viendo sospechoso -a través de la mirilla del rifle estaba revisando los balcones del hoy vecino.

-¿Por qué sospechoso?

-A Efrén le dijeron que salía a hacer ejercicio, pero en ninguno de estos balcones hay equipo para entrenar.

-Quizás no ocupa.

-Espero que sea eso, pero en caso de que no aparezca a más tardar a las diez quince, guarden mis cosas porque nos vamos de inmediato.

Traigo un fuerte dolor de cabeza, pero necesito ignorarlo pues debo apuntar y atinar a la cabeza, para mayor seguridad.

-Ya todo está guardado en su maleta señor -asentí sin despegar la vista de la mirilla.

No sabemos exactamente en qué piso está, por lo tanto debo estar pendiente. Con respecto a Valentina, hoy desperté mejor, más positivo y con ganas de seguir con mi vida y esta vez es en serio. Así como es en serio que no voy a rodearme de mujeres para un rato, ya voy a dejar esa inmadurez de lado, tengo tres, bueno, cuatro hijos y ya no estoy para tener a alguien sólo para sexo.

Ahora quiero a alguien estable, alguien con quién pueda compartir momentos y no sólo unos minutos de placer. Quiero conocer a alguien con quién incluso pueda compartirle a mis hijos, con quién pueda tener más, por que sí, Rafael Vega, ahora es todo un amante de los niños, o al menos de los míos, porque los niños ajenos me desesperan.

En estos tiempos siento que ya no estoy para tener aventuras, ahora estoy para conocer a alguien, enamorarme y pedirle que sea mi esposa y mi compañera del resto de mis días. Pero bueno, mientras eso pasa, voy a invertir mi tiempo en mis hijos y en mis negocios.

Vi mi reloj y éste indicaba las diez y cinco, aún no había nadie en ningún balcón de todo el estúpido hotel. Si dentro de diez minutos no aparece nadie, lo mejor será que nos vayamos.

-Señor, ¿qué tal si hoy no le toca hacer ejercicios?

-Seis, a Efrén le dijeron que todos los días sin que faltara unos solo lo hacía, ¿así que por qué justamente hoy no lo haría? Solo tiene ocho minutos para aparecer, de no ser así nos vamos.

Seguí viendo el lugar y constantemente mi reloj. Dieron las diez y catorce y nada así que me levanté de dónde estaba, en el preciso momento en que lo hice, se escuchó un disparó y por instinto nos lanzamos al suelo. Dejamos que pasarán unos minutos y al no escuchar otra detonación, nos pusimos de pie.

-¿De dónde puta venía ese disparo y lo más importante había dónde iba por que hacia nosotros no fue?

-No lo sé señor, pero lo mejor será que nos vayamos, no vaya a ser y nos maten aquí -asentí.

El Quince tomó el estuche de mi rifle, El Seis mi maleta y yo un abrigo que tenía sobre el sofá, salimos de la habitación el pasillo estaba vacío, así que no me apresure a cubrir el rifle, el cual colgué en mi hombro y luego sobre éste puse el abrigo. Los tres por cuestiones de seguridad bajamos por la escaleras, porque sí el disparo era para nosotros, que lo dudo, podrían estar esperándonos.

Cuando atravesamos la puerta de salida de emergencia, tres autos estaban esperándonos, cada quién se subió a su auto correspondiente y los conductores arrancaron. No sé porque, pero de repente me llegó un mal presentimiento y de inmediato pensé en mis hijos, ¿qué tal si le hacen daño? ¿qué tal si desde el principio el objetivo eran mis hijos? Mil cosas se me pasaban por la mente y éstas sólo lograron causarme un ataque de pánico que provocó que me empezara a faltar la respiración.

-Llama al Seis -le dije al chofer con la respiración entre coartada-. Seis, ¿ya sabes a dónde iba el disparo?

-Sí, señor y no son buenas noticias.

-¿Le paso algo a mis hijos? Por favor dime que no les pasó nada que ellos están bien.

-Tranquilo, ellos están bien -respiré hondo-. Pero aún así no son buenas noticias, pues el disparo... El disparo era para su esposa.

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