Capitulo 26

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Un rato después se estacionaron frente a un portón. Alguien les abrió y entraron. Era una casa enorme que ella no había visto antes. La rodearon y se detuvieron frente a una fuente.
El chofer se desmontó y le abrió la puerta para ayudarle a bajar.
Ella lo hizo de mala gana y se quedo para allí.
--Y ahora que?
--suba las escalinatas y hallara la puerta.
--Y donde esta su "jefe" si se puede saber?
--Al rato estará con usted
--No vas a dejar que me vaya cierto?
El hombre negó con la cabeza.
Ella dio media vuelta e hizo lo que el conductor le indicaba.
Una vez adentro pudo ver que el interior de la casa era muy bonito y decorado con buen gusto.
El salón era amplio y una mesa de estilo victoriano dominaba el centro. Las paredes estaban cubiertas de cuadros de pintores famosos y el techo alto lucía unas hermosas lámparas.
Caminó unos pasos pero se detuvo. Ni siquiera sabia de quien era aquella casa. Pero la curiosidad pudo más y se puso a ver los cuadros.
Monet, Picasso, Da Vinci, Botticelli, Miguel Ángelo y muchos otros, cubrían las paredes de extremo a extremo.
Siguió mirando y notó que sobre la chimenea habían varias fotos enmarcadas se acercó y tomo una donde había una mujer joven sentada sonriendo, con un niñito de unos tres años en las piernas. Lo miró detenidamente y no pudo evitar sonreír. Pasó los dedos por el vidrio. Se dio cuenta de lo que hacia y la puso en su lugar.

Siguió mirando las fotos y pudo ver a la misma mujer con el niño, solo que esta vez había un hombre joven y apuesto parado tras ella. En seguida adivinó de quien retrataba, el parecido con Fer era impresionante.

En ese instante escuchó el ruido de una puerta al cerrarse pero no se volteo. Sabía quien era. Su aroma lo delataba. Pudo oír sus pisadas al acercarse y todos sus nervios se dispararon.

Lo sintió pararse detrás de ella. Lo sintió respirar y finalmente sintió como apoyaba su enorme mano en su hombro.

--Lucero?
Ella no se movió, no quería enfrentársele
--Pollo que te pasa?
Finalmente se giró y Fer pudo ver en sus ojos todo el caos que era su interior. Pero ella no iba a darle el gusto de que viera lo afectada que estaba y reuniendo el ultimo restro de valor que le quedaba, le sonrió

--No pasa nada Fer—se alejó unos pasos, debía poner distancia entre ellos—Porque tendría que pasar algo?
--Talvez por el pequeño detalle de que no me dijiste que vendrías a Miami.
--Ah... eso!—Lucero se encogió de hombros—Lo olvidé
--Lo olvidaste!—Fernando estaba anonadado—es todo lo que vas a decirme?
--Que mas podría decirte Fer?, que mas?
--No se—Fernando se le acercó y ella dio unos pasos atrás, lo que lo hizo fruncir el seño—no entiendo nada.
El se acercó más y ella volvió a retroceder.
--Porque estas huyendo de mi?
--no estoy huyendo
--Has dado dos pasos hacia la pared—finalmente ella se quedó inmóvil cuando el se acercó. Pero sus ojos estaban llenos de algo que Fer no había visto nunca. El levantó una mano y le acarició la cara.
--Dime que tienes bonita?—ella apartoo la mirada—dime que hice para que te pusieras así?
Ella abrió los ojos y lo miró
--Te parece poco haberme traído acá a la fuerza?
--No es eso lo que te molesta—el bajó la mano pero no para soltarla sino para rodear su cintura. Sus cabezas juntas y sus labios muy cerca.
--No hay más nada
--Porque será que no te creo
--Suéltame Fer—Lucero apretó los dientes y forcejeó para liberarse—Suéltame
El la apretó más
--No hasta que me digas que te pasa.
--Está bien, te diré pero —ella volvió a empujarlo— solo si me sueltas
El la soltó y ella se alejó lo más que pudo de el. Buscó su cartera y sacó la revista.
Se volvió hacia Fer y salvo la distancia que los separaba pero no tan cerca.
--Solo dime—Abrió la revista por la pagina correcta y sujetándola en la palma abierta se la restregó en la cara—Si este no eres tú!
--No creerás lo que diga esa revistucha verdad?
-- Eres tu si o no?

Fernando tomó la revisa en la mano y la estudio detenidamente. Era real, ese era el y esa era su casa. Y lo peor era que si había ido a recoger esa mujer al aeropuerto.

Miró a Lucero y no pudo más que decir la verdad.
--Si, soy yo—Ella sintió en los ojos al el escozor de las lágrimas—Pero, todo tiene una explicación.
--No quiero oírte
--Bonita, yo no...—El se le acercó y ella lo golpeó con fuerza en el pecho
--Dije que no quiero oírte!
El se tambaleo pero no se alejó ella volvió a golpearlo y esta vez el la agarró con fuerza por las muñecas
--Pues aunque no quieras si vas a tener que escucharme
A ella ya le rodaban las lágrimas.
--No quiero—se retorció pero el no la soltó—No quiero saber nada mas
--No seas necia mujer!
El tono abrupto con el que habló asusto a Lucero y la hizo mirarlo a los ojos
--Porque?—Ella no sabia ni porque lo estaba preguntando
--No es lo que piensas
--Pero la llevaste a tu casa
--Si, pero no es lo que parece
--Entonces dime como es
--No puedo—Fer la soltó y le dio la espalda—no puedo
Ella soltó una carcajada sin humor
--No puedes porque no tienes una explicación
El le dio el frente
--no es así
--Y como es entonces—Lucero se puso las manos en las caderas y subio el menton—Como es Fer?
Fernando la miro sereno, esa pose ya la conocía, era desafiante, y significaba que no desistiría hasta hacerlo hablar.
--Es una larga historio
--tengo toda la noche para oírla
--Ven, sentémonos
Ella lo siguió y se sentaron uno frente al otro. Fer le contó todo lo relativo a esa mujer y el motivo por el que estaba en su casa.
--Y porque no vino aquí?
--Le queda lejos de la oficina y además desde allá nadie lave entrar ni salir—Fernando la miró a los ojos—Pero yo no estoy allá, me estoy quedando aquí.
Lucero se puso de pie y el la siguió.
--A donde vas?
--Ya te escuche, ya me puedo ir
--Pero así no mas?
--Tienes algo mas que decirme de este asunto?
--No pero..
--Entonces ya nada me detiene aquí
Ella se giró para marcharse, pero el la sujetó por el brazo
--No tan rápido señorita!—la giro para que le diera el frente—no he terminado con usted
La cargó y subió con ella por las escaleras, Lucero pataleaba, pero el no la bajó. Entró a una des las habitaciones. Y tras cerrarla se tumbó con ella sobre la cama.

--Eres un bruto! –le gritó ella con los dientes apretados
--Si lo acepto— le tomo la cara con las manos—Y en este instante te voy a hacer el amor.

El corazón de Lucero golpeó en su pecho como un tambor. Fer bajo la cabeza y ella pudo sentir el rose de sus labios en los suyos y fue conciente del cuerpo masculino que la apretaba contra el colchón. Fer acaricio sus labios con la lengua reclamándole entrada y ella se rindió al placer de dejar que la besara.
Le rodeó el cuello y el profundizó el beso. Sus cuerpos se fundieron en un calido abrazo y todo desapareció a su alrededor. Solo sentía la piel de Fer rozando la suya y sus manos recorriéndole el cuerpo.

"Almas Gemelas" Lucero y FernandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora