Capitulo 63

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Se sostuvieron la mirada un instante. Fernando estaba tan serio que parecía una estatua romana. Ella temió que siguiera enojado y sintió que un aire frío le golpeaba el rostro.

--Estas aquí—odiaba esa falta de emoción que le noto en la voz, era preferible que estuviera enojado.

--Si
--A que viniste?

--Fer...--su corazón latía con fuerza. Como podía explicar lo sucedido? El había encontrado a su ex en su casa, en pijama y en medio de la noche, y la verdad no tenia mucha lógica que estuviera allí a esas horas.
--A que?

Bueno ya estaba claro que no iba a ponérsela fácil, así que ella decidió hablar...y rápido.

--Manuel no...
--Manuel no que?—Fernando le dio la espalda nuevamente, su voz sonó suave pero ella pudo notar que estaba conteniendo la ira —No estaba en tu casa a media noche y casi desnudo?

Lucero sintió que la furia la invadía. Quiso gritarle pero recordó que el tenia algo de razón al estar enojado, amen de que eso solo empeoraría las cosas. Debía en cambio hacerlo entender.
Lentamente se acercó y le puso una mano en el hombro. Lo sintió tensar los músculos bajo sus dedos pero, para su sorpresa, no se apartó.

--No es así.
--Y como es?—Fernando le dio el frente al fin—dime como es, Porque por Dios bendito que no lo entiendo!
--me sentía mal y...mi madre no estaba en la ciudad
--y te pareció lo mas lógico llamar a Manuelito no?—Fer se le acercó hasta casi tocarse—Claro y el mas que dispuesto a ir a rescatarte.
--No puedes creer que yo...que el y yo..
Fernando la agarró de los hombros y la hizo mirarlo a los ojos.
--No creo nada!—la apretó con fuerza—No quiero creer nada, solo quiero...creer en ti.
--Cuantas veces tendré que decir que no es lo que crees!
--Odio verte con el! Que no lo entiendes?
Lucero sintió humedecerse sus ojos

--El que no entiende eres tu!—Fernando vio sus ojos, llenos de lágrimas y por un segundo la sintió desfallecer. Como pudo tratarla asi? Ella estaba esperando un hijo suyo. Y si algo le pasaba por su culpa, no se lo perdonaría— Fer yo no..
--Ya se—La sostuvo con firmeza—Perdóname bonita, yo... estaba celoso——y soy un *******!

Lucero no respondió aunque estaba muy de acuerdo.

El le apoyó la cara en su pecho y descansó su cabeza sobre la de ella. Una cálida sensación la recorrió a Lucero cuando lo sintió envolverla en sus brazos, aspiró su aroma y eso le alivio un poco el nudo que tenia en la garganta.
La apretó más fuerte y ella tuvo que protestar

--Estas...apachurrando...al...bebito.

Fer aflojó los brazos un poco pero no la soltó. En cambio bajo las manos lentamente hasta posarlas en su cintura. Y llevó los labios hasta su oído.
--Yo no lo escucho quejarse—Fer arrastró los labios desde el lóbulo de su oreja a lo largo de su cuello y se detuvo justo donde pulsaba la sangre en su garganta. Ella cerró los ojos al sentir que el le daba besitos ligeros al subir por su barbilla.

Y ella esperó.

Espero con el estómago encogido, aquello que anhelaba más que nada en el mundo.
Y cuando al fin sintió el roce de sus labios sobre los suyos, supo que todo andaría bien.

Fernando presiono su boca contra la de ella Y Lucero sintió el roce de su lengua sobre los labios. Casi sin querer ella abrió la boca para dejarlo entrar. Pero el no tenia prisa, y se limitó a acariciar sus dientes y el interior de sus labios. La caricia le envió una descarga por todo el cuerpo, le aflojó las rodillas y ella tuvo que aferrarse a sus hombros para no caerse.

Lentamente llevo sus manos bajo la chaqueta de Fer y lo acaricio por encima de la tela de su camisa. Quería sentirlo y sus manos buscaron el borde superior de su pantalón. Le sacó la tela y lo sintió estremecerse cuando al fin sus dedos tocaron la piel de su espalda.
Fernando la estrecho aun más y le asaltó la boca con avidez. Tomó sus labios entre los suyos y los succionó. La mordisqueo ligeramente ejerciendo una leve presión con los dientes.

--Fer...
--Mmm?
--No...podemos—jadeo al sentir sus manos en el trasero—aquí no...
El levantó la cabeza para mirarla a los ojos.
--Quien lo dice?
--Es que...
El volvió a besarla hasta ahogar sus protestas y después sintió como la alzaba del suelo y la depositaba suavemente sobre el sofá.

La dejó solo un instante y presionó un botón del intercomunicador.

--Srta.?
--Si?—la voz de la secretaria se dejo oír al otro lado.
--Ya no recibiré a más nadie por hoy.
--Y su cita con el contratista?
--Cancélela
--Muy bien. Desea algo mas?
--En realidad si—Fernando miró a Lucero y ella vio el fuego en sus pupilas.
No pudo evitar dejar escapar una sonrisa el notar lo ambiguo de su respuesta.

--Usted dirá?
--Nada—le devolvió la sonrisa—solo que no me interrumpan.
--Bien.
Fer volvió a apretar el botón y se hizo el silencio.

El dejó de sonreír y la miró fijamente.
Se quitó la chaqueta y la corbata.
Se abrió los puños de la camisa. Soltó el cierre de su correa y se acercó despacio.
Era hermoso, y seria todo de ella.
Hasta la ultima fibra de su piel.

Lucero contuvo el aliento mientras esperaba que se acercara lo suficiente para poder tocar su pecho desnudo. Pero, el no se sentó a su lado como ella esperaba, en cambio se arrodilló frente a ella y tomó una de sus piernas.

Fernando recorrió el contorno de su bota hasta dar con el cierre y lo abrió, deslizó la bota por su pie hasta que estuvo libre y luego repitió la operación con la otra pierna.

Ella lo observaba con las palmas abiertas sobre el sofá. Sus manos ascendieron hasta sus muslos envueltos en los vaqueros y sus dedos abiertos delinearon la costura interna hasta detenerse sobre su feminidad. Entonces se miraron de frente. El calor floto en el aire y Lucero sintió las manos de Fer subir por sus brazos y apartar su chaqueta hombros abajo.

El tenia los labios entreabiertos y los ojos fijos el los labios de ella. Lento pero sin pausa acercó su boca y volvió a besarla, deslizando los labios sobre los de ella, dulce, y calidamente. Sin exigir, solo...invitando.

El se separó solo lo necesario para desabrocharle los vaqueros y sacárselos por las caderas. Lucero sintió la textura del sofá bajo la piel y los dedos de Fer recorriendo sus piernas desnudas. Después el desabrochó uno a uno los botones de su blusa y sus pechos, envueltos en un sujetador de encaje blanco quedaron a la altura de sus ojos.

El hundió la cara en medio y la respiro, profundo. Ella lo escuchó soltar un suspiro mientras ella le acariciaba el pelo con ambas manos tanto para sentir su suavidad como para que no se apartara de donde estaba.

Finalmente los liberó a ambos de toda barrera entre ellos y la abrazó dejando que sus pieles desnudas se tocaran. Rozó su espalda con las manos abiertas y dejó que su boca muriera sobra la de ella.

Lucero cerró los ojos y dejo que la sensación de sus dedos sobre la piel la inundara. Dejó que su boca se llenara del sabor de sus besos y que su alma se embriagara con ese aroma tal propio de el.

Entonces, lo sintió empujarla, hasta colocarla debajo de su enorme cuerpo. Lo sintió apretarla contra el sofá y sintió su boca por todas partes.
Era una dulce tortura y Fer sabia como prolongar aquello hasta hacerla jadear.

Y así despacio pero sin detenerse le hizo el amor.
Como solo él sabia hacerlo.
Como solo ella quería que lo hiciera.
Como solo a ella quería hacérselo
Con el corazón.
Y una vez más se elevaron a ese lugar donde solo llegan las personas que se aman realmente.
Y enredados uno en los brazos del otro... tocaron el cielo.

"Almas Gemelas" Lucero y FernandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora