Capitulo 39

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Fer se bajó de la camioneta y la nenita corrió a abrazarlo, el la alzo del suelo sin esfuerzo. José Manuel también lo saludó y cuando estuvo cerca se inclinó a darle un beso a su madre. La nena le rodeaba el cuello y el apenas veía a través de sus rizos sueltos.

Se miraron un instante. Su rostro seguía inexpresivo y Lucero temió haber perdido la facultad que tenia de saber lo que estaba pensando con solo mirar esos ojos que tanto amaba. El le sonrío ligeramente y ella le devolvió la sonrisa aunque sin mucho entusiasmo.
--Nos vamos?—Fue todo lo que dijo y se giró aun con la nena en brazos
Todos le siguieron y el puso a la niña en el suelo al ver que se acercaba otro vehiculo. Era su chofer. Este se bajó y Fer le ayudó a subir las maletas.

Entonces les hizo señas de que subieran con el. La madre de Lucero y los niños subieron atrás, dejándole el asiento de adelante a ella. Inesperadamente, Fer le dio la mano para ayudarla a subir y, aunque su cara no mostró ninguna emoción, su mano se cerró con fuerza sobre la suya y sus dedos le acariciaron la piel al soltarla. Una corriente le recorrió el brazo y le asomo un atisbo de sonrisa.

Salieron del estacionamiento con rumbo desconocido para ella. Se vio tentada a preguntar pero ya no le importaba donde irían. Miro atrás y su madre le sonrío. Ella le devolvió la sonrisa y miró las caritas emocionadas de sus hijos. Se giro a mirar a Fer y este estaba concentrado en la carretera. Ella miro al frente y se acomodó en el asiento.

Todo estaba bien.
Su madre.
Sus hijos.
Y el hombre que amaba.
Que mas podía pedir?

Llevaban una hora de camino cuando Fer se inclinó a cambiar de estación en la radio. Paso el dial en busca de una emisora que parecía no sintonizar bien. Frunció el ceño al no hallar lo que buscaba y miró a Lucero. Ella se había quedado dormida.

Siguió buscando hasta que se dio por vencido. Entonces recordó lo que traía en la guantera. Bajó el mecanismo y, un estuche de piel negra, le cayó sobre las piernas. Con una mano lo abrió y saco un CD. Lo introdujo en la ranura y las notas de una melodía llenaron el aire.

Lucero se despertó, no sabía bien porque. O... si sabía
La música de una de sus canciones le llegó a los oídos pero la voz intérprete no era la suya. Era una voz mas grave, profunda. Una voz masculina muy parecida a la de...Fer?

Lo miró y se sorprendió de oírlo cantar. Sonaba algo desafinado pero la sensación que le causo oírlo fue muy placentera. Entonces la voz melodiosa de la nena se dejo oír a su espalda. Se giró y se dio cuenta que todos estaban coreando la canción. Miró nuevamente a Fer y este la miró y le sonrió.

Así siguieron todo el camino. Cantando sus temas y de vez en vez, Fer hacia un ademán hacia ella y todos se callaban para dejarla cantar. Varias veces pararon para tomar un refrigerio e ir al baño. Y después de unas cuatro horas de camino y, tras cruzar la ciudad de Miami, llegaron a un puerto. La camioneta rodó hasta detenerse a unos metros de una embarcación que a Lucero se le hizo muy familiar.

Todos bajaron del coche y Fer se adelanto a subir al barco para minutos después volver a bajar.
Les indicó que subieran y a los nenes no tuvo que repetírselos, se fueron ansiosos arrastrando a la abuela por una mano. Entonces vio que Lucero se quedo parada donde estaba y se le acercó
--Porque no subes?--era la primera vez que se dirigía a ella directamente
--Estaba a punto de hacerlo

El le ofreció la mano y ella se la tomó. Caminaron por el tablón y, una vez en la cubierta, fueron a buscar a los demás.

Los niños estaban mirando el mar y la abuela conversaba con el capitán. Este al ver a Lucero le sonrió
--Señora—le tendió la mano y ella se la estrechó con calidez a la vez que le devolvía la sonrisa.
--Capitán.
--Ya estamos listos para zarpar?—pregunto Fer

El capitán asintió y se fue a la cabina. Fer lo siguió. Lucero se sentó junto a su madre y en seguida sus hijos le hicieron compañía.

Navegaron durante un par de horas. Tuvieron tiempo de cambiarse la ropa por los trajes de baño y hasta tomaron una rica merienda que les preparo Fer. Los niños estaban histéricos de alegría mirando el océano y la madre de Lucero suspiraba de felicidad. Al cabo de ese tiempo avistaron en el horizonte algo parecido a una playa y Lucero no lo podía creer. Se acerco a la barandilla del barco para ver mejor y sintió algo extraño al notar hacia donde se dirigían. En ese instante Fer se paro a su espalda, le rodeo la cintura con las manos y apoyó la barbilla en su cabeza.
Ella colocó las manos sobre las de Fer y así se quedaron mirando la costa.
Los dos sin hablar.

El barco se detuvo y el capitán dispuso el bote salvavidas para que bajaran a la playa. La abuela y los niños bajaron primero pero Lucero y Fer se quedaron parados donde estaban.
El la giró para que le diera el frente.
--Que te parece? te gustó la sorpresa?
--Es un lindo detalle—Ella miró al horizonte, no quería que el notara la emoción que le produjo el gesto—le pusiste mucha atención a lo que te dije aquella vez
--Siempre pongo mucha atención a todas y cada una de las cosas que me dices
Ella lo miró al fin
--Siempre?
El se inclinó hasta que sus narices se tocaron
--Siempre
Entonces, le dio un beso suave, apenas un rose de los labios. Pero eso basto para despertar los sentidos de Lucero haciéndola cerrar los ojos. Pero, justo cuando estaba preparada para que se profundizara el beso, Fer se apartó.

--Debemos bajar ya
--Que?—ella lo miró con cara de despiste
--Bajar, del barco
--Ah...si claro, el...barco

Una vez en el bote, se dirigieron a la playa y Fer les ayudo a bajar cuando llegaron a la orilla. Luego el y Jóse arrastraron la embarcación y la aseguraron para que no se fuera con la marea.

Bajaron todo y se dispusieron a relajarse. Lucero les echó bloqueador solar a los nenes y los dejó jugar en la arena. Luego, se tendió bajo el sol a observarlos corretear de acá para allá. Su madre la acompañó y ambas vieron a Fer unirse a los niños en el juego.

Ellos lo perseguían y el se dejaba alcanzar adrede y se desplomaba en el suelo con gesto de aparente dolor, para luego levantarse de un salto y ser él quien los persiguiera emitiendo un rugido de fiera, lo que le arrancaba chillidos de alegría a la nena.

--Es un hombre muy especial no te parece?—la madre de Lucero hojeaba una revista y ni siquiera la miró al hablar
--Si—ella estaba más que de acuerdo—Mucho
--Lo quieres?
--Creo que sabes la respuesta
--Si, pero quiero oírtelo decir
--Lo amo mama. Es el hombre de mi vida
--Manuel también lo era y ya ves
--Es diferente
--si nena, Fer es diferente y por eso no debes herirlo
--Herirlo?—Lucero no entendía a que se refería su madre—Yo jamás le haría daño mama.
--Talvez creas que no—La señora se volteó a verlo y Lucero siguió la dirección de su mirada. Ahora los nenes lo cubrían con arena y el estaba sonriendo como niñito—pero estaba muy triste cuando me llamó.
--Enojado querrás decir
--No, estaba triste. O decepcionado talvez
--Pero porque?
--Porque no esta seguro de que lo ames en realidad.
--Pero se lo he dicho mil veces
--no basta decirlo nena, debes demostrarlo.
--El te lo contó todo verdad?
--No todo, solo lo que consideró que yo debía saber
--Que cosa?
--Que te ama desde el mismo día que te conoció
--Ah si?
--Si—su madre la miró a los ojos— pero eso yo ya lo sabía.

En ese instante la nenita llego corriendo a buscar a la abue y tiro de ella hasta que se puso de pie y la siguió.

Lucero se quedó sentada, reflexionando en las palabras de su madre.
"No basta decirlo, debes demostrarlo"

Ella miro a Fer, estaba jugando con Jóse. Y sintió que la ahogaba el sentimiento. Suspiró para aliviar su pecho de la emoción.
--Yo te amo mi Fer—se dijo a sí misma—Te amo y claro que voy a demostrártelo.


"Almas Gemelas" Lucero y FernandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora