Capitulo 42

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La luz del sol se filtró a través del cristal de la ventana. Rodó por el piso y ascendió por la sábana que cubría los cuerpos de dos seres que dormían abrazados. Lentamente ascendió por sus siluetas hasta posarse en sus caras.
El abrió los ojos y, tras arrugarlos por la luz brillante, la vio a ella. Con su carita de niña y una expresión de dicha en el rostro. Alzó su mano y dibujó el contorno de sus labios que ahora reposaban quietos. Pero que la noche anterior le habían quemado la piel con sus besos.

Acercó la nariz a su cabello desparramado sobre la almohada e inhaló su aroma a fresas. Sonrió al pensar en lo que ese olor le traía a la memoria. Era dulce y le llenaba el pecho de una gran emoción que le atenazaba la garganta. La amaba mas que a la vida misma y estaba seguro que sin ella le sería difícil incluso respirar.

La rodeó con sus brazos aun dormida, queriendo fundirla con su cuerpo. Estaba tan unido a ella que, en el único lugar donde se sentía a salvo y en paz era, cualquier lugar del mundo donde ella estuviera. Había estado a punto de perderla y se le encogía el alma de solo pensarlo.

Volvió a acariciar sus labios y esta vez su caricia la despertó. Ella entreabrió los ojos y el vio sus pupilas destellar con el sol.

--Buenos días mi Fer—Ella le sonrió y el corazón de Fernando latió con fuerza. Respiró hondo para calmarse y poder hablar.
--Buenos días bonita—ella abrió completamente los ojos y le sonrió mas ampliamente.
--me encanta cuando me dices así
--Si?
--Aja
--Por?
--Porque me haces pensar que realmente lo soy
--Es porque realmente lo eres—le pasó un dedo por la mejilla—eres la mujer mas hermosa del mundo.

Ella se incorporó y la sábana se corrió un poco de sus hombros dejando al recubierto el nacimiento de sus senos.
Fernando bajo la mirada y un atisbo de sonrisa le subió a la cara.
--Y la mas sexy también.

Lucero se carcajeó y volvió a poner la cabeza en la almohada. Una pícara idea le vino a la mente. Movió su pierna y la puso sobre la de Fer. El la miró y ella le sonrío. Entonces, deslizó la pierna hacia arriba hasta que su pie tocó la piel del muslo de Fer. Este dio un respingo y ella siguió con lo que hacia. Movió lo dedos hasta que estuvieron el la parte interna casi tocando su masculinidad pero se detuvo y retrocedió el sendero hasta su pantorrilla. Fer estaba transfigurado y ya no recordaba ni en que día de la semana estaban.

--Es así como harías que cualquier hombre pierda el juicio con facilidad
--No quiero que cualquier hombre pierda el juicio por mi—Volvió a mover el pie—solo quiero que lo pierdas tu.
--Por suerte —Se puso de pie—aun me queda algo de control antes de perderme.

Lucero lo miró con extrañeza. Se suponía que no era esa la reacción que esperaba de el. Pero cuando ella creyó que lo dejarían hasta ahí, el la levantó de la cama aun con la sábana encima y la llevó en brazos hasta el baño. Cerró la puerta de golpe y la dejó en el suelo, no si antes liberarla de la sábana.

Ella lo vio abrir la ducha y empujarla hacia adentro. Luego entró el y los metió a los dos bajo el chorro. El agua los empapó y el la pego de la pared.

--Bésame—Le dijo Fer poniendo las manos a ambos lados de su cabeza.
--Como?
--O mejor te beso yo

Descendió la cabeza y le aprisiono los labios entre los suyos. El agua les rodaba por la cara y ella sintió la humedad en la boca, pero solo por un instante, pues al momento el beso le calentó los labios. Lo rodeo y apoyó la manos en su espalda. Su piel mojada se deslizaba contra la de Fer. El la apretó más y el beso se hizo más intenso y exigente. Ella sentía el calor ascender por su garganta y quemarle el cerebro.

Despacio fueron rodando hasta el piso de la bañera. Y sin saber bien como, los dos se acomodaron allí. Lucero sintió el frío del piso en la espalda y de pronto estaba apretada entre dos rígidas estructuras. El piso y el cuerpo de Fer. El chorro de la ducha seguía abierto y el agua les rodaba por la piel refrescando un poco el calor que se habían provocado.

Fer la besó con fuerza exigiendo la entada en su boca. Ella lo dejó hacer sin protestar. Despacito lo sintió llenarla con su cuerpo y el deseo la arrastro hasta lo más cerquita del cielo. Era algo incomodo tener ese hombrote encima pero era tan sensual lo que le estaba haciendo, que, un poco de incomodidad, a veces venia bien.

Se hicieron el amor lentamente, disfrutándose. Saboreando el néctar que destilaba el deseo en el aire. Colmándose, complementándose como ruedas de un engranaje. Se habían amado tanto la noche anterior que le sorprendió lo mucho que aun se deseaban. Y así entrelazados, comprendio que siempre sería de esa manera. Que nunca tendrían suficiente el uno del otro. Lo desesperadamente que necesitaba uno del cuerpo del otro.
Era así siempre.
No importaba las veces que sus cuerpos se encontraran. El tocarse los inflamaba y ardían hasta consumirse en la pasión.

Rato después estaban vistiéndose cuando alguien llamo a la puerta.
--Señor?—era el ama de llaves
--Si
--me dijo que le avisara en cuanto doña Lucero y los niños se levantaran
--Ah si, gracias
El escuchó los pasos del ama de llaves al alejarse

--Bien—Dijo el volviéndose a mirar a Lucero—es hora de salir, nos espera un largo viaje
--Si, y no voy a preguntar a donde
--Mejor no

Se dieron otro beso, Lucero se agarró del cuello de Fer y le dejó ver que aun no había tenido suficiente de sus besos.

--Ah mujer golosa!
--Si dices que no estas de acuerdo mentirías
--Si, claro que estoy de acuerdo.

Un último besito y los dos salieron al pasillo tomados de la mano.

Los niños y la abuela estaban en el jardín comiendo panqueques. Lucero le sonrió a su madre y esta le devolvió la sonrisa con expresión de pura complicidad. Le alegraba que por fin su hija fuera feliz junto al hombre que amaba. Y, el hecho de que ese hombre la amara y valorara como sabia que lo hacia Fer, era suficiente para estar contenta.

--Jóse—Dijo la abuela—Cuéntale a tu mama donde nos llevara Fer a pasear
--Al Polo Norte!
--Que?—Lucero estaba sorprendida.
--Si mami!—grito la nena—Vamos a ver los pingüinos
--Santo Dios!—Miro a Fer y este se encogió de hombros
--Ellos lo decidieron, yo no tuve nada que ver.

Lucero giro los ojos en redondo y se dejo caer en la silla junto a su hijo.
--De modo que al Polo Norte eh?
--Si!—dijo el niño sonriendo—allá ahora siempre es de día hasta cuando es de noche—entonces, hizo un gesto de no entender lo que acababa de decir—Como es eso posible mami?

Fer fue quien se lo explico y el niño quedó satisfecho con la explicación.

Después del desayuno dispusieron todo para salir, Fernando le encargo la casa a sus empleados y salieron al aeropuerto bajo la más estricta confidencialidad como era de esperarse. Viajaron en una avioneta privada hasta que estuvieron lejos de miradas indiscretas. Y en cuanto estuvieron seguros abordaron el avión que los llevaría con rumbo al Norte.

"Almas Gemelas" Lucero y FernandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora