Lucero se movió en la cama y estuvo a punto de caer al suelo. Fer la sujetó y ambos se carcajearon.
--De todas las habitaciones que hay en esta casa—Fer la apretó más—Y tuve que entrar en esta.
--Al parecer—Ella recorrió su pecho con la punta de los dedos—llevabas mucha prisa y no te fijaste lo que hacías
--Digamos que...me urgíaSe dieron un beso suave pero largo. Luego se dieron una duche juntos y al salir, ella recogió del suelo la camisa de Fer y se la puso. Caminó por la habitación deteniéndose de cuando en cuando para observar la decoración.
—Tienen algún niño viviendo aquí?
--No
--De quien es?
--Era mía
--Ah yaFer tuvo que hacer un esfuerzo para no volver a tirar de ella. Sus piernas quedaron expuestas y esa era su debilidad. Lo volvían loco.
--Quieres ver el resto de la casa?
Ella sonrió en respuesta y Fer se puso unos jeans aunque se dejó el torso desnudo. Le tendió la mano y ambos recorrieron la parte superior de la casa. Tenía muchas habitaciones incluyendo la de los padres de Fer que era la principal.
Cuando llegaron a las escaleras, Lucero se detuvo.
--Que pasa?
--Es que solo traigo puesta tu camisa.
--No escucho a nadie quejarse
--Fer
--Ya—Le sonrió—si es por temor a que alguien te vea no te preocupes—le acaricio la mejilla con los nudillos—Estamos solos.La tomó de la mano y bajaron las escaleras, entraron a la cocina y siguieron con el resto de la casa. Luego se fueron a la sala y Fer encendió la chimenea.
--No hace un poco de calor para esto?
--Es solo para iluminar—Fer se sentó en el sofá y palmeó la cubierta para que lo acompañara—Vienes?
Lucero le sonrió y se acomodo a su lado. El la rodeó con sus brazos y ella se acomodo en su pecho y cerró los ojos.Ella le preguntó acerca de la casa. Fer le contó todo y como era que había decidido llevarla hasta allí
--Y tus padres no se molestaran si saben que tu y yo...youknow?
Fer le sonrió.
--No lo sabrán—el le dio un fuerte apretón—y aunque supieran dudo que les molesteLucero se pregunto si los padres de Fer sabrían algo de lo que pasaba entre ellos. Aunque probablemente no. Se vio tentada a preguntarle pero desistió de la idea pues ella no se lo había dicho a su madre. Aunque tenia serias razones para creer que ella lo sospechaba.
--Y donde están ellos ahora?
--En Europa—Fer le besó la frente—En su segunda luna de miel
Ella le sonrió y el le dio un beso en la nariz.
--Y mi ropa?
--Porque piensas que se algo de ella?
--Porque será?Lucero lo miró a los ojos y subió las cejas. Fernando soltó una carcajada y ella lo golpeó suavemente en el hombro.
--La verdad es que no pude conseguirla
--No hallaste al amigo del amigo de tu amigo?
--No fue eso
--Entonces?
--No tuve tiempo
--Pues para no haber tenido tiempo, todo te salio muy bien.
--Casi me da infarto cuando me enteré que estabas aquí
--Porque?
--Porque no me dijiste que vendrías
--Estaba molesta
--No lo vuelvas a hacer
--Es una orden?—Ella levanto el mentón
--No, solo una petición
--Eso suena mejor
--No vuelvas a hacerlo—Repitió el acariciando su cara—no es bonito lo que sentí
--Que sentiste?
Fernando guardó silencio y ella vio todo su interior reflejado en su mirada.
--Lo siento—esta vez fue ella quien le acarició la cara—Eres la última persona a la que querría hacerle dañó.
-Acabo de darme cuenta de algo—la miró muy serio
--Que cosa?
--Tú eres la única persona que realmente podría dañarme si se lo propusiera
--Yo jamás...nunca...
--Lo se—el le tomó la cara entre las manos—Y por eso te amoLucero le sonrió como solo ella sabia hacerlo y a el se le aceleró el pulso por millonésima vez. Le besó los ojos y luego rozó sus labios despacito, sin exigencia, solo como una invitación. Ella le miró los labios y le devolvió el gesto con la misma lentitud.
La sangre de Fer le rugió en las venas, y sus manos descendieron hasta sus piernas. Se las recorrió despacio como si tratara de tatuarle su esencia en la piel. Sus dedos se movieron al interior de sus muslos y ella cerró los ojos para disfrutar de la caricia. Luego, el la besó profundamente.
Se desnudaron y, sin darse cuenta, rodaron del sofá hasta quedar sobre la alfombra. El se tendió sobre ella y volvieron a besarse. Esta vez no hubo prisa, solo el placer de estar juntos. Fer estaba transfigurado. La luz de la chimenea dibujaba destellos dorados en su rostro.
Era hermoso.
Era poderoso.
Era suyo.