Capitulo 62

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--No debes estar así—doña Lucero pasaba sus dedos por el pelo de su hija—le hace daño al bebé.

El bebé, su bebé.
El hijo de Fernando.
Lucero sintió una calida sensación al pensar en el ser que crecía dentro de ella. Era el fruto de su amor y le hacia cantar el alma. Pero, su felicidad estaba empañada por lo sucedido una semana antes.
Le había contado todo a su madre y esta le había dado un sermón por haberle permitido a su ex quedarse en casa.

--Pero Ma, yo solo...solo—No su madre tenia razón, y lo peor, todo esto era su culpa—lo extraño demasiado!
--Ya se, pero debes sobreponerte por el bien del nene.
-- si es verdad, pero no puedo evitar sentirme como me siento.

Lucero pensó que tal vez debería llamar a Fer, explicarle...
Que iba a explicarle? Ella trato de hacerlo y el simplemente NO la escucho!
Bien si era eso lo que el pensaba de ella que se fuera al demonio.

En ese instante entraron los niños en tropel a la casa. Venían de pasear con su tío Antonio.
La nena la miro a la cara con una sonrisita. Tenia las manos en la espalda
--Que te traes nena?
--Nada—miró a su hermano—verdad Jose?
Su hermano la miro y le sonrío.
--No ma, no trae nada.
--Si claro

Entonces ambos niños empezaron a reír a carcajadas.

--Ya basta!—los nenes la miraron con lo ojos bien abierto
--No te enojes ma—José Manuel tomó a la nena de la mano y se acercaron a la madre—en realidad la nena tiene algo para ti.
La niña le sonrió, sacó lo que escondía en la espalda y se lo ofreció a su mama. Era un empaque de una heladería muy famosa.

--Me trajiste tu cajita de sorpresas?—algo debía haber sucedido con el orden de las cosas. La nena jamás daba sus premios.
--Ábrelo te va a gustar

Lucero abrió la cajita y lo que encontró en su interior le arrugo el corazón. Eran dos figuritas representando los personajes de un cuento de hadas. Un príncipe y una princesa. Los sacó y miro a los presentes. Su madre le sonrió.

--Mira la espalda del príncipe—le dijo la nena.

Lucero le dio vuelta y miró. Le habían grabado un nombre.
Decía: "Fer"

--Y esto?
--Ella insistió—le dijo su hermano Antonio—Y ya sabes como es
--Gracias mi nena
--Es que estabas tan triste que quería que te alegraras un poco

Las lágrimas inundaron sus ojos y abrazó con fuerza a su hija. Le lleno la cara de besos y le sonrió.
Miro las figuritas y la emoción la embargo. El era su príncipe y ahora estaban enojados. Le dolía, le dolía el alma de pensar que ahora estarían separados durante mucho tiempo.

Lo que era tan absurdo.
Ya era demasiado lo que estaban sin verse para que encima se hubieran peleado por esa estupidez!

Se puso de pie, lo cual asusto a su madre.
--Oye a donde vas?
--A resolver este asunto de una buena vez!

Fer miró el plano que tenia delante y por enésima vez borró la raya que había hecho. Frotó la goma sobre el papel como si tratara de hacer fuego. Fruncía el ceño y su labios estaban apretados.

Volvió a concentrarse y trató de trazar la raya una vez mas pero, sus dedos estaban en huelga. Con exasperación tomó el plano y lo arrugó. Con un grito lo lanzo con fuerza al zafacón.
Debió gritar fuerte pues su secretaria asomo la cabeza por la puerta
--Señor?
--Que!

La mujer se sobresalto.
--Perdón, le...sucede algo?
Fernando la miró iracundo.

--Le parece...—abrió los brazos—que me pasa algo?
--No...disculpe...

Fernando asintió y le dio la espalda. Ella salio y se choco con el mensajero.
--Siempre es así?—la secretaria solo llevaba una semana trabajando allí
--No siempre—el chico le hizo ademán de que lo siguiera y cuando se alejaron unos pasos le dijo bajando a voz—solo cuando se pelea con ella.
--Ella?—la mujer abrió los ojos—tiene novia?
El chico bajó más la voz
--Algo así.
--Ah y quien es?
--Eso no se lo puedo decir pero puede apostar que es por ella—La secretaria miró la puerta—Yo le aconsejaría que no se asomara mucho por allá.

El mensajero se fue y ella se sentó en su escritorio, en ese instante volvió a escucharse un rugido del otro lado de la puerta.

Entonces una mujer entro a la recepción. Era alta, de pelo rizado y hermosa figura. Estaba ataviada con pantalones vaqueros, botas negras hasta las rodillas y chaqueta a juego. Caminó segura hasta la recepción. Su cara le era tan familiar. Se parecía a...

-- no puedo creerlo!—la secretaria abrió la boca—usted es Lucero!
Lucero le sonrió y a ella le pareció una sonrisa muy bonita.
--Esta Fer?
--Fer?—la miro extrañada—se refiere al señor Colunga?
--Si, quiero verlo.
--ya le aviso que vino pero...
--Pero?
--Le advierto que no esta de humor.
--A si?—a Lucero no le sorprendió oír aquello—que le pasa?
--No se—Lucero estaba segura que no había terminado de hablar y no se equivocaba—parece que se peleo con la...--miró a su espalda y volvió a mirar a Lucero—la novia.
--La novia?—Lucero puso cara de muy interesada en el chisme—usted cree?
--Si—la mujer le hizo ademán de que se acercara y bajó la voz como quien cuenta un secreto de estado—eso me dijeron, así que no creo que la reciba.

Lucero estuvo a punto de soltar la carcajada pero se contuvo. Entonce puso el mismo tono confidencial que uso la secretaria.

--A mi si querrá recibirme.
La mujer se puso de pie y llamó a la puerta
--Pase
--Señor...
--Y ahora que?
--tiene una visita
--No quiero ver a nadie

La secretaria salió con cara de lunes.
--Ya se lo dije
Lucero se le acerco y le puso una mano en el hombro.
--Yo entrare
--Pero...
--No se preocupe.
--Si quiere morir—se aparto para darle paso—adelante

Lucero se acerco a la puerta y la empujo.
Fernando estaba de espaldas y miraba por la ventana. Su traje de diseñador se ceñía a sus anchos hombros y su pelo estaba perfectamente peinado hacia atrás. Cerró la puerta despacio y caminó hacia el.

--dije que no quiero ver a nadie.
--Ni siquiera a mi?

Fernando sintió un vuelco en el estómago. Y se giro lentamente. Lo primero que vio fueron sus botas de tacón. Y luego sus piernas y su cintura. Siguió por sus pechos y detuvo la mirada un segundo en sus labios, entonces sus ojos se encontraron.

"Almas Gemelas" Lucero y FernandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora