Cenaron en la terraza. Lucero se sorprendió de lo bien que se a paso con los padres de Fer. Tras el susto inicial, había descubierto porque Fer era tan divertido. Salio a su padre. El señor Colunga era encantador y con un excelente sentido del humor. La madre no se quedaba atrás y de cuando en cuando se echaba sus chistecitos
Lucero estaba feliz de que al fin ellos se habían enterado.Llamo a su casa para recomendarle al ama de llaves que acostara temprano a los niños. Bien sabía ella lo desvelados que eran en especial José Manuel quien aprovechaba su ausencia para pasarse horas y horas frente al computador.
Y tras una velada maravillosa, Lucero se despidió de los padres de Fer. No sin antes pedirles que no dijeran nada del bebe por el momento. Ellos se mostraron algo desilusionados pero comprendieron la situación. Ya conocían a la prensa y sabían que se armaría un escándalo.
Fer la llevó de regreso a su casa, sobre las diez de la noche.
Entraron en silencio. La casa estaba en penumbras. Lucero encendió una lámpara y le indicó a Fer que se sentara en el sofá. Le hizo señas de que la esperara. Subió las escaleras y tras comprobar que los niños dormían profundos, regreso junto a el y se sentó a su lado.Ella se recostó en su pecho y dejó escapar un suspiro de pura dicha. El la rodeo con sus brazos y aspiró el aroma que desprendía su pelo.
Así estuvieron largo rato.
El silencio de la noche los envolvía y ninguno de los dos quería romper la magia que los rodeaba.
Lucero podía escuchar el sonido acompasado de los latidos del corazón de Fer y apenas podía creer que estuvieran así. Y menos que fueran a tener un hijo. Pero Fer se iría. Eso le había dicho. Mañana se marcharía y seguramente pasarían muchos días antes que se volvieran a ver. Sin querer le rodaron lagrimas por las mejillas.
Inhaló profundo para disimular el llanto que amenazaba con salir. Y aunque trató de evitarlo Fer se dio cuenta.
--Bonita—le levanto la cara para que lo mirara—que tienes?
--Nada—trató de sonreír pero no pudo
--Nada? Estas llorando
--Si, pero lloro de felicidad y también de tristeza porque mañana te vas
--Y tu piensas que quiero irme?
--Podrías quedarte
--No puedo, es en serio. Dejé el trabajo tirado y Omar va a matarme. Aunque cuando le cuente la noticia me entenderá
--No, no se lo digas
--Que?
--Que no quiero que se lo cuentes
Fer la soltó y la miro confundido
--Porque?
Lucero podía darle mil razones y se le ocurrieron otras mil, pero en realidad era solo que no quería.
--Es algo que quiero guardar para nosotros por un tiempo
--Hasta cuando?—Fer le hizo una seña simulando un vientre abultado—Pronto se te empezará a notar
--Lo se, no es que lo vaya a ocultar siempre. Solo dame unos días, eso es todo.
--Bien—Fernando no estaba muy convencido pero decidió que no discutiría, ella podía ser bastante testaruda cuando se lo proponía.Se puso de pie.
--Ya te vas?
--Si, es tarde.
--Te acompañoElla lo siguió hasta la puerta y Fer abrió sin voltearse
--Fer
--Si?
--No te vas a despedir?
--Si claro, nos vemos luego
--Fernando!
El se volvió lentamente y la miró
--ahora que?--No me vas a dar un beso?
El la beso en la frente
--Listo. Contenta?
--No
Ella lo tomó por el cuello de la camisa y le planto un beso que lo hizo tambalearse. La abrazó y se fundió con ella. Sus lenguas se encontraron y ella le sacó la camisa. Introdujo la mano y le acaricio la espalda.
Arqueó las caderas para acoplarlas a las de el y el la apretó hasta casi asfixiarla.Hasta que ella rompió el beso y lo miro sonriente.
--Ya puedes irte
--Que?
--Sal de aquí
--Es que no estoy seguro que quiera irme
--Ya es tarde y mañana te vas temprano
--La verdad puedo posponerlo para más tarde
--Oh no, tú no harás tal cosa.
--Es tu ultima palabra?
--SiY se dio la vuelta dejándolo allí. Pero antes de subir las escaleras le recomendó:
Cierra antes de irte y échale el cerrojo a la puerta.Y la vio subir contoneando las caderas.
Fer se paso la mano por la cara y sacudió la cabeza para disipar sus pensamientos los pensamientos lujuriosos que le llenaban la mente en ese instante. Se encogió de hombros e hizo lo que ella le había pedido. Y luego salio y subió a su coche--Quien la entiende a las mujeres?— y puso en marcha el motor—han de ser las hormonas por el embarazo.
Sonrío al pensar en eso. Tendrían un hijo. Un hijo de los dos. Y era lo mejor que le había pasado en la vida