Capitulo 43

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Lucero y su madre iban sentadas con la nenita al medio y dos asientos adelante Fer y José Manuel. Ella podía ver parte de su cabeza por encima del asiento
Fer había elegido un vuelo no muy concurrido y de puros extranjeros que, aunque los reconocieran, talvez no les importaría mucho que estuvieran viajando juntos.

Fer volteó un instante y ella le sonrió cuando sus ojos se encontraron. El le devolvió la sonrisa y casi estuvo segura de verlo gesticular un "te amo". Despacio subió los dedos a sus labios y los besó. Luego, los dirigió a Fer y simuló lanzarle algo. El subió la mano y también simuló capturar algo en el aire. Bajó la mano y la apretó al pecho justo sobre el corazón. Ella le sostuvo la mirada un instante. Entonces el se volteó y ella se quedo mirando su pelo negro hasta que escucho la risita de la nena a su lado.

--Que?—Miró a la nena y esta tenía las manos sobre la boca
--Nada—dijo la niña hablando a través de sus dedos.
--Y por nada te estas riendo?—Lucero entrecerró los ojos al decirlo.

La niña pareció pensar en las palabras de su madre. Era despierta para su edad y ya comenzaba a notar ciertas cosas. Permaneció en silencio pero Lucero la conocía demasiado bien para saber que no había terminado la plática. Entonces tras una pausa que a Lucero le pareció eterna finalmente la nena le soltó la pregunta:
--Mami, el Principito es tu novio?

¿Donde estaba el incendio?!!!

Porque Lucero estaba segura de haber escuchado una alarma de bomberos en alguna parte. Se había preparado para cuando alguno de los dos le preguntara sobre Fer, pero al parecer no había sido suficiente. Miró a su madre y esta estaba más sorprendida que ella. Aun así le hizo un gesto afirmativo. Al parecer la señora estaba de acuerdo en que le respondiera con la verdad.

--Veras nena—Lucero escogió las palabras con mucho cuidado—Ya te había dicho antes que Fer es un príncipe cierto?
La niña asintió pero no dijo nada, al parecer solo quería escuchar.

--Bueno—prosiguió Lucero—y como también te dije que yo soy una princesa pues como pasa en los cuentos de Hadas, de ahora en adelante vamos a estar juntos.. Lo entiendes?

La nena volvió a asentir y para sorpresa de Lucero, le sonrío mostrando el lugar donde solían estar sus incisivos de leche. Al menos la nena lo había tomado bien. Lucero suspiró aliviada y miró a su madre. Esta le sonrió y le tocó el hombro en señal de aprobación.

José Manuel era otro asunto. Era mayor y ya entendía mejor todo lo de la separación, pero, ella sabia que extrañaba a su padre y, aunque aceptaba a su lado a Fer y de alguna manera hasta lo apreciaba. Ella temía su reacción al saber que talvez ahora viviría con él y no con su padre. Pero no se preocuparía por eso en ese momento. Aun faltaba demasiado tiempo para que eso ocurriera. Si es que ocurría finalmente así que como dacia Fer: "si todo se concretaba como esperaba que se concretara" cruzaría el puente al llegar a el.

Tuvieron que hacer varias escalas en el camino. Y cuado por fin llegaron a su destino, ya era muy entrada la noche.

Se alojaron en un hotel cerca del aeropuerto. El en camino Lucero supo que tomarían un crucero, también se enteró de que irían en avión hasta la costa norte de Groenlandia y allí los recogerían para llevarlos al sitio desde donde zarparía el barco. Supo que viajarían por el Océano Ártico durante dos semanas tras las cuales volverían a tierra firme.

Es lo único que le contó Fer, pues, se había propuesto mantener en secreto el destino que correrían. Y si le dijo donde iban solo fue porque la notó algo preocupada.

Tras cenar y acostar a los niños. Ellos y doña Lucero charlaron y rieron un rato. Después se fueron a dormir y Fer notó a Lucero algo distraída.
--Te ocurre algo?—le tocó la mejilla con los nudillos.
Ella lo miró y le sonrió. Si que le pasaba algo pero no se lo diría. Lo había estado pensando desde que salieron de México. Y tras una lucha interna había tomado una decisión. Solo que aun no le contaría nada.

--No mi cielo—a veces lo llamaba así, era un juego que tenían desde que hicieron la última novela, pues la heroína llamaba así al galán y a Fer le gustaba—Sólo estoy algo agotada por el viaje eso es todo.
--Si—El la abrazó y ella escondió la cara en su pecho—Yo también

La hizo girarse para que le diera la espalda y bajó las manos hasta el dobladillo de su suéter. Se lo sacó por la cabeza y masajeó su nuca suave pero firmemente. Ella suspiró de pura dicha y el sonrió satisfecho por haber hecho lo correcto.
Bajó la cabeza y la besó en el cuello sin quitar las manos de lo que hacía. Ella se estremeció y él, entonces la hizo girarse y le dio un beso tierno en los labios.

Se apartó de ella dejándola con los ojos cerrados. Ella los abrió y lo vio entrar al baño para después salir. La agarro de la mano y la acercó en la tina, donde burbujeaba el agua caliente.
Le indico que se desvistiera y entrara. Ella obedeció al tiempo que el se giraba para no verla desnuda lo que la hizo sonreír ligeramente. Ella metió un pie y luego el otro y sólo cuando estuvo sentada Fer se volteo. Entonces subió las mangas de su camisa e introdujo la mano al agua para sacarla trayéndose el pie de ella. Lo masajeo primero y luego el otro.

Ella lo vio deslizar los dedos por la piel de su pierna pero, sin subirla demasiado. Ella sabía bien porque no iba más allá de la parte trasera de su rodilla. El alzó la vista y le sonrió.
--Te gusta?
Estaba bromeando?
Era simplemente...divino

--Si, mucho
--Bien

Y siguió con lo que estaba haciendo. Luego de un rato, se puso de pie y le pasó una toalla. Ella se levantó y se cubrió con ella. El la cargó y la llevó en brazos a la cama. La puso en el suelo y retiró las sabanas. La empujó suavemente por los hombros y la hizo acostarse. La cubrió y luego volvió al bañó y ella escuchó el sonido del agua mientras se bañaba.

Al rato salio con una toalla en la cintura y ella vio como algunas gotas de agua persistentes descendían por los vellos de su pecho. Estaba descalzo y su aroma a manzanas le golpeo en la nariz. Le sonrió al acercarse y después de apagar la luz, retiró las sabanas y se acomodó a su lado. Pero no la tocó, o al menos o como ella pensaba que lo haría. En cambio le rodeo el hombro con su brazo y la hizo acostarse sobre su pecho.

--Duérmete bonita, mañana nos espera un día muy largo.
Ella se acurruco en ese pecho musculoso y sintió que allí nada, nada malo podía ocurrirle.
--Fer
--dime?
--Te amo
--Yo también
--Fer
--Si?
--Te voy a devolver con creses todo lo bueno que me das
--No mi reina, ya con estar aquí conmigo me basta.
--Esto será mejor
--Que puede ser mejor que estar juntos?.
--Eso Fer. Haré que siempre y para siempre estemos unidos.
Fer no entendía a lo que se refería, pero fuera lo que fuera iba a ser bueno.
Porque venía de ella
Y todo lo que venía de ella era bueno.

"Almas Gemelas" Lucero y FernandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora