Capitulo 44

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No hicieron el amor esa noche, solo permanecieron abrazados en silencio. Llenándose uno, de la esencia del otro. Para Lucero, sentir ese pecho fuerte contra su cuerpo era lo más maravilloso del mundo. Aunque decir que no hicieron el amor no era del todo correcto. Lo hicieron, no con el cuerpo, pero si con el alma y ella descubrió que había mas de una forma de hacerlo. Así, abrazados como estaban uno junto al otro.

Al día siguiente toda la calma de la noche desapareció. Tuvieron que correr a tomar un avión que casi los deja y luego de tres largas horas de vuelo aterrizaron en el aeropuerto desde donde los recogió un transporte para llevarlos al muelle donde abordaron el crucero.

El "Brillance of the seas" los aguardaba anclado en el puerto de salida. Había montones de pasajeros abordándolo. Lucero apreció la majestuosidad del navío una vez estuvieron dentro. Era enorme y el exterior, casi en su totalidad era de cristal.

Los niños estaban eufóricos y la madre de ella mas que complacida. Alguien les indicó por donde debían llegar a sus cabinas y otra persona les ayudo con las maletas. La abuela ocupó una con los niños y Fer y Lucero quedaron juntos por supuesto.
Lucero sonrió al leer la tarjeta magnética que le entregaron. Miró a Fer
--Mr. and Mrs. Colunga?—este se encogió de hombros
--Preferías Hogaza?—Fer lo pensó un momento—Hubiera sonado bonito no?
--Si, lindo! Jajajaj...

Fer la dio un besito en la mejilla y luego caminaron juntos hacia su cabina. Era espaciosa y con una enorme cama matrimonial en el centro. Baño, mini bar y teléfono. Pero, lo más hermoso era el balcón. Desde allí podrían ver el mar y el níveo paisaje del Ártico. El barco zarpó del puerto y en un rato estuvo en mar abierto.

Tomaron una ducha y tras cambiarse. Salieron en busca de los nenes y la abuela. Había montones de cosas que hacer y ver, que no sabían por donde empezar. La madre de Lucero se tendió al sol junto a la piscina pero Lucero y Fer recorrieron el barco uno con cada niño de la mano. Fer y la nena y ella y Jóse y ambos, Fer y Lucero tomados de la mano también. Parecían una verdadera familia.

Jugaron a escalar, comieron de todo y también tomaron un baño en la piscina y así se les fue el día entre risas y juegos. Varias personas la saludaron al reconocerla y le pidieron autógrafos. Pero nadie parecía notar que estuviera junto a Fernando. Ella estaba ahí con el y tanto si lo reconocían como si no, nadie dijo nada ni les pareció extraño. Ella hubiera tenido que responder si alguien quería saber pero si no tenía que hacerlo, mucho mejor.
Lucero recordó a sus fans y pensó que tal vez tenían razón al decir que todo el mundo estaba ciego. Sonrió ante la idea de ser invisible para los demás.

Cenaron en el elegante restaurante mexicano de abordo y dejaron a los niños viendo una película de dibujos animados mientras ella con Fer y su madre entraban a la discoteca un rato.

Lucero debería estar sorprendida por la actitud de su madre, pero no lo estaba. Ella la había educado bien y nunca le acepto relaciones irresponsables con ningún hombre, pero esto era distinto. Se trataba de Fer y edemas, aunque no estuviera de acuerdo con ciertas cosas, al final ella siempre la apoyaba en todas sus decisiones. Calcularon más o menos la hora de finalizar la película que veían los nenes. Y, doña Lucero se ofreció a ir por ellos, dejándolos seguir con lo que estaban haciendo.

Fer y ella estaban bailando y el lo hacia muy bien, solo que en público fingía que no sabía hacerlo. Pero a ella jamás se le negaba. Claro que, su idea de bailar, era abrazarla, hundir la nariz en su cuello y no dejar espacio ni para que pasara el aire.

Se movieron con ritmo cadencioso. Se miraron un instante y ella vio el fuego que ardía en los ojos de Fer. La noche anterior no se habían tocado. O al menos no de esa forma, y ella sabia que el la deseaba.

Fer le dio un beso fugaz en los labios y dejó que sus manos descendieran hasta sus caderas y un poco mas abajo. Se apretaron más y Lucero agradeció la oscuridad y el ruido pues sintió arder sus mejillas y su pulso se aceleró.

Entonces sintió como el atrapaba sus labios con fuerza y le daba un beso sensual y húmedo. Sintió que su respiración cambiaba de ritmo y se hacia mas agitada.

--Fer...espera.
Pero el siguió apretándola contra su cuerpo
--Fer...para...para ya
--Bien—dijo el con expresión de azoro—vamos a la cabina?
--Mejor

Salieron en silencio, tomados de la mano y tras entrar a darle las buenas noches a los nenes, se dirigió a su habitación con Fer siguiéndole los pasos. En el camino tuvo una idea y sonrió para si.

Entraron y Fer la tomó en brazos pero ella lo apartó
--Que sucede?
--quieres esperar?
--Que cosa?
--siéntate
Le dijo ella señalando el sofá frente a la cama
--Quieres hablar?
--No
--Entonces?
--Solo siéntate—ella lo empujo por el pecho—y quédate calladito, vale?
--Ok

Fer se sentó y la observó buscar algo en su celular. Una música familiar le llegó a los oídos pero no era una canción de ella sino una melodía que le había pasado a ella y que el mismo solía usar al hacer sus ejercicios.

Ella puso el celular sobre el mueble del televisor y le dio la espalda. Puso los brazos el cruz y relajó las muñecas en movimientos circulares. El supo enseguida de que se trataba y sabía también que ella gustaba de ese baile, pero no podía creer que fuera a hacerlo frente a el.

Ella empezó a moverse y Fer abrió los ojos como platos. En ella esa disciplina tomaba otro sentido. Se volvía sensual y muy, muy erótica. Entonces, ella hizo un movimiento enérgico y a Fer casi se le botaron los ojos de sus orbitas. No podía creer como alguien era capaz de flexionar las piernas de esa forma.

Ella le dio el frente levantó una ceja como era su costumbre y le sonrío, pero no como siempre. Su sonrisa le recordó a la villana que tan magistralmente había interpretado. Y, sin dejar de moverse, se desabrochó el cierre de su chaqueta, la dejó caer al suelo y luego hizo otro tanto con su blusa, dejando expuesto su sujetador de encaje y su abdomen plano. Fer la observaba con las manos abiertas sobre el sofá y la vista fija en sus labios.

Sus manos ahora estaban en el cierre del pantalón y Fer aguantó la respiración al ver como lo deslizaba por sus caderas para finalmente sacarlo por sus pies. Y así, en ropa interior, se fue acercando lentamente dejando que sus piernas avanzaran una detrás de la otra marcando el ritmo de sus caderas al caminar.

Fernando trago saliva para aliviar el nudo de su garganta y separó los labios para respirar. Ella estaba cada vez mas cerca pero despacio retrasando el momento del acercamiento. Sus ojos no se apartaron ni un instante. Ahora ella no sonreía, su cara mostraba otra expresión.

Se detuvo y se agachó justo frente a el. Con las manos le tocó las rodillas y subió una hasta el cuello de su camisa para tirar de el hasta que sus caras estuvieron juntas.

--Ahora si puedes terminar lo que empezaste hace rato.

Fer la beso golpeado.
Con ganas.
Ella se dejo llevar por el deseo que le ardía por dentro. Sintió como sus manos la elevaban del suelo, y hacían que rodeara su cintura con las piernas pero no la llevo a la cama sino que permaneció con ella así un rato solo besándola.

Sentía la tela de su pantalón en la piel. Pero no le importaba, era excitante estar así semidesnuda y el completamente vestido. El sonido de sus besos ansiosos impregnaba el aire de sensualidad y ella sintió como los labios de el se fundían con los suyos.

Entonces despacio el la dejo sobre la cama y se desnudó. Ella vio surgir músculo a músculo, ese cuerpo perfecto. Luego, el tiro de ella y terminó de desnudarla. La hizo acostarse sobre la espalda y en un solo movimiento la cubrió con su enorme anatomía.

Despacio, pero con firmeza la hizo suya y ella sintió fuego líquido en las venas. El le desataba sus más hondos deseos y sentirlo así era maravilloso
No se dijeron nada.
No hacía falta.
Solo necesitaban la piel para satisfacer sus ansias de amarse y así lo hicieron. Con deseo, con absoluta conciencia y reconociendo de sus cuerpos estaban hechos el uno para el otro.

"Almas Gemelas" Lucero y FernandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora