Capitulo 46

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Fernando daba vueltas en su habitación. Se asomó a la ventana y miro al cielo. iba a llover, el cielo estaba gris...como su vida.
Que había hecho mal? Todo, todo lo que hizo fue sola para complacerla. Lo único que el quería era alegrarle la vida y dejarle ver que ella era lo mas importante para el. Y así había creído el que era. Casi estaba seguro que ella era feliz a su lado. Su risa y las noches de amor que habían vivido eran prueba de ello. O al menos así lo había pensado el. Vamos, hasta dejo que sus hijos los vieran juntos.

Entonces no entendía su actitud.
Ella lo elevó a la cúspide para luego bajarlo de su NUBE de un tirón.
No era justo. Y la odiaba por eso.
NO! no la odiaba, porque no podía, pero si le guardaba rencor por herirlo así.
Que acaso no tenia alma? Era cruel y lo estaba matando. La amaba tanto que sencillamente se le estaba yendo la vida con su ausencia. Y lo peor de todo era el silencio y esa incertidumbre de no saber donde estaba. Hacía más de una semana que se habían separado, y ella no daba señales de vida por ninguna parte.

Lucero estaba en la sala de cirugías. Podía escuchar el "bip bip" del aparato conectado a sus signos vitales. Una tela cubría la parte baja de su abdomen donde los doctores trabajaban. Le habían explicado el proceso. Era sencillo y solo le harían dos pequeñas incisiones que al cicatrizar se volverían invisibles. Una hora después ya estaba en la sala de recuperación y en un rato mas la llevaron a una habitación donde su madre pudo verla.

Al entrar su madre se le acercó y le dio un beso en la frente.
--Como te sientes nena?
--Bien ma. —Lucero le sonrió—solo que parece como si acabaran de operarme.
Doña Lucero se carcajeó. Amaba el buen humor de su hija.
--El doctor dice que todo salio bien y que con suerte pronto podremos volver a México.
--Excelente—Lucero se incorporó un poco hasta donde su adolorida anatomía se lo permitió—y los niños?
--Están con Toñito, recuerdas que le pedí que viniera?
--Cierto.
--Le vas a contar a Fer?
--No por ahora
--Está algo deprimido
--Como sabes?—aunque a esas altura ya había aprendido a saber que su madre tenia sus métodos para averiguar las cosas
--Chantal me lo dijo. Hace unos días lo vio en el teatro
--Ah si?
--Si, y sabes que estaba viendo el?
--Que?
--"El violinista en el tejado"
--Que? Oh Dios mio! Si que estaba deprimido entonces
--así es
--De todos modos no le contaré nada. El doctor me dijo que en dos semanas podré saber si voy a tener hijos o no.
--Y si no ocurre?

Lucero hizo una pausa y tras unos minutos de silencio hablo mas para ella que para su madre.
--Si no ocurre no estaba de Dios.
La madre le sonrió y le tomó las manos
--Si estará de Dios nena. El hizo que Fer y tu se amaran como se aman. Y esa será su forma de bendecir ese amor.

Lucero entró a los estudios de la televisora para la que trabajaba sobre las diez de la mañana. Hacía dos días que había vuelto de Estados Unidos y ya había tenido que ir a trabajar. Así era ese asunto de la televisión y ella lo sabia muy bien, además el proyecto que tenia en las manos la emocionaba mucho. La habían invitado a participar en un nuevo concurso de canto en el cual no se tomaba en cuenta la apariencia física de los participantes. Si no sólo la voz.

Ya la esperaba un sin numero de periodistas y los tres colegas artistas que participarían junto a ella. Darían una rueda de prensa para presentar el proyecto. Ella tomó su lugar junto a los demás, sonriéndole a la cámara. Contestó a todo lo que todos quisieron preguntar y como siempre no faltó el que le pregunto por su ex y las mismas tonterías de siempre. La ventaja es que ella siempre tenía la respuesta correcta en el momento justo.

Al terminar, pasó por sus niños a casa de su madre y llegó a su casa al atardecer. Les dio de merendar y los dejó viendo la tele mientras ella se refugiaba en su estudio. Allí, una vez sola, dejó que su pensamiento volara y le trajera la imagen que tanto añoraba.

--Fer...--lo dijo desde el fondo del alma—Fer...--lo repitió como una súplica—Donde estas y que estarás haciendo en este momento?

Pero, lo que ella ignoraba era que estuvo a punto de encontrárselo, pues el había estado en la empresa ese mismo día y, si no se habían visto es porque el la evitó deliberadamente.

La había visto de lejos. Estaba vestida con chaqueta roja, pantalones de charol negros y sus botas a juego. Y simplemente no quiso toparse con ella. Si se asomó, cuando supo que se acercaba, fue solo para ver que tan afectada estaba por la separación. Pero, al verla tan sonriente sus esperanzas de que lo estuviera extrañando se fueron al piso. Ella sonreía feliz y seguramente ya ni pensaba en todo lo que acababan de vivir.

Lucero comprobó su temperatura y seguía estática lo cual era bueno. Tomó su píldora de hormonas de ese día. Tras hacerle un conteo de sus células reproductivas y ver que si cruzaron las trompas, le habían indicado esas píldoras para acelerar la maduración de los óvulos y así elevar las probabilidades de embarazo.

Le sonrió a su imagen en el espejo.
--Una semana Lucerito—Se dijo, llevando la mano a su vientre—siete días...

Volvió a sonreírse a si misma y luego de salir del baño, tomó su celular y marcó un numero. La voz ronca de su amigo Vicente se dejó oír del otro lado de la línea.
--Si reinita, en que puedo servirte?
--Necesito un favorsote
--A la orden!
--Quiero que me prestes tu rancho por unos días
--Pos, es todo suyo, princesa, no mas diga cuando
--el viernes te viene bien?
--Si claro, pero como pa que lo quiere pues?
--Digamos que es un...asunto del corazón, te sirve?
--Me sirve demasiado
--Chente—Lucero hizo una pausa. Cómo le explicaría lo siguiente?—es que necesito otro favor
--soy todo oídos
--Este es más especial que el anterior
--Bien de que se trata?
--necesito que invites a Fer al rancho, crees que puedas hacerlo?
--A Fer? Fernando Colunga?
--Si, ese Fer.
--Si claro pero porque no se lo pides tu? Estoy seguro que a ti no se te negaría

Lucero se pregunto que tan "seguro" estaría de eso

-Si bueno...en realidad—Lucero no sabia como decir aquello—digamos que el no sabe que estaré allí
--Ah ya—lo oyó echarse una risita—es algo así como una sorpresa?
--Mas o menos
--Y que tan urgente es que el se presente?
--créeme que mucho
--No se diga más. El viernes tendrás al caballero, empacadito y en camino a mi rancho.
--Gracias miles. Y gracias por prestarme tu casa.
--mi casa es la tuya princesa. Me saludas a tu madre
--Claro que si.

Se despidieron y ella se dispuso a organizar todo para el próximo viernes. Así lo hizo y pronto todo estuvo listo. Solo faltaba un detalle, aunque ese tal vez era el más difícil. Como rayos haría que el viniera?

"Almas Gemelas" Lucero y FernandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora