Capitulo 38

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--Fer—Lucero lo movió suavemente
--Mmm?
--Fer!
--Que?—Fer siguió con los ojos cerrados—que pasa?
--Son más de las seis
Fernando abrió los ojos y la miró
--En serio?
--Si—Lucero se levanto de la cama y solo cuando Fer ladeó la cabeza para mirarla se acordó que estaba completamente desnuda. Sintió que el color teñía sus mejillas y se cubrió con las manos—Si
Fer le regaló una picará sonrisa y se puso de pie. Ella lo vio acercarse y tomo aire. El la tomo de la mano y tiro de ella en dirección al baño
--Fer no podemos—el la miró—es decir...no debemos

El ignoró sus protestas y una vez dentro, abrió la ducha y dejo que el agua los mojara a ambos. Tomo el jabón, hizo espuma con las manos y le frotó la espalda. Ella cerró los ojos y disfruto la sensación de esos dedos recorriéndole la piel. Entonces ella hizo lo mismo con Fer y el se estremeció. La tomo por la cintura y le planto un beso húmedo y profundo.
Lucero se apartó un poco para respirar
--Se te hará tarde para irte
--Solo un poco
--Pero dijiste que debías estar en camino a las seis
--Eso no es del todo exacto
--Ah no?
--No, puedo llegar un poco mas tarde
--Ah ya
El volvió a besarla y la rodeó con sus brazos. Ella sintió como la levantaba del suelo y le apoyaba la espalda contra la pared. Sus manos bajaron hasta sus caderas para acomodarla mejor y ella se dejó llevar por la pasión.

José Manuel estaba histérico de emoción. Fer lo subió en sus hombros para que viera mejor y el niño chilló como un loco cuando finalmente el Transbordador dejó el suelo con un estruendo ensordecedor.

Luego, los dos caminaron por todo el entorno y, gracias a su amigo el astronauta, Fer pudo pasear al niño por las instalaciones de la NASA. Poca gente sabía que era el hijo de Lucero y a quien le preguntó les contestó que era hijo de un primo muy querido.

Al atardecer regresaron al hotel. Lucero estaba en la piscina tumbada en un diván. Su madre sentada en el borde de la piscina y la nena en el agua.
Fer llevaba a José Manuel de la mano. El niño al ver a su abuela se soltó y corrió a su lado.

Fer se acercó despacio y se sentó junto a Lucero. Esta tenía los ojos cerrados y su piel expuesta por el bikini. El sol empezaba a decender pero aun brillaba lo suficiente para sacar destellos de su piel bronceada. Levantó una mano y con un dedo recorrió el contorno de su hombro

Ella abrió los ojos y lo miró. Fer le sostuvo la mirada un momento y luego miró a la abuela con los niños. Lucero siguió la dirección de su mirada y vio a su hijo gesticularle a su abuela todo lo que había visto. Lo vio reír y mirar en dirección a Fer y señalarlo. También, vio a la nena hacer un puchero. Seguro no le hizo mucha gracia que llevaran a pasear a su hermano y a ella no.

Entonces José se acerco a ellos y se sentó sobre las piernas de su madre. Le dio un sonoro beso en la mejilla y se recostó sobre su pecho.
El niño le contó todo lo que había vivido y como lo disfruto. Ella lo escucho atenta a todo cuanto decía
--Gracias por dejarme ir mami
--Ah mi ángel! Claro que si—ella le besoo la frente y puso sus manos en las mejillas del niño—Pero debes agradecer a Fer por invitarte
El niño se volteo a ver a Fer.
--Gracias Fer
--De nada campeón—Cerró el puño y se lo ofreció a l niño, este hizo igual y los chocaron—Cuando quieras
.
--Jóse, quieres darte un chapuzón?—Lucero le señaló la piscina—Anda antes que a la abue le de frío y se salga—Ella le dio la llave de la habitación—te cambias y vienes rapidito
--Si Ma— El niño se puso de pie y se marchó a la carrera
Lucero miró a Fer, este tenía una expresión indescifrable. Normalmente ella podía leer su rostro como un libro abierto, pero en ocasiones le era imposible saber que cosa estaba pensando.

Fer se dejó caer en el asiento y prácticamente la ignoró. Ella no entendía su actitud, hacía solo un par de horas no podía quitarle las manos de encima y ahora era como si ella no estuviera allí.
Así estuvieron por un rato hasta que ella rompió el silencio.
--No te di las gracias por lo de Jóse.
--No fue nada
--Si pero no tenias porque
--Fue un gusto, aprecio mucho al niño y el lo disfrutó
--Si, estaba emocionadísimo

De repente, Fer se puso de pie con intención de marcharse. Ella lo siguió.
--Adonde vas?
--Debo volver, hace dos días que no voy a mi casa
--Pero yo pensé que...
--Que, que me quedaría acá?
--Bueno...si
--No, debo volver, tengo algo urgente que hacer
--Ah ya, entiendo
--Nos vemos luego?
--Si, supongo

El se volvió a mirar a su madre y le dijo adiós con la mano. La señora le devolvió el gesto y siguió como si nada. Lucero estaba sorprendida. Estaba en medio de una componenda y no tenía la más mínima idea de lo que ocurría. Fer se marchó dejándola con la cabeza hecha un maremoto de preguntas. El resto del día se ocupó de vigilar a los nenes en la piscina y al anochecer cenaron en la habitación.

Los niños estaban frente al televisor viendo una película de dibujos animados y su madre disfrutaba un libro en el balcón.

Solo ella estaba como fiera enjaulada. Decidió bajar a dar una vuelta por el hotel a ver si sus nervios se relajaban. Rodeó el área de la piscina y se detuvo frente a la entrada de la discoteca. Lo pensó un instante y luego decidió entrar. Estaba oscuro y le llevó unos segundos que sus ojos se adaptaran a la penumbra. Había mucha gente y el ruido era insoportable. Se sentó en sillón y pidió un coctel.

El camarero le recomendó la especialidad de la casa, solo que ella le sugirió no ponerle demasiado alcohol. El chico le sonrió y en un par de minutos ella estaba saboreando algo dulce, espirituoso y con un ligero sabor a coco.

De pronto la música cesó y ella observó como un hombre regordete subía a la tarima que solo en ese instante ella notó que había. El hombre señaló una pantalla que alguien
Una chica delgadita subió y tomó el micrófono. Secreteó algo al hombre y este le hizo una señal a alguien a su espalda. Entonces la pantalla se lleno de letras y la chica empezó a cantar algo de un famoso artista guatemalteco.
Y así uno detrás de otro, varios de los presentes subieron a cantar, ella no pudo evitar ponerles atención y arrugar la nariz de cuando en cuando. Algunos lo hacían bien pero otros eran un soberano insulto a sus oídos.

El chico que le sirvió el trago, le propuso que subiera y ella se negó. El insistió y ella tras dudarlo por un momento, se puso de pie y subió a la plataforma. Pidió una de sus propias canciones y fingió no tener idea de lo que hacia. Canto y todos le aplaudieron. Solo cuando encendieron las luces para alumbrar a los finalistas fue que se percataron de quien era ella en realidad.

Todos la rodearon y tras firmar decenas de autógrafos. Salio de allí con una gran sonrisa. Se fue a su habitación y le contó a su madre lo que había hecho. Las dos se carcajearon.

Se acostaron a dormir y al día siguiente se levantaron. Hicieron las maletas y salieron al estacionamiento. Lucero suspiro al ver la gran camioneta negra les esperaba. No necesitó ver al conductor para saber de quien se trataba.

--Hombres—dijo entre dientes—ni con ellos ni sin ellos.

"Almas Gemelas" Lucero y FernandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora