Tú eres mi religión

Capítulo 68

Amira. 11 de Noviembre a la 1.00am. Hot.
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Los besos queman la cama, sus manos calienta mi piel a la vez que mis uñas aumentan su erección y nuestros cuerpos arden cuando rozamos.
Beso su abdomen con suavidad, separo mis labios de su cuerpo para bajarle los pantalones seguido de los boxers y su miebro choca con mi sexo semidesnudo.
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-Bailame. -suplica con la voz llevada totalmente por la excitacion.
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Me pongo en pie, enciendo la radio metiendo el disco que me solía poner para bailar y agarro el velo que he usado está noche.
Muevo mi cuerpo a los pies de la cama viendo como se masturba bajo mis movimientos.
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-Bailame aqui encima. -gime jodidamente sexy.
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Me siento sobre su regazo, siento los movimientos de su masturbacion en mi sexo mientras me muevo al son de la música.
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-Joder, eres una diosa. -alaga llevado por el placer.
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Muevo su miembro entre mis senos, aferra sus manos a mi cintura con su respiración agitada y cuando paso la lengua por el glande baña mis labios tragandome su secreción.
Me deja suavemente sobre el colchón quedando sobre mi cuerpo, sus dedos deslizan las bragas hasta arrebatarmelas y separa mis piernas relamiendo sus labios.
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-Eres la mujer de mi vida. -susurra.
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Me besa para después agarrar un lubricante ya que tanto él como yo adoramos esa sensación.
La bolita deja caer el líquido mojado mucho más mi sexo, haciendolo palpitar de una manera brutal.
Entra en mi muy duro, mojandose él de mis jugos y mezcla nuestros labios para seguidamente comenzar a hacerme el amor como sabe que me gusta.
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-Eres hermosa, muy hermosa. -alaga con su voz ronca.
-Te amo, muchísimo. -gimo llevada por el placer.
-Eres mía nena ¿verdad? -pregunta excitandome.
-Solo tuya. -gimo.
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Grito llevaba por sus embestidas, agarra mis caderas y suspiro.
Abro los labios soltando un grito tremendamente sexy, me mira mordiendo su labio y gime ahogadamente.
La música se mezcla con mis gemidos, sus caderas queman el colchón y sus manos derriten mi piel bajo sus embestidas.
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-Eres la mujer más bonita. -dice gimiendo.
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Ambos gemimos al compás mezclando ambas venidas, se tumba junto a mí y me apoyo en su pecho cansada.
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-No quiero que mi trabajo cambie nada entre nosotros. -dice tras varios minutos de silencio.
-No pasará nada pero tú debes tener cuidado. -advierto.
-Te amo. -sonrie.
-¿Sabes Jesús? -pregunto sonriendo.
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Agarro su nuca acercándome a sus labios y sonrio dulce.
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-Tú eres mi religión. -murmuro...