Capítulo 19

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Amira. 13 de Octubre a las 11.00am.
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Mi esposo entra en la casa seguido por Jesus, me mira de arriba a abajo cuando ve sobre la mesa el botiquín y besa mis labios de la manera más seca posible.
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-Muestreme su jardín. -dice seco.
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Salen al jardín, yo voy a la cocina y pongo a exprimirle un zumo ya que es tarde para su café.
Escucho una risita, me giro y veo a la bebé gateando hacia mí.
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-Pero pequeña. -rio agachandome.
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La verdad es que nose el motivo de mi asombro, tiene diez meses y ya es tiempo suficiente para gatear.
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-¿Qué limpias? -dice borde mi marido.
-Nada, le preparaba un zumo. -explico temorosa.
-¿Acaso lo amas? -agarra muy fuerte mi rostro.
-Tu hija por favor. -suplico.
-Esa mocosa no es mi hija. -advierte.
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Me suelta, dejo a la bebe sobre una silla jugando con una pulsera que siempre la entretiene y Aban nuevamente agarra mi rostro.
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-Más te vale no amarle, vas a pasarlo muy mal como seas capaz tan solo de pensar en él. -dice furioso.
-Solo te quiero a ti. -murmuro débil.
-Sueltala. -ordena Jesus.
-¿Ahora viene tu romeo? -pregunta serio.
-Estoy prometido, nose porque piensas que la amo. -dice serio.
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Me suelta, me apoyo sobre la encimera y tras varios minutos mi esposo se marcha.
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-Ya se ha ido, señorita. -dice.
-Gracias. -murmuro.
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Cogo aire y cogeando sigo exprimiendole las naranjas.
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-Le he dicho que no haga nada. -dice serio.
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Me encojo de hombros, él me gira acorralandome en la encimera dejando su nariz pegada a la mia.
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-No estoy prometido, es usted muy inocente. -dice sonriendo.
-Pensaba que... -me frena.
-Solo tengo ojos para usted. -dice.
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Gira levemente su rostro, sus dedos erizan la piel de mi cuello hasta llegar a la nuca enredadose en mi cabello.
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-Voy a acerla pecar. -murmura.
-Usted es mi placer prohido. -respondo.
-¿Qué me hace? Jamás había conocido a este Jesús. -dice llevado por el desespero.
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Sus ojos se funden frente los mios, puedo ver cada pedazo de su alma a traves de ese par de cristales castaños, sus labios rozan los mios provocando que mis manos vayan a su nuca.
Sus labios se mezclan con los mios, de una manera lenta y suave, potente pero romantica, con ganas aunque esté asustada por las consecuencias de este hermoso pecado llamado Jesus Oviedo.
Sus ojos me miran, los mios recorren cada rincón de su rostro en busca de alguna respuesta pero nuestro cuerpo habla solo fundiendose en otro dulce pero potente beso ¿por qué me he enamorado de este pecado?....

Tú eres mi religión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora