Capítulo 67

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Jesus. 11 de Noviembre a las 12.00am.
°
Entro en casa tras despedirme de mi hermano y darle las gracias por quedarse a cargo de Sadira esta noche, escucho un llanto del jardín haciendo que me acerque.
Está apoyada en la pared que separa el porche de la piscina y el jardín llorando.
~
-Ojitos bonitos. -susurro.
-Dejame sola. -dice con la voz rota.
-Dejame explicartelo. -suplico.
-¿Por qué Jesus? Me merecía saberlo. -llora.
-Tenía miedo, tengo miedo joder, miedo de que me abandones que me dejes solo. -digo rompiendo en llanto.
~
Solloza bajando la cabeza y me arrodillo a su lado.
~
-No me dejes, te lo suplico. -lloro.
-Jesus. -agarra mis brazos.
~
La miro, ella suplica que me ponga en pie y la abrazo una vez reincorporado.
~
-Yo jamás quise dedicarme a esto, pero no tenía otra salida bebé, o esto o me pasaría la vida en la calle. -digo llorando.
-Vamos dentro. -susurra agarrando mi mano.
~
Entramos hacia nuestra habitación, me siento al borde del colchón mientras ella saca del armario una de mis camisetas.
~
-Explicamelo. -dice algo mas relajada.
-Un hombre se me acercó a la salida del instituto, dijo que me veía con dotes de converncer a las personas, que seria rico toda mi vida si aceptaba y como cualquier adolescente perdido acepté. -explico.
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Se quita el velo dejandolo tirado en el suelo, suelta la pinza y se acerca a mi meneado de esa maldita sexy manera sus caderas.
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-Empecé vendiendo un poco por mi instituto, para que se hiciesen los porros y de ahí, cuando acabe bachillerato todo se descontroló, el hombre me quería junto a él, Daniel empezo a estudiar para ser policía y mis padres se enteraron, quería seguir, mi padre junto mi hermano tras una dura pelea se olvidaron de mi existencia y mi madre... Siempre fue más dulce, nose que le ocurre ahora. -explico.
~
Agarra mi rostro, me besa de una manera dulce y lenta, asegurándome que siempre estará junto mi, sea donde sea, con cualquier dificultad, contra cualquier persona y contra cualquier religión.
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-Solo te suplico que tengas cuidado. -susurra.
-Soy un monstruo. -murmuro.
~
Agarra mis muñecas llevando mis dedos a la cremallera de su vestido, la bajo lentamente mientras sus hermosos ojos ipnotizan los mios.
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-Eres el monstruo más bueno que he conocido. -sonrie dulce.
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El vestido cae a sus pies dejándome ver sus pechos desnudos, sus dedos desabrochan mi camisa de una manera suave y una vez quitada se sienta a horcajadas sobre mi pegando mi espalda al colchón...

Tú eres mi religión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora