Capítulo 43

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Jesus. 20 de Septiembre a las 11.00pm. 2 años después.
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El hombre me mira riendo pese lo golpeado que está, escupe la sangre y me dan el arma.
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-¿Cuánto te pagaron por el chivatazo? -pregunto.
-Mucho. -chulea.
-Cuánto. -grito.
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Vuelvo a golpearle, el rie irónico y niega.
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-Millones pero se os acabará el juego. -dice riendo.
-Chivato. -lo apunto.
-Van a por ti. -acusa.
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Le disparo, cae hacia atras atado a la silla y los hombres me miran serio.
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-Quiero que lo tiréis donde nadie lo vea. -ordeno.
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Aceptan, conduzco hasta el despacho del hombre que se encarga de transportarlo todo y una vez dentro le golpeo.
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-¿Más mercancia me vais a quitar? ¡Cambia de estrecho, inutil! -grito.
-Todos están vigilados. -advierte.
-Pues piensa porque te pago demasiado para lo mucho que te rascas los huevos. -digo furioso.
-Parece otro señor. -dice serio.
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Me rio irónico, golpeo la mesa y se sienta.
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-Cuando antes preparaba una cena para planearlo todo ahora va dando golpes y gritando. -comenta.
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Salgo de ahí disparado, me siento en mi coche y conduzco hasta una gasolinera para comprar un par de botellas de cualquier bebida alcohólica. Llego a casa, me quito la camisa y me siento sobre el sofá en absoluto silencio bebiendo.
Saco su nota, arrugada y mojada por mis lágrimas, lloro desconsolado y bebo de la botella.
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-Ojitos, regresa conmigo, estoy perdiendo el control sin ti. -lloro.
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Beso la nota, la guardo en mi cartera donde siempre la llevo y mi madre me llama haciendo que suspire frustrado.
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-Hijo, llevas un año viviendo en Sevilla y no vienes a verme, quiero ver a mi hijo. -dice preocupada.
-Iré, tranquila. -digo serio.
-Hijo, me preocupas antes no eras así y estás bebido. -comenta.
-Vale mamá, dejame tranquilo. -cuelgo.
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Abro el armario en busca de mi pijama ya que voy a darme una ducha, tiro las camisas al suelo cabreado al ver mi desorden, mis camisas arrugadas y me siento sobre el piso al ver el chupete de mi pequeña.
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-Seguro que ya tiene los dientecitos mi bebé, seguro que eres la niñita más hermosa y estas haciendo muy feliz a mami. -lloro agarrandolo.
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Me doy una larga ducha saciando mis lágrimas, me tiro sobre el colchón y mi cabeza se vuelve completamente loca al sentir su olor, cerrar los ojos y ver su silueta y como su cadera se movía al ritmo de la música.
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-Regresa ojitos, te necesito. -murmuro adormilado y llevado por el alcohol...

Tú eres mi religión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora