Capítulo 58

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Jesus. 4 de Noviembre a las 9.30am.
°
Escucho la puerta principal, bajo las escaleras y sonrio al verla.
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-Señor ¿podría hablar con usted? -pregunta.
-Claro ojitos ¿vamos a mi despacho? -propongo.
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Subimos, ella saca de su bolso un papel y lo deja sobre mi mesa: la carta de renuncia.
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-No puedo más, señor. -deja el bolso sobre un sillón.
-Amira, sabes que este trabajo te da de comer. -digo serio.
-No aguanto, necesito alejarme de ti y no me marcho lejos porque cualquiera aleja de ti a la pequeña. -asegura.
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Me pongo en pie, agarro su brazo y niego.
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-¿Cómo hemos llegado a este punto Amira? -pregunto.
-Suelteme. -suplica.
-Parecemos unos críos, somos lo suficientemente maduros como para saber cuanto nos amamamos y nos necesitamos, podemos vivir juntos siendo felices. -digo desesperado.
-Tú eres cristiano, yo musulmana, tu madre me detesta, aún sigo casada, casarnos sería imposible, mi familia sería acapaz de matarme como se entere que me cambio la religión. -dice dolida.
-Ey no, ojitos mirame. -agarro su rostro.
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Me mira con sus dulces ojos teñidos de un doloroso rojo, sus mejillas se mojan en lágrimas y se me parte el alma.
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-No quiero que te cambies de religión, me enamoré de esta mujer, la reservada pero que en la intimidad se vuelve la mujer mas sensual que he conocido, tímida pero decidida y sobre todo con el corazón más puro que jamás conoceré. -susurro agarrando sus mejillas.
-Jamás podremos casarnos. -dice lloriqueando.
-Un papel no me va a decir quien es mi mujer, se que eres mi mujer desde el instante en que el velo calló. -aseguro.
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Me mira, agarra mis muñecas llevándolas a su cabeza y muy suavemente quito su velo dejandolo caer en el suelo. Amira quita la pinza de su cabeza, me mira tímida y sonrie coqueta.
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-Aqui está la mujer que amo, mi ojitos bonitos. -murmuro acercandome.
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La beso de una manera lenta, con ganas de sentirla cerca de mi y empezar esta nueva vida que merecemos siendo felices pese las tormentas, porque aunque las nubes nos tapen el sol, ese sol estará siempre ahi y mi sol se llama Amira.
La siento sobre mi mesa, agarra mi nuca con fuerza y meto mis manos de una manera dulce dentro dentro de su ancha camiseta.
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-¿Me permites hacerte feliz? -pregunta.
-Toda la vida. -dice sonriendo....

Tú eres mi religión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora