23 Los amantes del círculo polar

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Y ahí estás, la costumbre te ha hecho así

A la mañana siguiente si lograron ir a desayunar sin Damián para más tarde volver al departamento de Brenda y ahora fue ella quien tenía que alistarse para ir a trabajar.

—Bren, ¿quieres que te prepare algo para que comas en tu trabajo?— le preguntó mientras revisaba el refrigerador.

—Te lo agradecería— se acercó para recibir asistencia— ayúdame con el cierre del vestido— giró su cuerpo para quedar de espalda y María José intentó deslizarlo, pero este se encontraba atorado.

—¿Todo bien?— preguntó al notar que estaba tardando.

—Perdón, me siento un poco nerviosa.

—¿Por qué?

—Tu espalda me encanta y tienes un lunar muy peculiar que me invita a ser infiel— lo acarició— desde hoy será mi favorito— le dejó un beso y continuó la pelea con el cierre— lo logré.

Brenda dio un giro de 180 grados sobre su propio eje para quedar de frente.

—Entonces ¿qué te apetece para comer?

—Lo que quieras prepararme.

—Tienes salmón, puedo improvisar algo.

—Todo menos pescado. Recalentado sabe horrible.

—¿Pasta?

—Me parece mejor, me iré a bañar. Dame un beso.

—Por tratarse de ti, serán dos.

Cerca del mediodía y al abrir la puerta para salir del apartamento, las chicas descubrieron que Javier se acercaba a ellas y que traía un hermoso ramo de tulipanes entre sus manos.

—¿Javier? ¿Qué haces aquí?— a Brenda le sorprendió verlo llegar.

—Bebé, hoy es nuestro aniversario. ¿No me digas que se te olvidó?

Brenda y María José se miraron confundidas y sin saber qué hacer.

—Obvio no— reaccionó— pero dijiste que volverías hasta el viernes.

—Adelanté mi regreso porque quería celebrar contigo— se acercó a besarla— ¿quieres que te lleve a tu trabajo?

—Hola Javier— la otra chica saludó.

—Hola— respondió con desagrado, le irritaba verla cerca de su novia.

—Bueno, yo me voy— se despidió— nos vemos Bren.

—Pero quedamos que te llevaría a tu casa.

—No te preocupes, tomaré un taxi.

—Te llevo y después llevo a Brenda a su trabajo ¿les parece?— sugirió Javier.

—¡Genial idea!— respondió Brenda de inmediato.

—No es necesario, no quiero interrumpir su celebración y tampoco quiero que llegues tarde— insistió.

—Tenemos tiempo de sobra— Brenda volvió a responder con prontitud.

—Mi amor— agregó Javier— ¿quieres dejar las flores en tu casa?

—No, me las llevaré. Se verán preciosas sobre mi escritorio.

Cuando lograron salir del edificio, abordaron el lujoso auto de Javier.

—¿Por dónde vives?— le preguntó a la pasajera que viajaba en el asiento trasero.

—Por el parque Querétaro 2000. Pasando Walmart.

Cometas por el cielo [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora