Capítulo 5

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María José abordó su auto y en su mente solo existía un destino para visitar.

—Buenas noches ¿puedo hablar con Ricardo?

—¿Ricardo?— el hombre se mostró sorprendido.

—El argentino, hace como una hora Brenda y yo lo dejamos aquí.

—Eres María José ¿verdad?— la reconoció.

—Si.

—Yo soy Francisco— se presentó— y dame unos segundos, iré a ver si todavía sigue despierto ¿quieres pasar?— la invitó.

—Aquí lo espero, gracias.

Minutos después Ricardo apareció.

—Hola— la saludó. Se le notaba su cabello mojado como si viniera saliendo de la ducha.

—¿Puedes salir? Necesito hablar contigo.

—¿Iremos algún lado? Porque me he puesto la ropa para dormir.

—No, solo necesito que salgas un poco— ella dio algunos pasos hacia atrás para darle espacio y él avanzó.

En cuanto lo tuvo suficientemente cerca, le lanzó un puñetazo certero sobre la nariz y Ricardo perdiendo el equilibrio, se derrumbó.

—¿Qué mierda hacés pelotuda?— le reclamó mientras sentía como la sangre le fluía por la nariz.

—Deja en paz a mi esposa.

—Vos sos una loca.

—Y vos un imbécil.

—María José ¿qué está pasando?— Francisco intentó intervenir al escuchar el escándalo que estaban provocando.

—Tú no te metas— le pidió— esto es un tema entre este tipo y yo— sujetó a Ricardo de la ropa para levantarlo— y si nadie te enseñó a respetar a una mujer, con gusto puedo hacerlo.

—Golpéame todo lo que quieras, vos sos una mina y no te pondré una mano encima.

—Como no funcionó tu matrimonio, vas por la vida intentando destruir el de los demás, pero en el mío no te vas a meter porque no lo voy a permitir.

—Brenda no opiná lo mismo que vos.

—Entonces inténtalo y si ella te elige, la dejaré ir, pero si vuelve a rechazarte no volverás a molestarla ¿de acuerdo?

—¿Hablás en serio?

—Solo hay dos cosas importantes en mi vida, la primera es la familia que tengo con Brenda y la segunda es mi palabra. En este momento te estoy entregando ambas— dejó de sujetarlo— ¿aceptas el trato?

—Dale— se acomodó la playera.

—Pero si le tocas un solo cabello sin su consentimiento no regresarás con vida a argentina y tómalo como una advertencia.

—Tenés mi palabra.

Y antes de retirarse, María José volvió a golpearle el rostro.

—Che, ¿y ahora por qué?— preguntó desde el suelo.

—Porque estoy cansada de imbéciles como tú, cansada de que su estúpido pensamiento machista no les dé la capacidad de entender que dos mujeres pueden ser perfectamente felices sin un pene de por medio, por eso. Buenas noches.

Se marchó.

Después de dar un par de vueltas por la ciudad, regresó a su departamento, ya era tarde y Brenda dormía. María José optó por pasar esa noche sobre su sofá, pero antes tomó del refrigerador una bolsa de guisantes congelados para colocársela sobre los nudillos de su mano izquierda porque después de dos puñetazos, sentía dolor y tenía inflamación. Al día siguiente Brenda la despertó.

Cometas por el cielo [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora