79 Tan guapa

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Que supimos querernos como nadie lo hará

Tardes después y en plena transmisión de tic tac, Brenda abrió su corazón ante sus fieles seguidores.

—Gracias por seguir en sintonía conmigo, queridos tictac-maniacs y en este último segmento del programa quiero contarles algo. Por lo regular ustedes son los que llaman y platican conmigo, pero en esta ocasión quisiera contarles una parte de mi vida y para entrar un poco en contexto, leeré un párrafo que tomé de una serie española que se llama los hombres de Paco y lo dice Silvia, una de las protagonistas.

Mentalmente contó hasta tres antes de iniciar.

—Dicen que enamorarse es un acto reflejo. Algo que no se puede aprender, ni controlar, como el respirar. Yo, no creo que sea así. Yo he tenido que aprender a querer a una mujer porque me enamoré de una. Aprendí a pasear agarrada a su cintura, a deslizarme en su cama temblando y a tener el doble de ropa interior en mi armario y lo hice, con el mismo miedo y la misma emoción que una niña de cinco años patinando por primera vez en una pista de hielo. Mañana es el día de mi boda y ya no tengo miedo.

La chica tomó un poco de valor para dar el siguiente paso.

—Ustedes recordarán que después de celebrar nuestro tercer aniversario al aire, mi amiga Natalia, su novio Paul y yo, tuvimos un accidente automovilístico y cuando volví, les conté sobre el siniestro, pero también les dije que esa noche conocí a una hermosa paramédico de nombre María José Miranda e independientemente de que fuera su trabajo, ella estuvo conmigo en todo momento, estuvo intentando hacerme sentir mejor— hizo una pausa— y hoy, querido público, quiero compartir con ustedes que ella se convirtió en esa debilidad que me atrapaba cada anochecer y me enamoré. Me enamoré de María José con esa naturalidad que solo el amor es capaz de lograr porque no reconoce géneros, ni razas, ni religiones, solo es eso; amor y durante mucho tiempo, me sentí culpable por esto que ella me hacía sentir. Tenía miedo que la gente me juzgara o criticara por amarla, pero un día— hizo otra pausa— un día me di cuenta que si yo quería, el miedo iba a estar conmigo siempre, pero el amor de ella no, así que un día me permití decirle al miedo adiós, decidí sonreírme al espejo, decidí levantar la voz, me despedí de mis fantasmas y me gusté, tal y como soy. Entonces lo que continuó para mi fueron dos procesos importantes, quizá uno más complicado y agotador que otro; el primero fue un divorcio junto con la pelea legal para no perder la custodia de mi hija y el segundo la reconstrucción mi vida. Necesitaba perdonar y perdonarme, amar y amarme. Cerré ciclos y dejé de aferrarme a situaciones que pasaron o que quizá nunca sucedieron porque resulta irónico, pero a veces se recuerda con más fuerza lo que nunca ocurrió y mi estrella e inspiración para salir adelante siempre fue su promesa de amor.

Brenda dirigió la mirada hacía su mano izquierda, la misma donde portaba el anillo que un día María José le obsequió.

—Y hoy, quisiera dirigirme a todas las personas que están pasando por una situación igual o similar. Debemos aprender a ser felices sin importar a quien amamos, debemos entender que podemos amar a quien se nos dé la gana, sin importar que nos juzguen por nuestra sexualidad. Seamos valientes y apostemos en el amor, en ese amor que tanta falta le hace a este mundo— se tomó un segundo para respirar, había llegado a un punto importante de su discurso— y el día de hoy, también quisiera hacer un llamado a todos los padres de familia que me están escuchando, en especial a los míos, porque se están enterando de esto junto con todos ustedes. Si ya nos amaban y nos aceptaban desde antes de nacer, ¿por qué dejar de hacerlo ahora que elegimos libremente a quien amar? ¿Cambia en algo la educación y los valores que recibimos siendo pequeños, ahora que somos felices con alguien de nuestro mismo sexo? Yo no lo creo. Ustedes nos conocen, ustedes nos han visto crecer y saben de nuestra calidad humana porque ustedes nos criaron y educaron. Tener un hijo o una hija homosexual no los convierte en malos padres, rechazarlos sí. Si la sociedad nos critica, ustedes no lo hagan. Si la sociedad nos repudia, ustedes no lo hagan. Si la sociedad nos insulta, ustedes no lo hagan, es quizá de lo poco que les pedimos y a la sociedad en general, debemos empezar a ser más empáticos con todo lo es que diferente, ser empáticos con las personas que no piensa igual que nosotros, porque nosotros, los que estamos de este lado, no les pedimos su apoyo, mucho menos su aprobación, de ustedes lo único que queremos y esperamos es respeto, porque les aseguro, que es lo mismo que recibirán por parte nuestra.

Guardó silencio y de fondo se escucharon los clásicos aplausos pregrabados y todos sus compañeros la miraban cautivados por las lindas palabras que acaba de emitir.

—Gracias por estos años— ella continuó— gracias por acompañarme día a día, gracias por todo su amor y espero que, a partir de ahora, la relación entre ustedes y yo, se vuelva todavía más fraterna y continuemos juntos por muchos, muchos años más y antes de despedirnos, me informan mis compañeros en cabina que tenemos una llamada. Hola, buenas noches— saludó.

—Hola Bren— la persona entró al aire.

—¿Cuál es tu nombre?

—María José Miranda. Paramédico del ERUM en la ciudad de México— a Natalia le pareció interesante contactarla para que respaldara el discurso de Brenda.

—Hola cariño— sonrió— cuéntame, ¿cómo estás?

—Feliz de escucharte hablar como lo has hecho, feliz de escuchar hablar a la mujer que un día me miró como nadie supo mirar e hizo mi mundo temblar.

—Yo estoy más feliz porque has vuelto a escucharme— se emocionó.

—Es porque solo tú logras que la gente se re-enamore de ti con tan solo respirar.

—¿Ya se dieron cuenta lo encantadora que es? Tengo razones de sobra para amarla como lo hago.

—Bren, ¿puedo hacerte una pregunta?

—Solo déjame revisar si todavía tengo tiempo.

Su jefe, que se encontraba en producción junto con Natalia y Álvaro, le indicó que podía continuar.

—Ahora sí, dime.

—¿Te casarías conmigo?

—Si no mal recuerdo, una ocasión me dijiste que no creías en el matrimonio.

—Resulta que cuando conoces a la persona correcta, vuelves a creer en todo y para mí, tú eres esa persona.

Hubo un silencio.

—Si quieres puedes darme tu respuesta otro día— comentó al notar que Brenda se había quedado sin palabras.

—Sería algo muy injusto para ti y para mi público sino lo hago ahora, porque si quiero casarme contigo.

Y los aplausos se volvieron a escuchar.

—Y me casaría en este momento, pero mi acta de divorcio no opina lo mismo— volvió a sonreír.

—Tengo toda una vida para amarte.

—Yo también te amo.

—Te veo mañana.

La llamada finalizó.

—Ahora si amados tic-tacmaniacs, me despido antes de que lleguen más propuestas de matrimonio— después de muchos meses, Brenda se sentía dichosa— despido a mis compañeros de producción y nos escuchamos la próxima semana. Bye, bye.

 Bye, bye

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Cometas por el cielo [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora