51 Despacio

107 13 0
                                    

Ven a ver la luna a mi pequeño balcón

Cada sábado, Brenda viajaba para encontrarse con María José y pocas veces la situación era a la inversa, pero un fin de semana cualquiera, decidió que era el momento idóneo para que conociera a su familia.

—Mañana viene Bren— le comentó a su madre.

—¿Te conté que ya la conocí?

—No, ¿cuándo sucedió?— le causó extrañeza el comentario.

—El día que te fuiste a Sinaloa, nosotros llegamos y ella salió del edificio de donde vivías.

—Nunca lo comentaste.

—Esa mañana, ella estaba muy triste, pero me alegro que ahora estén juntas.

—Por cierto, aún hay algo que no sabes.

—¿Qué?

—Brenda es casada.

—¿Desde cuándo?

—Pasó hace unos meses y junto a su esposo, adoptó una niña.

—Hija, ya sabes lo que pienso respecto a las infidelidades.

—Lo sé, pero lo nuestro es diferente, lo de nosotras inició antes de que ella se casara.

—¿Cuándo? ¿Cuándo ella estaba en pleno noviazgo? Porque no creo que su matrimonio haya sido improvisado y tú, estabas con Damián.

—Cuando la conocí, ellos estaban separados— intentó componer la situación— no estas decepcionada, ¿verdad?

—Te diré lo mismo te dije hace unos meses, cuando me confesaste lo que sentías por ella— tomó el rostro de su hija entre sus manos— te amo y te amaré por mucho que pasen los años de largo en tu vida.

—No sé qué habría sido de mí, si tú no hubieras sido mi madre.

—Yo sería la mujer más infeliz si tú no hubieras sido mi hija— la abrazó— solo prométeme que serás feliz.

—Como nunca lo he sido.

—¿Quieres que les prepare algo especial para comer?

—Lo que quieras, pero incluye en el menú sopa azteca, es su platillo favorito.

—¿Contemplo a tu padre para la comida?

—Si, por supuesto y le escribiré a mis hermanos para invitarlos. Quiero que todo mundo conozca a la mujer que amo.

—Me avisas si ellos vendrán.

—Te mando mensaje y te veo por la mañana— le dio un beso a su madre— prepara algo rico para desayunar porque llegamos temprano.

Para esa ocasión, Brenda viajó en autobús. Su coche llevaba varios días en servicio de mantenimiento y no quiso utilizar el de Javier. Solo que, para seguir con el plan y la mentira, Natalia pasó muy temprano por ella y la llevó a la estación. Después de su jornada, María José fue a recibirla.

—Hola cariño— besó su mejilla— ¿qué tal el viaje?

—Bastante bien. Dormí durante todo el trayecto y solo porque no quiero molestar a Nats cada sábado si no, viajaría siempre así y me libero del estrés que me provoca conducir en esta fea ciudad.

—La ciudad no es fea, solo tiene mala fama.

—Y muchos autos en circulación generando caos por todos lados.

—¿Has venido solo a criticarla?

—Sabes que no— la besó— y estoy emocionada de que al fin conoceré a tu familia.

Cometas por el cielo [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora