60 Inmortal

96 11 0
                                    

Porque al final, los sueños, sueños son

Los días siguientes a la ruptura de su relación, María José no pensó en otro tema que no fuera Samantha y la muerte de su abuela. Pasó cada momento libre a su lado y solo acudió a la universidad para tomar la última clase del año. Esta era impartida por la doctora Benegas, la única profesora de su agrado y la que siempre la motivó a ser su mejor versión.

—Jóvenes— comenzó a hablar la catedrática— al inicio del curso les pregunté el por qué decidieron estudiar medicina, la gran mayoría de ustedes respondió y otros eligieron callar. Hoy quisiera escucharlos, quisiera escuchar si ya sienten pasión por esta grandiosa profesión— buscó con la mirada a su mejor alumna— señorita Miranda, le gustaría responder la pregunta.

—Lo siento doctora Benegas, no tengo nada nuevo que aportar— respondió indiferente.

—¿Y por qué no? Usted se ha convertido en la mejor de esta generación y todos sus profesores elogian sus logros académicos. Sin duda debe tener buenos motivos para estar aquí.

María José se levantó del pupitre.

—Ya que insiste, le contaré— se armó de valor, quizá hablar sobre su vida le aligeraría la carga emocional— tuve la mala fortuna de coincidir genéticamente con el ilustre doctor José Miranda Beldarrain. Ese gran médico al que hace un mes, esta universidad le inauguró un bonito auditorio con su nombre— su voz se hacía cada vez más frágil mientras un nudo apretaba su garganta— él, es un hombre muy inteligente con una impecable trayectoria y ni hablar de su gran legado familiar, pero tiene un pequeño defecto— hizo una pausa para oxigenar sus pulmones— su sabia cabeza clasista* no acepta que yo, su primogénita, sea un simple paramédico, porque eso soy— aumentó el tono de su voz— llevo algunos años dedicándome a esa noble labor y respondiendo a su pregunta, ¿por qué yo estudio medicina?— se tomó unos segundo antes de continuar— porque solo así consigo que mi padre se sienta orgulloso de mí.

Su respuesta le dolió tanto, que hizo un esfuerzo sobrehumano para no llorar; no lo logró y el silencio que generó fue tan abrumador, que sus compañeros e incluso la profesora sintieron su aflicción.

—Discúlpeme doctora Benegas— limpió sus lágrimas— pero me tengo que ir.

Tomó sus cosas y sin dar más explicaciones, salió del aula. Fue directo a la oficina del rector y pidió sus documentos; no seguiría estudiando. Regresó a su casa y antes de que su padre llegara, le contó a su mamá sobre la decisión que había tomado, pero no se animó a contarle aún, lo ocurrido con Brenda. Horas más tarde, el doctor Miranda arribó.

—María José puedes explicarme, ¿por qué dejaste la universidad?— le cuestionó de inmediato.

Ella se encontraba en la sala, junto a su madre.

—Por la misma razón de siempre— se levantó del sofá— llevó años diciéndote que no quiero ser médico.

—José, ¿puedes empezar a respetar las decisiones de tu hija? ¿No te aburres de pelear siempre por lo mismo?

—Ahora ya sobrepasó los límites— él estaba furioso— tu hija y yo teníamos un acuerdo.

—Por favor, no comiences con lo mismo— pidió la señora Maite— lo tuyo ya se convirtió en un vil capricho.

—Tranquila mami— la chica tomó su mano— no te exaltes.

—Y tú— el doctor Miranda se dirigió a María José— oficialmente te has ganado el título de ser la deshonra de esta familia.

—¡Por fin lo conseguí!— exclamó con burla— me tardé más de lo planeado debo admitirlo.

—Disfrútalo porque eso es lo único que obtendrás en esta vida y me hiciste un gran favor dejando la universidad, ya que el título de médico siempre te quedará bastante grande.

Cometas por el cielo [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora