Tu vida y la mía, por última vez
Cuando llegó a la central del ERUM, fue recibida con un servicio. Un conductor que viajaba a exceso de velocidad y que además se metió por una calle en sentido contrario, chocó contra un poste, pero muy cerca de el, se encontraba una persona, por lo que el sujeto quedó atrapado entre el auto y la columna de concreto.
—Buenas tardes— saludó al policía que se encontraba al mando— soy María José Miranda y viene conmigo un elemento. ¿Qué tenemos?
—Un choque con un peatón prensado, pero no creo que sobreviva. Ya se le notificó a la semefo*
El lugar estaba acordonado con cinta plástica de color amarillo para que la multitud no pudiera interrumpir las labores de rescate.
—Borja, ve con el conductor— le ordenó a su compañero.
—Si jefa— obedeció.
María José fue con el chico que permanecía atorado.
—Sácame de aquí— suplicó.
—Tranquilo— se colocó un par de guantes en sus manos— e intenta mantener la calma porque por el golpe, todos tus órganos internos están lastimados.
—Okey.
—¿Cuál es tu nombre?
—Aitor García.
Ella también se presentó e inició su evaluación de rutina. Todo el frente de la camioneta estaba incrustado en el tórax y abdomen del transeúnte y aunque sabía que no había nada que hacer por él, llevó a cabo el protocolo.
—¿Sientes algún dolor de la cintura para abajo?
—No.
—¿En la espalda?
—Tampoco, no siento nada.
—Mueve tus pies, por favor— pidió.
Aitor le dijo que lo estaba haciendo, pero las extremidades se mantuvieron quietas.
—Tienen que sacarme cuanto antes.
—Eso es lo que intentamos, pero los bomberos aún no llegan. Ellos nos ayudarán a mover el auto.
—Mikel no tardará en llegar y no quisiera que me vea así.
—¿Quién es Mikel?
—Mi novio. Quedamos de vernos aquí para ir a desayunar con mis padres, pero es muy impuntual y siempre llega tarde.
—¿Y desde cuando son pareja?— quiso entablar una conversación; el tema le resultó familiar.
—Cinco años, solo que hasta hace unos meses hicimos publica la relación.
—¡Qué valientes! El mundo necesita más personas como ustedes.
—Yo nunca tuve inconveniente con mi sexualidad, pero él sí. Por su familia, son muy religiosos.
—¿Y ahora les va mejor?
—Afortunadamente si, todo mundo lo sabe y nos acepta. Somos muy felices e incluso le propondré matrimonio.
—¿En serio?
Como pudo, el chico levantó su mano izquierda y la acomodó sobre el cofre del coche. Abrió el puño.
—Hoy quiero preguntarle si desea pasar el resto de su vida conmigo.
María José escuchó alboroto y observó a varios policías forcejeando con un joven que suplicaba pasar.
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Cometas por el cielo [Completa]
Roman d'amourDicen que enamorarse es un acto reflejo, algo que no se puede aprender ni controlar, como el respirar. Yo, no creo que sea así. Yo he tenido que aprender a querer a una mujer porque me enamoré de una. Aprendí a pasear agarrada a su cintura, a desliz...