80 Nuestro mundo

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Bésame el reflejo de la luna en la piel

Un día después de la confesión al aire, Brenda viajó en autobús a la ciudad de México, María José la esperaba y al tenerla cerca, abrió frente a ella, una pequeña caja y en el interior, había un anillo de compromiso.

—Aún puedes decir que no— bromeó.

—Ni en un millón de años— la besó.

María José le sujetó la mano izquierda, retiró del dedo anular el anillo que le regaló tiempo atrás y le colocó el nuevo. La besó otra vez.

—Bren.

—¿Sí?

—Hoy se marcha Samantha y quedé de verla en el aeropuerto, espero no te moleste porque quiero que me acompañes.

—Haré que tu pasado sea solo un cuento, que sobre el agua un día el viento escribió.

—El vuelvo sale a mediodía— revisó la hora en su reloj— por lo que tenemos tiempo para comer algo.

En la hora pactada, se encontraron con Samantha y Aranza en el aeropuerto. A cada quien la acompañaba los integrantes de sus respectivas familias.

—Sam, cuídate mucho. Yo aquí estaré bien.

—Lo sé— le sonrió a Brenda— y tienen que invitarme a su boda.

—Todavía no tenemos fecha, pero serás la primera en recibir invitación.

María José la cobijó entre sus brazos una vez más y después se acercó a Aranza para despedirse de ella.

—Cuando decidas regresar, en el ERUM siempre habrá un lugar para ti.

—Gracias.

—Cuídense mucho y si puedes, continúa con la terapia. No detengas todo lo que has avanzado.

—La terapeuta me propuso realizar una videollamada a la semana, dice que faltan pocas sesiones para concluir.

—Deseo de todo corazón que tú y Samantha sean inmensamente felices. Las dos lo merecen.

—Y así será.

El fin de semana siguiente, Brenda y María José viajaron a Torreón. Después de formalizar la relación, no querían guardar ningún secreto a sus familias y Alicia fue por las chicas.

—¿Tus papás están enojados?— preguntó María José.

—Contigo no, con Bren sí.

—¿Por qué conmigo?— replicó.

—Porque pudiste haberles contado todo desde mucho antes y no lo hiciste.

—No tuve el valor para hacerlo.

—No te agobies hermanita, también se enojaron conmigo.

—¿Por qué?

—Por ser cómplice de ustedes.

—Tu sabías porque nos descubriste.

—Y como buena abogada fue lo que alegué en mi defensa, pero ya conoces a tus papás cuando de ser exagerados se trata.

—Todo saldrá bien— María José intentó animarla y sujetó su mano para dejarle un beso.

Al llegar a su casa, la señora Carla las recibió.

—No sé exactamente lo que debería de sentir en este momento, pero me siento feliz por ustedes— abrazó a ambas.

—Está contenta porque al fin Bren se enamoró de alguien que si vale la pena— Alicia comentó.

Cometas por el cielo [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora