Te esperé mil noches después
Al otro día, Brenda y Javier salieron de casa muy temprano. Ella condujo todo el trayecto y recordó a la perfección como llegar a su destino.
—¿Aquí vive la paramédico?— Javier cuestionó al mismo tiempo que miraba todo el exterior de aquel hogar.
—Se llama María José y es casa de su padre.
La chica descendió del auto y presionó el botón del intercomunicador.
—Buenos días— una mujer atendió— ¿puedo ayudarle en algo?
—Mi nombre es Brenda Santillán y soy amiga de María José. ¿Ella se encontrará?
—Un momento— escuchó.
En el interior de la casa se encontraba como casi siempre, Karina y el doctor Miranda.
—Doctor, afuera esta Brenda y quiere ver a la señorita María José— Karina le contó.
—¿Brenda Santillán?— él se sorprendió.
—Sí.
—La sorpresa del día— dejó por un lado el periódico que leía y se levantó del sofá— hazla pasar.
—Adelante— escuchó la chica que esperaba afuera.
—Gracias. Vengo en auto.
Brenda regresó a su coche y el enorme portón se abrió para que los visitantes entraran. Ellos recorrieron el inmenso jardín que rodeaba todo el inmueble.
—¡Qué hermoso lugar!— Javier expresó.
Llegaron hasta la entrada principal donde el señor Miranda los esperaba.
—Buenos días, bienvenidos— saludó a los recién llegados.
—Hola doctor, soy Brenda. No sé si aún me recuerda.
—No, una disculpa— estrechó su mano.
—Soy amiga de su hija y él es mi esposo, Javier San Martín— lo presentó— lamento mucho lo sucedido con su esposa.
—Gracias por la visita. Pasen, por favor— los invitó a entrar y a tomar asiento.
Para Brenda fueron un montón de recuerdos cayéndole de golpe.
—Su hija, ¿estará?— se apresuró a preguntar, no quería perder ni un solo segundo.
—Ella desde hace unos meses no vive aquí, se mudó a un departamento cerca, si quieren los llevo.
—Se lo agradeceríamos.
—Solo permítanme llamarla para saber si está disponible— tomó su móvil para hacer la marcación.
Javier como buen arquitecto, no podía dejar de admirar el interior de la casa y María José atendió la llamada que estaba en altavoz.
—Hola papá, buenos días— y su voz, aún era capaz de generar un mar de emociones en Brenda.
—Hola hija, te llamo porque pensaba visitarte.
—¿Ahora?
—Solo si pudieras recibirme. ¿Estás ocupada?
—No, aquí te espero.
—Perfecto, entonces llego en unos minutos.
—Vale.
—Oye.
—Mande.
—¿Samantha está contigo?
—No, ella viene en la tarde.
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Cometas por el cielo [Completa]
RomanceDicen que enamorarse es un acto reflejo, algo que no se puede aprender ni controlar, como el respirar. Yo, no creo que sea así. Yo he tenido que aprender a querer a una mujer porque me enamoré de una. Aprendí a pasear agarrada a su cintura, a desliz...