44 V.O.S

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Sonreiré cada noche al buscar, a tu luna en mi tejado

*Minutos antes en la casa de Samantha.

(La chica que MJM conoció en el capítulo de Amores Dormidos)

—Hola Millán, ¿qué haces?— cuestionó la joven al entrar a la cocina.

—Intentando cocinar algo para mis bellas mujeres.

Samantha tomó una manzana y se acercó a su padre, quien se encontraba cortando aditamentos para preparar una ensalada. Besó su mejilla.

—¿Quieres que te ayude?— sugirió.

—Me encantaría— le dio indicaciones.

—¿Y cómo va tu reestructuración?— Samantha inició la conversación.

—Causándome un tremendo dolor de cabeza, pero ya casi tengo el personal completo y espero no pasar de esta semana. Me urge echar a andar los nuevos proyectos.

—¿Qué pasaría si te dijera que conozco al paramédico ideal para la vacante de jefe que aún tienes?— se tomó el tiempo para morder su manzana.

—¿De quién estás hablando? Porque Aranza ya es jefa y no voy a saturarla con más trabajo.

—¿Recuerdas a la chica que te llamó el día de mi accidente?

—¿María José?

Indicó afirmación moviendo la cabeza.

—¿Es paramédico?— indagó.

—Creo que si— la chica fingió no saber mucho sobre el tema— y me dijiste que te dejó su número.

—Lo anoté en mi agenda.

—¿Le llamamos y despejamos nuestras dudas?

—Excelente idea. De entre todos los papeles que tengo en la sala, debe estar mi libreta. Ve por ella.

Samantha dejó de hacer lo que hacía, salió de la cocina y al volver, hizo la llamada usando el altavoz. En el último timbrazo alguien atendió.

—¿María José?

—¿Quién habla?— se escuchó al otro lado de la línea.

—Hola, soy Samantha Millán. Nos conocimos el viernes, ¿te acuerdas de mí?

—Claro que sí. ¿Cómo estás?

—Mejor, ya estoy en mi casa, pero todavía tengo malestar en el cuello y la espalda.

—Descansa mucho y sigue las indicaciones médicas.

—Eso es lo único que hago y empieza a ser aburrido.

—¿Y cómo te fue en el ministerio público? Discúlpame, ya no pude quedarme por más tiempo.

—Sin complicaciones, tu amigo hizo todo. Revisaron las cámaras de video vigilancia y resulté ser la afectada.

—Esa avenida es muy transitada. No sé qué hacía ese niño ahí, en bicicleta y al parecer sin supervisión adulta.

—En fin, ya pasó. Oye, ¿sigues de vacaciones en Querétaro?

—Sí, aquí ando.

—Mi papá y yo queremos invitarte a comer para agradecer tu ayuda. ¿Crees que puedas venir a la ciudad de México?

—No es necesario. Tu padre sabe que aun sin uniforme, nunca dejamos de ser paramédicos.

A Leonardo le agradó escuchar esa respuesta.

Cometas por el cielo [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora