35 Manhattan

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Toma los derechos de este beso de autor

Un par de horas más tarde, María José recibió una llamada telefónica. Cogió el móvil que se encontraba encima del mueble ubicado por un costado y revisó.

—Es Damián— leyó el contacto sobre la pantalla.

Salió de la cama, caminó hasta la ventana, la cual abrió para que su voz no hiciera eco dentro de la habitación. Respiró y contó hasta tres.

—Hola mi amor— atendió.

—Estoy por terminar mis pendientes. ¿Quieres que las vea en alguna parte y vamos a comer? ¿Dónde están?

—En el hotel del centro— observó a Brenda que aún permanecía sobre la cama y le sonrió— a un lado hay un restaurante. Ahí estamos tomando café ¿En cuánto tiempo llegas?

—En una hora porque quisiera tomar una refrescante ducha. Oye, ¿no has sentido que el calor de hoy está más inclemente que de costumbre?

—Totalmente. Creo que ha sido el día más ardiente de mi vida— ahora Brenda fue quien sonrió y le correspondieron con un guiño.

—Entonces las veo en un rato.

—De acuerdo.

—Te amo.

—Y yo a ti.

Finalizó su llamada y regresó a la cama, aún tenían tiempo para pasarlo juntas y al término de la hora que estipularon, salieron para encontrarse con Damián. Ambas se sorprendieron al verlo esperándolas afuera del restaurante donde quedaron de verse.

—¿Por qué vienen saliendo del hotel?— cuestionó intrigado.

Las dos intentaron no entrar en pánico.

—Hola guapo— María José llegó a él para besar su mejilla— le comenté a Bren que puede hospedarse esta noche aquí. Es un bonito hotel.

—¿Y cómo lo sabes?— se cruzó de brazos— ¿cuándo has venido?— más dudas aparecieron— ¿o quién te contó?

—Damián, ¿ya no te acuerdas? Cuando recién llegué a Sinaloa, aquí se atendió el servicio de una chica que tuvo un parto prematuro.

—¿Y?— continuó incrédulo.

—Aquella ocasión entré hasta la habitación y me gustó el inmueble. Entonces Brenda y yo decidimos preguntar costos y el gerente muy amable se ofreció a darnos un recorrido por el lugar, ¿verdad Bren?— intentó incluirla para darle más credibilidad al argumento.

—Si, y me agradaron las instalaciones. Yo creo que aquí me hospedaré.

—¿A poco dejarás que tu amiga pase la noche en un hotel?— Damián terminó por creerles.

—No me gustaría, pero te recuerdo que la habitación adicional sigue llena de cosas que todavía no hemos acomodado y tampoco le pediré que duerma en el sofá.

—Que duerma contigo en nuestra habitación y yo me quedo en la sala— él propuso.

—No es necesario, no quiero incomodarlos— Brenda intervino de inmediato— puedo quedarme en este hotel.

—Me parece más que perfecta tu idea— María José agradeció la sugerencia con otro beso y después, con la emoción desbordada, miró a Brenda— será como en los viejos tiempos, las hermanas Pie juntas otra vez— le sonrió— como cuando pasábamos noches enteras sin dormir ¿te acuerdas?

—Son mis favoritas.

—¿Vamos a comer?— Damián decidió interrumpir el juego de miradas que ellas comenzaban a tener.

—¿A dónde nos invitas?

—A donde quieran.

—Bren, aquí cerca hay un restaurante donde preparan una sopa azteca riquísima ¿te gustaría ir?

—Me encantaría.

Después de comer, siguieron paseando por la ciudad y al anochecer, regresaron a su departamento.

—¿Quieren algo para cenar?— les preguntó a ambas.

—Estoy bien, gracias— respondió Brenda.

—Yo igual amor, tengo demasiado sueño. Solo me bañaré y me iré directo a la cama.

Damián entró a la habitación para tomar el uniforme que usaría al día siguiente, junto con un par de sábanas y mientras Brenda tomaba un baño, María José acomodaba el sofá donde él pasaría la noche.

—Sabes, me siento un poco celoso— comenzó a hablar con ella.

—¿Por qué?

—Por Brenda.

—No entiendo.

—Sé lo que hay entre ustedes.

—¿Y qué tenemos?— se inquietó.

—Complicidad. He visto como se miran, como si se guardaran secretos.

—Es porque Bren es mi amiga y nos tenemos la suficiente confianza para contarnos todo.

—¿Hablan sobre nosotros?

—Sí, le he dicho que eres muy bueno haciendo el amor— se acercó seductoramente a él.

—¿Eso le contaste?

—Obvio no, pero si le platico sobre la relación, temas muy generales sin muchos detalles. De hecho, conversamos más de ella y Javier que de nosotros. A veces su relación es más interesante que la nuestra.

—Y más desastrosa.

—Así son felices.

—Antes de que lo olvide, para mañana puedes tomarte el día y quedarte con Brenda. Yo te cubro.

—Ventaja mil uno de ser pareja sentimental del jefe— lo besó— gracias amor. Eres un encanto de hombre.

—Y no sé a qué hora sale su vuelo, pero me gustaría invitarla a comer antes de que se vaya.

—Yo organizo todo para mañana— bostezó— me voy a dormir. Descansa.

—Buenas noches.

María José entró a su habitación y cerró la puerta por dentro. Brenda ya se encontraba ahí; semidesnuda y buscaba ropa en su equipaje. De inmediato se acercó para besar su espalda.

—Amo los lunares que adornan tu piel, pero te amo un poco más a ti— continuó.

—Cookie, espera— la detuvo.

—¿Qué pasa, cariño?

Brenda giró su cuerpo para quedar de frente.

—Que estamos en tu casa y Damián está afuera.

—¿Y eso qué?

—¿No te resulta incómodo?

—No, solo no hagamos ruido— María José siguió con los besos sobre su cuerpo.

—No dejo de pensar que Damián puede entrar en cualquier momento y descubrirnos.

—Bren, no pienses en Damián, ni en Javier, ni en nadie más porque está noche, solo somos tú y yo.

Al día siguiente se quedaron las dos en casa, el vuelo de Brenda salía hasta las cinco de la tarde. Después de comer, María José y Damián la llevaron al aeropuerto. Ella la vio marcharse y le mandó un beso con todo su amor. Mil sentimientos y un corazón.

 Mil sentimientos y un corazón

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Cometas por el cielo [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora