18 Deseos de cosas imposibles

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Y tu tan guapa que no sabes verlo

A pesar del altercado que tuvo con Javier y toda la manipulación que ejercía sobre Brenda, la convivencia entre las chicas seguía siendo frecuente y su cariño crecía día a día.

Cierta ocasión, María José consiguió entradas para un encuentro de futbol; Querétaro, el equipo local de la ciudad, recibiría al equipo favorito de Brenda y la chica preparó la sorpresa. Ella compró la playera que los jugadores del Torreón usaban en el actual torneo, colocó los boletos por encima y agregó una nota escrita a mano: ¿Vamos? Atte. MJM. Después envolvió todo dentro de algún papel colorido y con la ayuda de la recepcionista, el paquete fue dejado sobre el escritorio de Brenda, que en ese momento se encontraba en una reunión con su jefe y cuando esta concluyó, volvió a su lugar de trabajo para descubrir el regalo, el cual no tenía nota exterior, ni ningún indicio de saber quién lo había llevado. Abrió con demasiada emoción y luego de revisar a detalle, utilizó la parte trasera de la misma nota para escribir su respuesta: Si, Atte. Bren y dibujó una carita feliz. Capturó la fotografía y envió por mensaje de texto. María José replicó la ilustración porque en su rostro apareció una gran sonrisa al momento de leer.

El día del encuentro futbolístico y antes irse al estadio, María José invitó a Brenda a comer en su departamento. Ella vivía a escasas cuadras del recinto y acordaron llegar al encuentro caminando, para evitar el caos vial provocado por la gran cantidad de autos queriendo llegar al mismo lugar.

—Bren, tengo una sorpresa para ti, pero necesito que cierres los ojos— pidió antes de entrar a su hogar— y no los abrirás hasta que yo diga, ¿okey?

—¿Sabías que me encantan tus sorpresas?— acató la petición.

Cubrió sus ojos con sus manos y María José abrió la puerta. Le ayudó a entrar y la acercó a la silla más próxima a la mesa para que tomara asiento.

—Cuanto misterio— continuó con los ojos cerrados.

—Se paciente.

Sirvió comida y puso el plato sobre la mesa.

—Listo, ábrelos— comentó.

Los ojos de Brenda se encontraron con su platillo predilecto.

—Prueba— María José le dio una cuchara— sino te gusta puedes decirlo. La semana pasada la hice y a Damián le agradó, pero mi prueba final eres tú.

Su invitada degustó.

—¡Está riquísima!

—Bren, se honesta.

—Sabe mejor que la de mi mamá.

—Mentirosa. Eso no puede ser posible.

—De verdad. ¿Ya sabías prepararla o buscaste la receta?

—Nunca la había hecho y le pedí ayuda a mi mamá. También leí algunas recetas en internet y de toda la información recopilada, quise hacer una versión especial para ti.

Brenda comió un poco más.

—Me gustó y mucho.

—Acepto sugerencias. Si quisieras agregar o quitar algún ingrediente, soy toda oídos.

—Así esta perfecta— su mirada desbordaba ternura— ¿por qué eres tan encantadora conmigo?

Tenía miles de respuestas, pero no logró acomodar ninguna.

—Solo es una comida. Tampoco es el gran regalo.

—¿Por qué siempre te esfuerzas tanto por mí?— insistió.

Cometas por el cielo [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora