38 Vestido azul

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Nuestro amor que está cansado de esperar

Al día siguiente y faltando solo dos días para la boda, Brenda tuvo su última cita con la diseñadora que le confeccionó sus vestidos y María José la acompañó. Para el magno evento, la chica usaría dos indumentarias. Se midió el primero, el cual era de color beige y únicamente lo usaría durante el casamiento por lo civil.

—¿Te gusta?— le preguntó a María José.

—Tal como un día lo imaginé, pero lo prefiero en blanco.

—Por eso no elegí ese color, ya está reservado.

—Brenda— habló la diseñadora mientras observaba y buscaba donde hacer las últimas correcciones— se nota que sigues bajando de peso, ¿continúas nerviosa?

—Un poco.

—Relájate mujer, solo es una boda.

María José se limitó a observar cada uno de los movimientos y tal como Damián le comentó días atrás; eran sus ojos capaces de amar.

—Bien. Ahora mídete el vestido que usarás para el resto de la fiesta.

Brenda desapareció tras el vestidor para luego mostrarse con un atractivo vestido de color azul y era lo bastante corto como para lucir sus bonitas piernas. La diseñadora continuó con las observaciones y encontró los lugares donde ameritaba más ajustes.

—Oye ¿cómo se llama tu amiga?— preguntó casi en secreto.

—María José.

—¿Crees que quiera ayudarnos con algo?

—Si.

—¿Podrías pedirle que se acerque?

Acató la petición y la chica llegó hasta ellas.

—Hola María José— la saludó— necesito pedirte un favor.

—Los que necesite.

—Quiero que bailes con Brenda, así que con una mano, sujétala por la cintura y con la otra toma la de ella.

Siguió con las indicaciones.

—Muy bien, ahora acércala a tu cuerpo.

Su mano se paseó por la espalda baja y cintura de Brenda para lograr acortar la distancia entre ellas.

—Perfecto.

La única que hablaba en ese momento era la modista.

—Ahora bailen— les pidió— ¡oh, esperen! les pondré música.

Desde su celular, comenzó a reproducir una melodía tipo vals y observó otra vez las partes del vestido que necesitaban correcciones.

—Relájate Bren— su boca llegó hasta su oreja— solo es un baile— María José le susurró al sentir la rigidez de sus movimientos.

—Es el efecto del monster cookies— miró su rostro— tú provocas todo esto en mí.

—Yo también te amo, cariño— respondió.

—Dale una vuelta— la diseñadora estaba más enfocada en ver los defectos de aquel vestido azul, que en apreciar una linda postal donde lo único que se dibujaba era el amor.

Ellas continuaron siguiendo las indicaciones.

—¡Excelente! Se ven divinamente bien. Parecen dos muñequitas encima de un pastel.

Ninguna estuvo en contra de ese comentario.

—María José dale otra vuelta, por favor.

La chica lo hizo.

Cometas por el cielo [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora