82 Cuando menos lo merezca

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Nunca nos prepararon para un viento tan fuerte

Pasaba de mediodía cuando Brenda llegó hasta al punto de la ubicación y el papá de María José la esperaba en la recepción del hospital, donde solo le contó que el estatus de salud seguía sin cambio alguno.

La chica recordó que ella y Paula debían desayunar algo más que yogurt y galletas. Salió a la calle para buscar un lugar donde comprar comida y lo encontró a una cuadra del hospital. Se sorprendió al notar que Javier, los padres de él y otra chica desayunaban ahí mismo. La pequeña corrió hacía ellos al reconocerlos e inmediatamente los cuatro adultos buscaron y encontraron con la mirada a Brenda, quien a un paso lento se aproximó. Cuando estuvo lo bastante cerca, reconoció a la mujer desconocida; era Amaia, ex pareja de Javier, la causante de casi todos los problemas en su relación y la mujer que siempre deseó la señora San Martín para su hijo. ​

—Bren, ¿qué haces aquí?— Javier le cuestionó. Se encontraba de pie y cargaba a su hija.

—Buen día a todos— saludó a los presentes— te estuve llamando— volvió con él— María José sufrió un accidente y está hospitalizada.

—Olvidé comentarte que hoy acompañaría a mis papás, vinieron por unos resultados médicos y dejé el celular en el coche, discúlpame.

—Descuida, ya pasó.

—¿Y cómo está María José?

—En coma, su situación es delicada. ​

—Pronto se recuperará— tomó su mano para demostrarle apoyo— ¿ya desayunaste? ¿Nos quieres acompañar? ​

—Sí, por supuesto. ​

Fue cuando descubrió que la chica presente no le quitaba la mirada de encima. ​

—Hola Amaia, que gusto volver a verte— aprovechó para saludarla mientras esperaba a que Javier acercara dos sillas adicionales. ​

—Hola Brenda, ¿cómo estás? ​

Él volvió y tomaron asiento.

—Me encantaría decirte que bien, pero la verdad es que no. Mi novia sufrió un accidente en la madrugada y está en terapia intensiva.

—Lo siento tanto.

—Es una mujer fuerte y muy valiente— hizo énfasis en esas virtudes— y esto, pronto se convertirá en un simple recuerdo.

Un mesero se acercó y Brenda hojeó el menú; pidió comida para ella y Paula. Después observó el movimiento de la mano de Amaia para sujetar la de Javier.

—¿Están juntos?— les preguntó— ¿otra vez?

—Si— respondió la chica llena de orgullo.

—¡Enhorabuena!— sonrió con gentileza— y ahora entiendo porque una vez Paula me contó que su papá le daba besos a una mujer, pero nunca imaginé que fueras tú, porque si eres tú, ¿verdad?— por milésimas de segundos sintió que había hablado de más.

—Espero que si— la mirada acechadora de Amaia se posó sobre Javier y luego lo besó— Paula es una niña encantadora. Han sabido sobrellevar bien el tema del divorcio. ​

—Somos adultos y decidimos no pelear por el bienestar de ella. Aunque separados, siempre seremos sus padres— Brenda observó a su hija y dejó una caricia sobre su cabello. ​

—¿Y cuánto tiempo llevas con tu novia?​

—Oficialmente tres meses, pero la conozco desde hace dos años y ya estamos comprometidas— le mostró su mano izquierda donde portaba el anillo. ​

—Lo recuerdo, contaste todo en tu programa de radio, ella te llamó y te pidió matrimonio. ​

El chico que tomó el pedido, volvió con los alimentos. ​

—Si quieres le ayudo a Paula con su comida— Amaia lanzó un ofrecimiento y Brenda agradeció. ​

Fue el momento exacto cuando comprendió lo que tanto le contaba María José, cuando le decía que su madre, la madre de sus hermanos, los gemelos, ella y su papá, podían sentarse a la mesa para compartir alimentos porque en ese momento, pasaba por una situación similar. ​

Al concluir, sus exsuegros, Amaia y Paula decidieron salir a pasear por la ciudad. Javier se quedó con Brenda y volvieron al hospital. ​

—¿Y las cosas con ella ahora si funcionarán? ¿O seguirás siendo el mismo patán de siempre? ​

Él sonrió, pero sintió un poco de pena. ​

—Si decidiste regresar con Amaia, es porque todavía sientes algo y después de todo este tiempo, se nota que ella te quiere aun cuando menos lo mereces.

—Intento todos los días, ser mi mejor versión.

—Se valiente y apuesta en el amor, a lo mejor esta vez sí ganas. ​

—Bren, solo quisiera que algún día me perdones por el daño que te hice. ​

—Olvidé todo cuando firmaste el divorcio y aceptaste compartir la custodia de Paula. Ahora solo me quedan los buenos momentos que fueron de los dos.

—Me gusta escucharte hablar así y quiero quedarme unos días para estar contigo y ayudarte con Paula. ​

—Te lo agradezco, pero no quisiera que tengas problemas con Amaia por mí y por esta situación.

—Le quedó claro que solo tenemos una convivencia por nuestra hija y deseo apoyarte en estos momentos. ​

—No sé cuánto tiempo estaré aquí, pero prefiero que Paula se regrese con ustedes a Querétaro. No quiero desestabilizar su rutina y mucho menos tenerla encerrada en un hospital. ​

—¿Y qué pasará si la estadía de María José se extiende? ¿Qué pasará con tu programa? ​

—Ahora no quiero pensar en eso, pero el lunes hablaré con mi jefe y le contaré. Le pediré vacaciones o renunciaré si es necesario porque no quiero moverme de aquí. ​

—Tranquila, ella despertará en cualquier momento y pedirá verte— la abrazó.

—Tranquila, ella despertará en cualquier momento y pedirá verte— la abrazó

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Cometas por el cielo [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora