El invierno llegó y ella se fue
María José dio por finalizada la llamada con Brenda arrojando su celular contra la pared más cercana que encontró. Su horario de trabajo había terminado. Salió de las oficinas del ERUM y se dirigió a la casa de Samantha, solo que antes de llegar y de recordar lo destrozado que había quedado su móvil, se detuvo en un teléfono público. Tardó unos minutos intentando recordar por completo el número e hizo varios intentos previos antes de dar con el correcto.
—¿Sam?
—¿Quién habla?
—Soy María José. Disculpa que te llame tan tarde.
—No te preocupes, aún estaba despierta. ¿Cambiaste de número?
—Mi teléfono sufrió un accidente. ¿Puedo verte?
—¿Ahora? ¿Dónde estás?
—A unas cuadras de tu casa.
—Okey, te veo afuera.
—Espera, ¿y tu papá?
—Durmiendo probablemente.
—¿Crees que note mi presencia? No quiero que se enoje porque molesto a su hija a esta hora.
—¿Bromeas? Eres su elemento favorito, aunque lo intentaras, no podrías hacerlo enfadar.
—Entonces voy para tu casa.
El frío de la época decembrina ya se sentía con intensidad y era porque el invierno estaba por llegar. La chica condujo un par de segundos y cuando llegó, Samantha ya la esperaba.
—¿Todo bien?— le preguntó al tenerla cerca.
María José se limitó a abrazarla.
—Déjame pasar la noche, deja que me quede aquí. Esta noche tengo frío y no sé dónde dormir.
—Tranquila— Samantha empatizó con la circunstancia y volvió a cobijarla entre sus brazos.
En silencio se dirigieron hasta su habitación.
—Brenda terminó conmigo— comenzó a contarle.
—¿Qué? ¿Cuándo?
—Hace un rato. Me llamó y dijo que no quiere volver a verme.
—¿Y tu celular pagó las consecuencias?
—Si— intentó sonreír.
—Pero, ¿qué te dijo?
—Cosas que no quiero recordar.
—Hoy fuiste a verla, ¿pasó algo entre ustedes?
—No, todo fue muy normal.
—¿Su esposo se habrá enterado?
—No creo o más bien no lo sé.
—¿Quieres que te traiga algo para cenar?
—Estoy bien. ¿Me prestas tu celular? Quisiera avisarle a mi mamá que no llegaré a casa.
Samantha le acercó el teléfono y María José envió un mensaje de texto.
—Gracias Sam— le devolvió el móvil.
—Soy tu mejor amiga y es mi deber apoyarte en situaciones como esta— le sonrió— te prestaré ropa para que duermas cómoda.
María José vivió la noche más fría de su vida, nunca logró conciliar el sueño y se levantó poco antes de las siete de la mañana.
—Sam, despierta— le habló susurrando.
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Cometas por el cielo [Completa]
RomanceDicen que enamorarse es un acto reflejo, algo que no se puede aprender ni controlar, como el respirar. Yo, no creo que sea así. Yo he tenido que aprender a querer a una mujer porque me enamoré de una. Aprendí a pasear agarrada a su cintura, a desliz...