Un libro, una canción, un lugar, un instante
Después de pasar la noche entera sin dormir, al amanecer, la chica paramédico decidió hacer una visita para calmar sus agitados pensamientos.
—María José, buenos días— escuchó una voz masculina— que sorpresa verte tan temprano, sin accidentado y sin Damián, pensé que siempre andaban juntos.
Ella observó su mano derecha para revisar la hora en su reloj. Eran las 7 y 30 de la mañana.
—Hola Pablo— se acercó al cubículo de la recepción. Ahí se encontraba la persona que la recibió.
—¿Puedo ayudarte en algo?
—Anoche, Damián y yo trajimos a una chica de 33 años con una herida expuesta sobre su tobillo derecho.
—¿La novia del arquitecto San Martín?
—Creo que sí— respondió dudando, la joven le había dado otra información.
—Debe ser ella porque fue la única que llegó con fractura. Pero dime ¿Qué pasa?— él se interesó en el tema.
—¿Podrías decirme cómo está?
—No es tu familiar, ¿o sí?
—No.
—Guapa, conoces el reglamento. No podemos dar información a desconocidos.
—Reglas son reglas— entendió, solo no pudo evitar sentir decepción.
—Te propongo un trato— Pablo se acercó a María José como si fuera contarle el secreto jamás contado— si aceptas una invitación para salir conmigo, te digo hasta la habitación donde se encuentra, ¿te parece?— sonrió victorioso.
Ella sabía que Pablo era la única opción que tenía para volver a ver a Brenda porque de otra manera le sería imposible. El acceso, como cualquier hospital privado, era restringido.
—Okey— respondió— pero no hoy porque estaré en servicio. Yo te llamo la próxima semana y nos ponemos de acuerdo, ¿te parece?
—No princesa, necesito una fecha ahora.
Pensó y mentalmente buscó un día disponible.
—El próximo martes, ¿puedes?
—Tú pídele permiso a Damián, que yo me encargo de tener el día libre para ti. ¿Sigues teniendo el mismo número de celular?
—Si.
—Te escribo por la tarde, para darte el lugar y la hora.
—Vale.
—Pero si fallas y me dejas esperando, no volveré a hacerte favores.
—Te doy mi palabra— respondió segura de sí.
Pablo se alejó de María José para acercarse a la recepcionista y usar su computadora.
—Recuérdame el nombre— habló de nueva cuenta con la chica.
—Brenda.
—¿Brenda qué?
—No sé, el apellido lo olvidé— para en ese momento estaba confundida y desconocía la posible relación que pudiera tener con la familia San Martín.
El joven médico tecleó.
—Creo que es esta— comenzó a leer la pantalla— treinta años de edad, sin alergias reportadas. Fue sometida a una operación reconstructiva de su tobillo derecho— bajó el tono de voz y leyó algo para sí mismo— lo encontré, habitación 505. Quinto piso.
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Cometas por el cielo [Completa]
RomanceDicen que enamorarse es un acto reflejo, algo que no se puede aprender ni controlar, como el respirar. Yo, no creo que sea así. Yo he tenido que aprender a querer a una mujer porque me enamoré de una. Aprendí a pasear agarrada a su cintura, a desliz...