El miedo no acepta excusas
Al arribar a Querétaro, Brenda y Javier decidieron llegar a su casa antes de ir por Paula a casa de sus padres. Brenda se dirigió a su habitación y buscó, el arma de Javier, la misma con la que meses atrás la amenazó y obligó a alejarse de María José. Salió y caminó hasta a la sala. Él se encontraba bebiendo un poco de whisky, por lo que la escena fue similar, pero la perspectiva totalmente diferente, ahora él sintió miedo al ver a su esposa con el revolver entre sus manos.
—Brenda, ¿qué haces?
—Tómala Javier— se la ofreció.
—No, ¿para qué?
—¡Tómala, carajo!— exigió.
—Está bien— dejó sobre la mesa el vaso para despejar sus manos y coger el artefacto— no sé qué pretendes, pero le colocaré el seguro, ¿okey?
Brenda sujetó la mano de Javier, aquella con la que cargaba la pistola y la colocó en su propia frente para de esta manera, terminar de replicar la escena. Respiró profundo para que sus pulmones se llenaran de oxígeno y su cuerpo de valentía.
—Javier, quiero el divorcio— pidió con voz segura y mirándolo a los ojos.
—¿Qué?
—Lo que escuchaste. No quiero pasar un minuto más de mi vida con una persona a la que no amo, con una persona que lo único que me hace sentir es miedo, con una persona con la que me siento miserable cada vez que me besa y cada vez que me toca y esa persona eres tú.
—¿Es por ella? ¿Lo haces por la paramédico?
—Se llama María José, ¿un nombre tan simple se te dificulta aprender? Solo son dos palabras, María - José y sí, es por ella.
—¿La amas?
—Como a nadie más, como al respirar.
Javier le retiró el seguro al arma y la empuñó con fuerza mientras Brenda vivía los segundos más valientes de su vida.
—Elige, nos divorciamos o acabas con mi vida en este momento porque será la única manera con la que podrás separarme de ella otra vez. Tú decides.
Para ellos, el tiempo transcurrió de manera diferente. Javier lo único que podía pensar en ese momento, era en la conversación que había tenido con el doctor Miranda y lo beneficioso que sería trabajar con él. Brenda en cambio, dio un paseo por su mente y encontró el rincón donde guardaba los momentos que nunca olvidó y revivió aquella noche, cuando olvidó todo lo demás.
—Váyanse al carajo— Javier respondió y desarmó la pistola— pero no te quedarás con Paula.
—Eso no lo decides tú, ni lo decido yo, lo decidirá un juez.
—Solo recuerda quien ayudó para que el proceso de adopción se adelantara— al terminar de hablar, salió de su casa.
Brenda respiró aliviada, nunca antes había experimentado una sensación de libertad como la que vivía en ese momento. Tomó su teléfono y llamó a su hermana.
—Hola Aly, ¿estás ocupada?
—Un poco, pero te escucho.
—Me divorciaré y necesito que me ayudes.
—¿Estás segura?— le regaló toda su atención.
—Totalmente.
—¿Javier ya sabe?
—Sí.
—Entonces escucha con atención. Punto número uno, no sé el motivo por el cual lo quieres hacer, pero si es por María José, evita contactarla en lo que dura el proceso, porque ningún juez le da la custodia de un hijo a una mujer que tiene una relación sentimental con otra y no queremos que tú la pierdas.
—Okey.
—Punto número dos, si tienes alguna evidencia de la relación extramarital que tuviste con ella, deshazte de todo o guárdalo muy bien porque va en relación a lo que acabo de decirte.
Brenda guardó silencio porque quizá Javier poseía información al respecto ya que él se había quedado con su móvil y computadora.
—Punto número tres— Alicia continúo— estoy contigo hermanita y así tardemos toda la vida, yo me encargaré de que tu matrimonio se disuelva y de que no pierdas a Paula.
—Gracias.
—Otra observación, ni se te ocurra salirte de tu casa, mucho menos llevarte a la niña a otro lugar. No quiero Javier que se invente un abandono de hogar o un intento de secuestro.
—No pensaba ir a otro lado.
—Arreglo unas cosas aquí y viajo a Querétaro la próxima semana. ¿Ya hablaste con mis papás sobre esto?
—No, eres a la primera persona que le estoy contando.
—¿Cuándo se los dirás? ¿Quieres que vayan conmigo?
—Sí, aquí les cuento.
—Te vemos en unos días. Cuídate mucho y evita cualquier enfrentamiento con Javier. No sé qué opine al respecto, pero lo ideal es intentar llegar a un acuerdo.
—Okey, te veo pronto.
Finalizó la llamada.
Brenda desconocía el paradero de su esposo, pero decidió ir a casa de su suegra para buscar a su hija y de suerte, Javier no estaba ahí. Cuando llegó, la niña lloraba porque su primo le había quitado su juguete favorito y sin tanta explicación, tomó a Paula y salieron de esa casa. Fueron a un centro comercial cercano donde comieron y pasaron el resto de la tarde. Cerca del anochecer, volvieron a casa, vieron la película de frozen y cantaron por enésima vez let it go. Poco antes de que amaneciera, Brenda escuchó que alguien entraba a su casa. Sigilosamente y sin despertar a la pequeña, salió de la habitación, solo para corroborar que era su esposo con un evidente estado de ebriedad e intentó auxiliarle para que llegara al sillón más cercano y no cayera al suelo en el intento.
—No me toques, no necesito la ayuda de una...— no terminó de hablar.
—¿Una que Javier?
—Sabes lo que eres.
—Solo soy una mujer que ya no tiene miedo.
Él continuó haciendo ruido y tropezándose con todo a su paso.
—¿Puedes evitar el escandalo?— le pidió— Paula despertará y no quiero que te vea así.
—Si estoy así es por tu culpa.
—¿Podrías actuar como un adulto y admitir que tienes parte de responsabilidad en todo esto?
—La infiel fuiste tú.
—¿Y tú? Tampoco has sido muy leal que digamos— Brenda como pudo lo recostó sobre el sofá— ya no nos amamos, ¿para qué seguir juntos?
—Tú eres mi esposa.
—Disfruta los últimos días porque la próxima semana inicio con el trámite de divorcio.
—Jamás lo conseguirás.
—Así me llevé toda la vida, no continuaré contigo.
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Cometas por el cielo [Completa]
عاطفيةDicen que enamorarse es un acto reflejo, algo que no se puede aprender ni controlar, como el respirar. Yo, no creo que sea así. Yo he tenido que aprender a querer a una mujer porque me enamoré de una. Aprendí a pasear agarrada a su cintura, a desliz...