72 Durante una mirada

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Echo de menos la canción que repetíamos las dos

Minutos después llegaron a un bonito edificio en el pleno corazón de la ciudad de México. Dejaron los autos en el estacionamiento y subieron por el ascensor hasta llegar al quinto piso. El doctor Miranda presionó el timbre para que su hija atendiera y la puerta se abrió. ​

—Llegaste— lo abrazó e invitó a entrar.

—Hija, tienes visita. ​

María José se asomó al pasillo y sintió su corazón detenerse por un instante. A lo lejos apareció el recuerdo de un amor y caminó a ella para abrazarla.

—Bren, si viniste.

Volvieron a estar juntas y sintieron como el alma se les prendía nuevamente.

—Cookie, lamento mucho lo que le ocurrió a tu mamá— correspondió la muestra de cariño.​

Cada quien desempolvó sus memorias y María José notó que Javier las miraba, así que dejó de abrazarla para saludarlo. ​

—Gracias por venir. ​

Los invitó a pasar al inmueble y cerró la puerta.

—¿Quieren algo para tomar?— preguntó.

—Estamos bien, gracias— Brenda respondió mientras se sentaba sobre el sofá de la sala.​

—Arquitecto San Martín, venga conmigo, quiero mostrarle el departamento. Hace unos meses fue remodelado por la compañía de su padre. ​

De esa manera, el doctor les dio unos minutos para que las chicas conversaran a solas.

—Qué alegría volver a verte— le dijo María José y tomó asiento cerca de ella.

—No pude venir antes, discúlpame. ​

—Tus padres, tu hermana, Damián, mis ex compañeros de la Cruz Roja más los de aquí, todo el funeral fue un caos, muchísima gente estuvo presente.

—Creo que solo falté yo.

—Dijo mi hermano que llamaste. Quise devolver la llamada, pero no reconocí el número y pensé que quizá lo habías cambiado para que no volviera a buscarte. ​

—Perdí mi teléfono hace unos meses y no recuperé el número, ahora tengo del que hice la llamada aquel día.

—¿Y cómo has estado? ¿Cómo esta Paula?— María José cambió de tema.

—Estoy bien y Pau es una niña encantadora. Nunca deja de sorprendernos, mucho menos de hacer preguntas. ¿Y tú?​

—Fingiendo que el tiempo todo lo curó. ​

—Todo irá bien.

—Ahora estoy suspendida y en unas semanas me harán pruebas psicológicas para medir mi estabilidad mental y decidirán si estoy apta para volver al servicio o se prolonga la sanción.

—Era de esperarse, casi destruyes el auto— intentó bromear para aligerar la tensión del ambiente.

—¿Viste los videos?— preguntó apenada.

—Fuiste trending topic, fue inevitable.

—No quiero ni pensar que hubiera pasado si el conductor desciende.

—Nadie con dos neuronas en la cabeza lo habría hecho, no sabiendo que lo esperan para darle la golpiza de su vida.

—Y hoy le agradezco esa decisión porque pasé de la tristeza a la furia— chasqueó sus dedos— en milésimas de segundo. Nunca antes había sentido tanto enojo como aquel día.

Cometas por el cielo [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora