81 Mi vida sin ti

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Vamos a querernos toda la vida

Pasaron los días de lunes a viernes como las golondrinas del poema de Bécquer y se cumplieron tres meses desde aquella nueva propuesta matrimonial.

MJM: Te veo mañana, cariño😘. Descansa.

Brenda: Te amo🥰.

MJM: Yo más.

Era una típica noche helada de diciembre, esa semana llevaba estacionado un frente frío sobre la ciudad de México y sus alrededores, el cual provocaba lluvias e incluso ligeras nevadas sobre las partes más altas de la localidad y entrada la madrugada, se recibió una llamada de ayuda para atender un choque sobre la avenida reforma a la altura del auditorio nacional. Una camioneta honda HR-V se había estrellado contra un poste. La alta velocidad combinada con un asfalto mojado e inestable se derivó en tres tripulantes lesionados. ​María José y dos de sus compañeros salieron a atender el siniestro. Al llegar, ella se dirigió con el copiloto y otro paramédico con el conductor. El tercer ocupante ya estaba fuera de la unidad y fue quien hizo la llamada. Las tripulantes, que seguían en el interior, eran unas chicas muy jóvenes y a pesar de que su aliento delataba que haber ingerido bebidas alcohólicas, todo el tiempo se mantuvieron consientes y respondieron a los cuestionamientos. Los paramédicos se encontraban dando las atenciones necesarias antes de hacer un posible traslado al hospital, cuando otro auto sobre la misma avenida, también perdió el control y al parecer la única manera que encontró para detenerse, fue impactándose contra el auto recién colisionado. Por el golpe, María José salió proyectada hacia el asfalto y quedó inconsciente, uno de sus compañeros perdió la vida en el momento y el tercer paramédico solicitó ayuda.

Sobre el mueble que se encontraba a un lado de la cama, había un reloj digital que en ese momento cambió de las 7:59 a las 8:00 de la mañana y un celular comenzó a vibrar para indicar que había una llamada. Brenda despertó sonriendo y pensó que se trataba de María José y que estaba por llegar a Querétaro, pero la felicidad le desapareció del rostro, al leer en la pantalla el nombre correcto de la persona que le llamaba; era el doctor Miranda.

—Hola doctor, buenos días— atendió.

—Brenda, perdona por no llamarte antes, pero mi hija sufrió un accidente en la madrugada y está en terapia intensiva— la chica dejó de escuchar e intentó asimilar lo que le contaban— ¿sigues ahí? ​

—Por favor dígame que ella está bien— era lo único deseaba saber.

—Tiene traumatismo craneoencefálico severo, múltiples fracturas y está en un coma inducido. ​

—¿Eso qué significa?

—Su estado es crítico.

La chica terminó por salir de la cama y comenzó a vestirse para emprender el viaje.

—¿Y sabe cómo pasó?​— continuó.

—Salieron a atender un accidente sobre la avenida reforma, pero otro coche derrapó y golpeó la unidad que atendían. Uno de sus compañeros murió.

—¡Oh por dios!

—Enciende la televisión, están pasando la noticia. Fue bastante aparatoso. ​

Brenda tomó el control remoto y buscó un canal de noticias. ​

—¿En qué hospital está?

—En la Cruz Roja, pero estoy tramitando su cambio al hospital Médica Sur, de Tlalpan. ¿Vendrás?

—Si, por supuesto.

—Cuando se concrete el traslado, te comparto la ubicación. Es un lugar fácil de llegar y usando el GPS no te perderás.

—Por favor, manténgame informada de todo lo que ocurra.

—Cuenta con ello.

La llamada finalizó.

Salió de la habitación para dirigirse a la de su hija que aún dormía. Tomó una mochila y comenzó a empacar ropa y algunos juguetes. Después fue a la cocina para almacenar en una lonchera lo necesario para que la niña desayunara en el trayecto a la ciudad de México. Regresó a la habitación de Paula, sentó a la orilla de la cama y comenzó a acariciarle la nariz mientras le cantaba. ​

Si te cuentan que lloré, cuando te cogí en mis brazos. No me pude contener, porque te quiero tanto, porque te quiero tanto...

Era su rutina diaria para despertarla y después de llenarla de besos, Brenda le quitó su pijama y comenzó vestirla. También le contó que saldrían de viaje. Veinte minutos más tarde, ya tenía todo listo para salir a carretera, pero una segunda llamada la hizo detenerse. Esta provenía de un número desconocido y con una lada que no reconoció. Por curiosidad, contestó.

—¿Brenda?​

—¿Quién habla?​

—Soy Damián, buenos días. ​

—Hola extraño. ​

—Por favor dime que el paramédico hospitalizado por el accidente de esta madrugada es otra María José Miranda. ​

—Me enteré hace un rato.

—¿Y cómo está?​

—En terapia intensiva. Su padre me llamó y justo voy de salida para ir a verla.

—Cuando puedas me compartes la ubicación del hospital a este número.

—Claro, hablamos luego. ​

Dio por terminada esa llamada y abordó su auto. Era un recorrido de casi tres horas, pero quizá duraría un poco más porque con Paula sentada en el asiento trasero y sujeta a su silla de viaje, tendría que hacer un par de paradas para que la niña no desesperara y durante todo el trayecto, intentó localizar a Javier. Tenía que contarle lo ocurrido y sobre el viaje que había surgido, pero sobre todo, necesitaba decirle que Paula estaría con ella; él nunca atendió.

—¿Dónde estás cuando se te necesita?— se cuestionó.​​​

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Cometas por el cielo [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora